Lo que puede aprender Donald Trump de la picante historia del perdón presidencial

Las afirmaciones de que Donald Trump estudia los alcances del poder presidencial de perdón y que podría considerar concederlo a colaboradores cercanos, miembros de su familia e incluso a sí mismo, en el contexto de la investigación sobre la injerencia de Rusia en el pasado proceso electoral, ha enardecido aún más la controversia sobre el grado de implicación que el entorno del presidente de Estados Unidos habría tenido o no con agentes al servicio de Moscú.

Y, sobre todo, ha puesto en la discusión pública la inusitada posibilidad de que Trump decidiera perdonarse a sí mismo, algo que nunca ha sucedido en la historia de EEUU y que tiene, incluso con su mera formulación, severas repercusiones políticas.

Donald Trump no sería el primer presidente en analizar la posibilidad de “perdonarse a sí mismo” o a su entorno cercano. Richard Nixon la consideró y la descartó. Su sucesor Gerald Ford lo perdonó después. (The Telegraph/Yahoo)
Donald Trump no sería el primer presidente en analizar la posibilidad de “perdonarse a sí mismo” o a su entorno cercano. Richard Nixon la consideró y la descartó. Su sucesor Gerald Ford lo perdonó después. (The Telegraph/Yahoo)

La Constitución señala únicamente que el presidente “tiene poder para otorgar indultos y perdones a ofensas contra EEUU excepto en el caso de un proceso de destitución” (conocido como impeachment). Así, no habría nada explícito en la ley que prohibiera a Trump perdonarse a sí mismo, y las limitaciones serían únicamente que tendría que hacerlo ante ofensas cometidas (no puede perdonar algo que no ha sucedido) y que no podría frenar su destitución en el hipotético caso de que el Congreso emprendiera ese procedimiento.

Por ello es que el mismo hecho de que Trump se informe sobre las peculiaridades del perdón presidencial ha desatado especulaciones, pues esa facultad sólo es pertinente cuando hay una ofensa que perdonar. La presunta existencia de ofensas en el entorno de Trump y hasta de él mismo (algo que ha negado continuamente) resulta notoria en esa lógica.

No es claro, con todo, si Trump se informó por el mero ejercicio informativo o porque tiene intención de considerar otorgar perdones. Pero es claro que todo perdón presidencial concedido a personas que fueron protagonistas de sonados escándalos, con ofensas graves que conmocionaron al país o que incluso suscitaron víctimas o daños, ha sido polémico y en algunos casos ha tenido un fuerte costo político para el mandatario en cuestión.

Y cabe señalar que la Casa Blanca ha negado que el presidente esté estudiando esa prerrogativa.

Varios de los personajes del entorno de Donald Trump vinculados a contactos sospechosos con Rusia: Riger Stone, Jared Kushner, Paul Manafort, Donald Trump Jr. y Michael Flynn. (AFP=
Varios de los personajes del entorno de Donald Trump vinculados a contactos sospechosos con Rusia: Riger Stone, Jared Kushner, Paul Manafort, Donald Trump Jr. y Michael Flynn. (AFP=

Desde el primer presidente, George Washington, se han dado esos perdones, a veces controversiales. En la década de 1790 Washington perdonó a dos personas sentenciadas por traición al participar en la llamada “Rebelión del Whiskey”, una insurrección armada contra el cobro de impuestos federales al alcohol. El propio Washington sofocó con fuerzas militares esa revuelta y luego perdonó a los dos condenados a muerte vinculados a ella.

Andrew Jackson perdonó en la década de 1830 a George Wilson, sentenciado a muerte por robar al Servicio de Correos. Pero Wilson rechazó ser perdonado y la Corte Suprema de EEUU decidió que al no ser aceptado el perdón por el beneficiario, no había forma de imponérselo. Por ello, la pena de muerte se mantuvo y Wilson fue ejecutado en la horca.

Andrew Johnson otorgó en 1868 perdón y amnistía a gran cantidad de líderes de la Confederación, derrotada tres años atrás por las fuerzas de la Unión. Entre ellos el presidente confederado Jefferson Davis y tres personas acusadas de conspirar para asesinar al presidente Abraham Lincoln. Ulises Grant perdonó a su vez a numerosos líderes confederados años más tarde.

Benjamin Harrison perdonó en la década de 1890 a miembros de la iglesia mormona que practicaban el llamado ‘matrimonio plural’, en contra de la ley estadounidense que rechaza la poligamia, en el contexto de un proceso en lo que esa organización religiosa abandonó oficialmente esa práctica.

Esos son algunos de los muchos casos del pasado, aunque perdones más recientes tienen una resonancia mayor, o más cercana, en la actualidad.

Por ejemplo, el presidente Richard Nixon, quien optó en 1974 por renunciar antes de ser sometido a un proceso de destitución y quien abría estudiado, se ha afirmado, la posibilidad de perdonarse a sí mismo, perdonó en su momento al notorio líder Jimmy Hoffa en 1971 y el propio Nixon fue en 1974 perdonado por su sucesor, Gerald Ford, lo que evitó que fuera procesado penalmente por sucesos vinculados al escándalo de Watergate.

Lewis Libby (centro) fue perdonado por George W. Bush tras haber sido hallado culpable de perjurio en el escándalo de la revelación de la identidad de la agente encubierta de la CIA valeria Plame. (Reuters)
Lewis Libby (centro) fue perdonado por George W. Bush tras haber sido hallado culpable de perjurio en el escándalo de la revelación de la identidad de la agente encubierta de la CIA valeria Plame. (Reuters)

El perdón a Nixon fue muy controversial y recibido con rechazo por muchos. Y se ha dicho que el descrédito de haberlo ordenado le costó a Ford su reelección en 1976, cuando el demócrata Jimmy Carter le arrebató la Casa Blanca. Antes de eso, Ford perdonó a Robert E. Lee, el histórico líder del ejército confederado durante la Guerra Civil.

Carter, por su parte, perdonó a quienes evadieron el reclutamiento militar durante la Guerra de Vietnam y a cuatro nacionalistas puertorriqueños que abrieron fuego dentro del Capitolio en 1954, dejando a cinco congresistas heridos.

Ronald Reagan perdonó a George Steinbrenner, el dueño de los Yankees de Nueva York, quien confesó haber hecho contribuciones ilegales a la campaña de Nixon, y a Mark Felt (quien se cree fue ‘Deep Throat’, la fuente que hizo revelaciones clave a periodistas sobre el caso Watergate) por haber ordenado intrusiones ilegales en las casas de personas vinculadas con el grupo radical Weather Underground.

George Bush Sr. decidió, a su vez, perdonar a varias de las figuras clave del escándalo Irán-Contra, que estalló cuando él era vicepresidente, entre ellas varios muy altos funcionarios del gobierno de Reagan como Caspar Weinberger (secretario de Defensa), Robert McFarlane (asesor de Seguridad Nacional) y Elliot Abrahms (subsecretario de Estado). Bush emitió esos perdones en los últimos días de su gobierno, después de haber perdido la elección ante Bill Clinton.

La práctica de realizar perdones controversiales en los últimos días de una presidencia es frecuente y estaría destinada a minimizar su impacto político potencial.

Chelsea Manning recibió la conmutación de su condena por haber filtrado miles de documentos confidenciales a WikiLeaks, de parte del presidente Barack Obama. (AP)
Chelsea Manning recibió la conmutación de su condena por haber filtrado miles de documentos confidenciales a WikiLeaks, de parte del presidente Barack Obama. (AP)

Clinton hizo lo propio, por ejemplo, en enero de 2001, a poco de dejar la presidencia, al perdonar a su medio hermano Roger Clinton, actor y músico que fue hallado culpable en 1985 de posesión de cocaína. Antes, en 1999, Clinton ofreció clemencia a los integrantes de las Fuerzas de Liberación Nacional, un grupo radical de independentistas puertorriqueños. Uno de ellos, Oscar López Rivera, rechazó esa clemencia y permaneció en prisión hasta que, en 2017, el presidente Barack Obama le conmutó su sentencia en los últimos días de su mandato. La clemencia a las FALN fue severamente criticada, y ambas cámaras del Congreso emitieron declaraciones aprobadas por amplias mayorías condenando la decisión de Clinton.

George W. Bush conmutó la pena de Lewis ‘Scotter’ Libby, uno de sus cercanos colaboradores en la Casa Blanca, que fue sentenciado por perjurio en el escándalo de Valerie Plame (una agente encubierta de la CIA cuya identidad fue expuesta por miembros del propio gobierno). Un perdón también muy controversial.

Y Obama conmutó la pena de Chelsea Manning, militar que fue parte clave en la filtración de miles de documentos clasificados a WikiLeaks, un suceso que consternó en su momento al aparato de inteligencia estadounidense.

Trump no ha ejercido aún su facultad de perdón en lo que va de su presidencia, pero si lo hiciese para beneficiar a figuras de su equipo cercano, familiares o a sí mismo, como se ha afirmado, presumiblemente se desataría una tormenta política inusitada. Una controversia que posiblemente opacaría a muchos de los polémicos perdones del pasado, de los que aquí se ha incluido solo una muestra.

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