Listos para la fiesta, pero primero hay que limpiar

Voluntarios reunidos por el grupo activista Repair Together trabajan para limpiar los escombros de las ruinas de un edificio bombardeado y dañado por la guerra mientras un DJ toca en Yahidne, Ucrania, el 23 de julio de 2022. (Emile Ducke/The New York Times)
Voluntarios reunidos por el grupo activista Repair Together trabajan para limpiar los escombros de las ruinas de un edificio bombardeado y dañado por la guerra mientras un DJ toca en Yahidne, Ucrania, el 23 de julio de 2022. (Emile Ducke/The New York Times)

YAHIDNE, Ucrania — Volvieron a ponerse las gafas de sol rosas, naranjas y verdes. De los armarios salieron los zapatos de plataforma alta, las faldas cortas negras, los mallones de cuero y las joyas metálicas.

Estaban a la moda, eran jóvenes y guapas y estaban dispuestas a salir de fiesta una tarde de verano reciente y cálida en un entorno dramático: las ruinas de un edificio bombardeado, dañado por la guerra y lleno de escombros.

Los reunió el grupo Repair Together, que espera revivir el famoso mundo del “rave” ucraniano antes de la invasión, pero con un toque de guerra: hacer el bien mientras te diviertes.

Andriy Diachenko, cuyo nombre artístico es DJ Recid, puso los discos. Y la multitud de veinteañeros —vestidos con sus mejores galas de club nocturno— empujaron carretillas, palearon escombros y barrieron el polvo, todo ello mientras movían la cabeza y se balanceaban al ritmo de la música.

“En este momento, no me parece apropiado ir a la discoteca”, aseguró Tetyana Burianova, de 26 años, una de las organizadoras de la fiesta y una ávida asistente en la escena nocturna de Kiev antes de la guerra. “Quiero volver a mi vida anterior, pero solo después de la guerra. Mientras haya guerra, mi vida, como la de todo el mundo, es solo de voluntariado”.

Los activistas de Repair Together, provenientes de Kiev, no tenían en mente ir de fiesta cuando empezaron a solicitar voluntarios locales para reparar edificios destruidos en pueblos a las afueras de la capital, en zonas liberadas esta primavera de la ocupación rusa. Los voluntarios retiraban los escombros y hacían pequeñas reparaciones. El grupo publicaba su trabajo en Instagram para tratar de animar a más personas a ayudar.

Después de cada limpieza, los activistas organizaban un concierto u otro tipo de entretenimiento, a menudo para niños. Los lugareños, agotados tras cinco meses de incesantes bombardeos y ataques con misiles, estaban entusiasmados. Así que Repair Together decidió combinar la música con el trabajo de reparación.

Voluntarios reunidos por el grupo activista Repair Together trabajan para limpiar los escombros de la ruina bombardeada de un edificio dañado por la guerra en Yahidne, Ucrania, el 23 de julio de 2022. (Emile Ducke/The New York Times)
Voluntarios reunidos por el grupo activista Repair Together trabajan para limpiar los escombros de la ruina bombardeada de un edificio dañado por la guerra en Yahidne, Ucrania, el 23 de julio de 2022. (Emile Ducke/The New York Times)

Así nació la idea de un nuevo tipo de fiesta.

Burianova dijo que el grupo esperaba limpiar 25 edificios con fiestas antes de que llegara el invierno. La fiesta reciente, en Yahidne, un pueblo al norte de Kiev, fue la primera.

Por desgracia, hay muchos lugares por limpiar y su número aumenta cada día. Hasta el 8 de agosto, casi 131.000 edificios de Ucrania habían sido destruidos por los bombardeos y ataques de misiles rusos, según la Escuela de Economía de Kiev. El Ministerio de Cultura calcula que cerca de 65 clubes culturales de pueblos han sido destruidos. Estos son similares a los centros comunitarios y, en muchos pueblos, antes de la guerra, solían celebrar fiestas en discotecas todos los viernes por la noche.

Para muchos de los cerca de 200 fiesteros que acudieron a la fiesta en la Casa de la Cultura destruida de Yahidne, era la primera vez en meses que se ponían ropa de fiesta.

“Hace cinco meses que no toco”, relató el DJ Recid, que en su momento tocó en el popular club No Name de Kiev. “Ahora es la mejor fiesta que puedo imaginar”, relató.

“Bailamos juntos y reparamos juntos”, añadió.

Yahidne, un pueblo de la región de Chernihiv, fue ocupado por las fuerzas rusas el 3 de marzo y liberado por el Ejército ucraniano el 31 de marzo. Muchas casas del pueblo quedaron en ruinas, pero la ocupación también es conocida por un episodio especialmente sombrío.

Mientras los rusos controlaban el pueblo, más de 300 personas, entre ellas 77 niños, fueron encarceladas en un sótano húmedo de la escuela del pueblo. Se les utilizó como escudo humano para los soldados rusos que tenían allí su base. Diez de los cautivos murieron.

Muchos de los habitantes de Yahidne se mostraron agradecidos de que los activistas organizaran la fiesta reciente.

“Sentimos que el pueblo no está vacío cuando ellos están aquí”, señaló Viktoria Hatsura, de 29 años, cuyo hijo también ayudaba a limpiar los escombros. Junto con sus tres hijos, pasó casi un mes de cautiverio en el sótano durante la ocupación rusa.

Confirmó que se alegraba de ver a tantos jóvenes dispuestos a aportar emociones positivas y ayuda a su pueblo.

Otros residentes de Yahidne alabaron el esfuerzo, pero no la música tecno.

“No puedo decir que me guste la música, pero estoy agradecida con estos chicos por su trabajo”, dijo Oksana Yatsenko, de 42 años, que vive cerca de la Casa de la Cultura.

Antes de la guerra, las fiestas de Kiev eran conocidas más allá de las fronteras de Ucrania. Las juergas en instalaciones industriales, edificios semiabandonados, clubes y lugares al aire libre en las riberas de los ríos tenían lugar con regularidad. Ahora, los pueblos destruidos son el telón de fondo.

En el lugar de la fiesta de Yahidne, las marcas negras de las quemaduras marcaban las paredes de ladrillo rojo de la Casa de la Cultura, que no tiene techo. En medio de la pista de baile había un montón de escombros.

La multitud, con palas y cubos en la mano, asentía y zapateaba enérgicamente al ritmo, mientras llenaba los cubos y las bolsas. El DJ tocó en un escenario decorado con una cortina de espumillón, que revoloteaba y brillaba a la luz del sol. Las bocinas estaban colocadas sobre trípodes entre los escombros. Alrededor había mucho ladrillo expuesto. Algunos niños de la zona acudieron a ayudar.

“Antes de la guerra, siempre salía de fiesta”, comentó Solomiya Yaskiv, de 23 años, responsable de publicidad en una empresa tecnológica de Kiev. “En este momento, casi no hay fiestas en Kiev y, de todos modos, no estoy mentalmente preparada para ir. Aquí es diferente. Puedo volver a disfrutar de la mejor música y mirar a la gente elegante y guapa, mientras hago algo útil”.

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