Anuncios
Elecciones México 2024:

Cobertura Especial | LO ÚLTIMO

La llegada del verano termina de sacar a EE.UU. del encierro y aviva el temor a un rebrote

WASHINGTON.- En Estados Unidos, ya volvieron los asados. La gente fue a la playa y a la pileta, caminó otra vez por los senderos de las montañas y varios amigos volvieron a reunirse para hacer picnics en los parques, o incluso para irse de viaje. La música de los camiones de helados se escuchó de nuevo por las calles. Y el presidente, Donald Trump, volvió a jugar al golf, después de casi tres meses.

El fin de semana largo del Día de los Caídos, a fines de mayo, marca en la mente de los norteamericanos la llegada del verano. Para muchos, es el primer fin de semana de playa, la primera oportunidad en el calendario -a menos que se viva en el sur- de hacer una pausa para disfrutar actividades al aire libre. Este año, la fecha quedó teñida por la pandemia del nuevo coronavirus , sus casi 100.000 muertes confirmadas y el panorama de otra Gran Depresión. Pero millones de personas se aventuraron igual lejos de sus casas, ansiosas por un atisbo de normalidad.

Con la llegada de un verano atípico, el fin de semana dejó varias imágenes alarmantes de multitudes que parecieron sacadas de otra época y agitaron -otra vez- el temor a una "segunda ola" de contagios. Estados Unidos entró a su verano con casi todo el país "abierto" -aunque con restricciones-, pese a los más de 1,6 millones de casos de Covid-19, la enfermedad que causa el nuevo virus, y las cerca de 98.000 víctimas confirmadas por la pandemia que trastocó al mundo, la peor en el país en más de 100 años.

"Me da ansiedad de que haya más brotes. Vamos a tener arranques y retrocesos, la gente se junta, hay un pequeño brote y tienen que cerrar todo de nuevo", reflexiona Jennifer, 44 años. Se reencontró con su hermana, Emily, de 36, después de más de un mes para dar un paseo por el Mall de Washington. Ambas conversaban bajo el sol, al pie del monumento a Abraham Lincoln. "No nos hemos visto y es un feriado. Las dos hemos sido muy cuidadosas y responsables, y nos sentimos cómodas juntas", explica Emily, aunque marca límites: aun si viviera en un estado donde pudiera ir a un restaurant o la playa, no iría. "No estoy lista para eso", define.

Emily y Jeniffer, dos hermanas que se reencontraron luego de más de un mes.

La rambla de Ocean City, una ciudad costera de Maryland, quedó colmada el domingo de gente que iba y venía casi como si fuera un fin de semana normal. Muchos caminaban sin barbijo, pese a una recomendación aún vigente del gobierno federal de usarlos en público. Los parques en Washington se colmaron de picnics y en todas las direcciones se pudo ver gente con la cara descubierta. Hubo playas en Florida, Texas o California que quedaron pobladas.

"Sin duda, este es uno de los fines de semana más concurridos que he visto en muchos años", afirmó Andrew Ethridge, subdirector de Seguridad de Playas del condado de Volusia, en Florida, según consignó el periódico The Daytona Beach News. "Tenemos 65 kilómetros de playa en el condado de Volusia y cada sector tiene multitudes", agregó.

La gente pasea en el mall de Washington.

Trump aprovechó la pausa del país para volver a uno de sus pasatiempos favoritos: el golf. El presidente fue hasta uno de sus clubs de golf en Virginia, donde fue filmado y fotografiado sobre el césped, acompañado por varias personas. Rápida de reflejos, la campaña de Joe Biden ensambló un video que superponía las imágenes de Trump ensayando su swing antes de un golpe con imágenes de médicos, salas de terapia intensiva y paramédicos. El video se viralizó, varios medios criticaron al mandatario y Trump descargó su furia en Twitter contra Biden y su antecesor, Barack Obama. "No mencionan la pobre ética de trabajo del Dormido Joe, y todo el tiempo que Obama pasó en canchas de golf", se quejó el presidente.

En otro indicio del fin del confinamiento del país, Biden abandonó finalmente el sótano de su casa y apareció en público. El presunto candidato presidencial demócrata fue junto a su mujer, Jill Biden, a honrar a los caídos al Veterans Memorial Park, en New Castle, Delaware. Ambos usaron barbijos negros. Desde mediados de marzo, Biden solo había salido de su casa para dar caminatas y andar en bicicleta, y todas sus apariciones habían sido transmitidos desde un improvisado estudio de televisión en el sótano de su hogar.

Aunque Washington es uno de los focos en la mira de las autoridades federales por el aumento de los casos, el último fin de semana la ciudad se movió más que nunca desde el inicio de los encierros. Los tradicionales food trucks -muy golpeados por el confinamiento de sus clientes- aparecieron de nuevo en las calles que recorren el Mall y se escuchó otra vez la melodía que acompaña a los camiones de helados. Sin embargo, el lento regreso a la normalidad no era como muchos añoraban.

Romani, 33, con pocos clientes en su food truck.

Romani, un egipcio de 33 años, que maneja un camión donde cocina hamburguesas y sándwiches en pan de pita, había vuelto al mall para aprovechar el fin de semana largo. Pese al mayor movimiento, el negocio había bajado mucho. "El año pasado fue perfecto", dijo, al recordar el mismo día, un año atrás. "En un feriado normal, verías una larga fila de personas y yo tendría cuatro personas trabajando acá. Este año, no", lamentó. Su camión mostraba un cártel para recordarle a la gente que mantenga el distanciamiento social.

A unos metros, Jimmy, de 23 años, espera clientes en su camión de helados. Su negocio es apenas un atisbo de lo que era. Hay gente en la calle, pero nadie se acerca a comprar un helado. Jimmy dice que aplicó para obtener un préstamo del gobierno federal, dos veces, pero se lo negaron. Ha recorrido varios barrios buscando clientes, sin suerte. "Es un pueblo fantasma. Acá vi gente y vine por eso. La gente pasea, pero tiene miedo".