Liberty City, el oscuro escenario en Miami de la mejor película del año
POR: WILFREDO CANCIO ISLA/ESPECIAL-. Por los días en que la película Moonlight triunfaba en los Globos de Oro y pavimentaba su camino hacia los premios Oscar, las noticias sobre el barrio de Miami que inspiró a sus creadores parecían recordar las escenas violentas de una historia sin fin.
Luego del Desfile por el Día de Martin Luther King en Liberty City, un tiroteo creó el caos en una plaza memorial cercana adonde habían concurrido los participantes en la celebración. Ocho jóvenes, en su mayoría adolescentes, resultaron heridos en la balacera, causada por la guerra de pandillas en la zona.
Han transcurrido más de 30 años desde que los artífices de Moonlight, Barry Jenkins, director del filme y coautor del guión junto a Tarell Alvin McCraney, crecieron en el mismo vecindario, a pocas cuadras de distancia, y asistieron a la misma escuela primaria, aunque no se conocieron hasta mucho tiempo después.
El drama familiar que enfrentaron desde su niñez los iguala en el dolor: hijos de madres adictas a la droga y enfermas de VIH; hijos que nunca conocieron a sus padres.
Los episodios de violencia y desamparo no han dejado de azotar desde entonces a Liberty City, una barriada afroamericana de 5.3 millas cuadradas con altos índices de criminalidad. El 44.5 por ciento de sus habitantes vive en niveles de pobreza y el ingreso promedio anual de los hogares se sitúa en los 21,171 dólares.
El escenario donde transcurre la historia de Chiron, negro y gay, víctima de brutales abusos por sus compañeros de escuela y con una madre absorbida por el consumo de crack, refleja uno de los momentos más tenebrosos del Miami contemporáneo.
En los años 80, Miami fue punto de entrada y distribución de los cargamentos de cocaína que provenían de los carteles colombianos, con el capo Pablo Escobar a la cabeza, lo que la convirtió en una capital de narcotráfico.
Liberty City, uno de los barrios más golpeados por la pobreza, sucumbió ante el empuje de las redes de narcotráfico y se convirtió en espacio para la venta callejera y el consumo de droga entre sus residentes. “En Liberty City proliferaban los repartidores de cocaína y crack, pero eran cantidades pequeñas y la gente se mataba por el control de una esquina o una cuadra… era algo horrible”, dijo Jim Sheed, ex agente especial de la DEA.
El barrio marcó también las noticias de la época por la explosión de uno de los peores disturbios raciales en la historia de Estados Unidos, en mayo de 1980. La violencia estalló y amenazó con expandirse por todo el condado de Miami-Dade en respuesta a la absolución de cuatro policías acusados por la muerte del ex marine afroamericano Arthur McDuffie, de 33 años.
La policía había perseguido a McDuffie a alta velocidad hasta capturarlo y ocasionar su muerte debido a lesiones en la cabeza. Las revueltas obligaron a la intervención de 500 efectivos de la Guardia Nacional para controlar la situación.
En total, hubo 18 muertos, 350 heridos y más de 100 millones de dólares en pérdidas a causa de la destrucción de propiedades.
Los residentes de Liberty City quieren dejar atrás los malos recuerdos y el estigma que significa vivir allí. Muchos se quejan incluso de que son rechazados al solicitar trabajos ubicados en otras áreas o municipalidades del sur de la Florida por el solo hecho de registrarse con una dirección particular de Liberty City.
“Ojalá que esta película sirva para que la gente mire a Liberty City de otra manera, o que por lo menos nos comprenda”, dijo Antoine Hangrove, quien ha residido en el área por más de 15 años. O como la ha definido Natalie Baldie, directora artística del Centro de Interpretación y Artes Visuales (PAVAC) en Liberty City: “Un faro de esperanza y luz”.
Hangrove se queja de que las noticias que se difunden sobre el vecindario son siempre de crímenes y asaltos, y cargadas de connotación racial. Pero él también dice haber sido impactado por la violencia de la zona.
En el 2012, el popular rapero de Miami Robert Labranche, “Bizzle”, a quien admiraba, murió después de haber recibido disparos en un establecimiento para lavar autos en el vecindario. El músico, de 37 años, acudió a lavar su vehículo acompañado por sus hijos y se enroló en una discusión con un empleado del lugar que terminó sacando un arma y disparándole mortalmente.
Historias cotidianas de violencia armada motivaron al cineasta australiano Shanks Rajendran a realizar el documental Liberty City, the Good, the Bad, and the Ugly, tras una visita a Miami en 2012.
El realizador se sintió picado por la curiosidad de descubrir la otra cara de Miami a la que los taxistas trataban de evadir, argumentando que ahí “te mataban por una moneda de 10 centavos”. “Todo lo que quería hacer era darle a Liberty City una voz, escucharla desde su punto de vista”, dijo Rajendran al presentar su documental en el 2013.
Las autoridades locales están tratando de revitalizar el área mediante proyectos de urbanización y asistencia social. Un plan multimillonario identificado como Liberty City Rising, a cargo del condado Miami-Dade con respaldo del sector privado, busca enfrentar los problemas de criminalidad y pobreza creando oportunidades para elevar el nivel de vida de sus residentes.
La idea es rescatar la vitalidad de una comunidad histórica, donde emergió el primer proyecto de vivienda pública del sur de Estados Unidos tras los años de la Gran Depresión. En la década de los 40, el área de Liberty Square llegó a ser una de las urbanizaciones más deseadas de la comunidad negra en el sur de la Florida.
Tal vez, el resplandor de Moonlight pueda traer un nuevo amanecer para la zona, con una población de 39,585 habitantes.
Entre los focos de atención derivados del éxito del filme está la escuela Nortland Middle School, en Miami Gardens, cuyo programa de teatro propició la participación de las noveles estrellas del filme: Alex R. Hibbert, quien interpretó a Chiron niño, y Jaden Piner.
En la escuela se filmó parte de de Moonlight y una docena de sus estudiantes participaron como extras durante los rodajes. “Esta película ha puesto nuestra escuela en el mapa, no hay palabras para decir lo orgulloso que nos sentimos”, manifestó Genelle Naranjo Quallo, subdirectora del plantel.
“Hemos dejado saber que hay mucho talento aquí”. Hibbert y Piner, que son amigos en el filme y la vida real, participaron en la ceremonia de premiación del Oscar y el martes retornaron a Miami. Un día después fueron homenajeados en un partido del Miami Heat en la American Airlines Arena del downtown.
Nortland Middle School ha sentido por estos días el asedio de los medios de prensa para conocer las historias no contadas de esta sorprendente película. Para muchos de ellos, se ha hecho la luz donde más lo necesita Miami.