Los loros de Australia tienen un problema: se emborrachan con mango fermentado

Pareja de papagayos alirrojos Aprosmictus erythropterus buscando comida por el suelo en Australia. Si lo que encuentran es un mango fermentado al sol, comienzan los problemas. (Imagen Creative Commons vista en Wikipedia).
Pareja de papagayos alirrojos Aprosmictus erythropterus buscando comida por el suelo en Australia. Si lo que encuentran es un mango fermentado al sol, comienzan los problemas. (Imagen Creative Commons vista en Wikipedia).

Los loros pasan por ser unas de las criaturas más inteligentes del planeta. Pese a su pequeño tamaño, estas coloridas y exitosas aves (las psitácidas se pueden encontrar en estado salvaje en todos los continentes salvo Europa) demuestran unas habilidades cognitivas muy sorprendentes. Los Kea de Nueva Zelanda por ejemplo (la única especie carnívora que se conoce) son capaces incluso de comprender el concepto de la probabilidad .

Como diría mi difunto abuelo: “solo les falta fumar” y pese a que es bastante improbable que adquieran este vicio, desde Australia nos llegan noticias sobre otra adicción que – esta sí – parece estar afectando a los papagayos alirrojos (Aprosmictus erythropterus) de la región occidental de Kimberley.

Al parecer, coincidiendo con el fin de la temporada del mango, un buen número de piezas de fruta madura se cae al suelo y se pudre, fermentándose al sol, lo cual genera etanol. En realidad el proceso es similar al que los viticultores de todo el mundo vienen empleando desde hace milenios para hacer vino, con la inestimable ayuda de la levadura, la cual genera etanol a medida que consume el azúcar de las uvas.

Por lo que he podido ver en la web de la televisión pública australiana (ABC News) un veterinario del Hospital Veterinario Broome llamado Paul Murphy ha informado de varios incidentes con papayos alirrojos “beodos” tras consumir los mangos fermentados, fruta esta última particularmente rica en azúcares y por tanto capaz de generar altos niveles de alcohol.

Murphy le comenta a la ABC que solamente en su clínica han recibido al menos a seis de estos loros con claros síntomas de intoxicación por etanol (en estado letárgico y con evidencia de desnutrición). En su opinión, muchos otros ejemplares han debido de fallecer por embriaguez antes de que alguien pudiera rescatarles.

En sus propias palabras: “muchos no han podido llegar a la clínica porque mueren antes de la gente los encuentre”. En algunos casos, los loros fallecen después de dos días de sufrimiento, aunque no todos lo hacen como resultado directo del alcohol. Muchos, relata Murphy, lo hacen por quedar paralizados (lo cual es toda una invitación para los gatos y otros depredadores) o por volar bajo la influencia del alcohol y estrellarse contra los cristales.

Ejemplar de cotorra de Kramer posado sobre una cápsula de adormidera. (Crédito imagen Dnaindia.com).
Ejemplar de cotorra de Kramer posado sobre una cápsula de adormidera. (Crédito imagen Dnaindia.com).

Aunque os parezca novedoso, en el pasado ha habido episodios similares en otras partes del mundo. En 2019 por ejemplo, los agricultores del estado de Madhya Pradesh (en el centro de India) se quejaron por el apetito insaciable de las cotorras de Kramer (Psittacula krameri manillensis) por el opio. La adición que mostraban por las cápsulas de las adormideras era tal que llegaba a poner en peligro su vida y forzó a los agricultores locales a vigilar día y noche la valiosa cosecha del narcótico.

Si te estás preguntando si este comportamiento es propio únicamente de humanos y loros, la respuesta es no. En 2014 escribí un breve post sobre la adicción de los lémures de Madagascar a darle mordisquitos a cierto milpiés arborícola para lamer la sustancia que estos excretan para defenderse, químico que les provoca un gran "colocón".

Por otro lado, se sabe que los elefantes toleran bastante mal el alcohol, lo cual les lleva con cierta frecuencia a agarrarse una gran “trompa” (literalmente) cada vez que comen fruta fermentada del suelo. (Por no hablar del asalto a una fábrica de cerveza que protagonizaron 150 elefantes bengalíes en 1974).

Esta claro que cada vez hay menos diferencias entre nosotros y los animales.

Me enteré leyendo: Vice.com

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