La Ley de Moore cumple 50 años y es la razón por la que tu teléfono es tan pequeño

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Una vista aérea del campus Ronler Acres de Intel en Hillsboro, Oregon, con la nueva fábrica D1X para el desarrollo de chips de alta tecnología (al centro). Ben Fox Rubin/CNET

Para tener una idea de lo que la sociedad le debe a la Ley de Moore simplemente pregunta qué hubiera pasado si el cofundador de Intel Gordon Moore no hubiera hecho su famosa observación en 1965 de que el poder de procesamiento de las computadoras aumentaría exponencialmente.

"Prácticamente no podemos imaginarlo", dice Genevieve Bell, antropóloga cultural de Intel.

"Las implicaciones serían tan dramáticas, que me cuesta trabajo describirlas en palabras", dice Adrian Valenzuela, director de marketing de procesadores de Texas Instruments.

Jeff Bokor, profesor de ingeniería eléctrica y ciencias de la computación de la Universidad de California en Berkeley encontró por lo menos una: "Catastrófico".

Los comentarios no son hipérboles irresponsables sino que subrayan el significativo impacto que una pequeña observación ha tenido en el mundo. La Ley de Moore es más que una guía para la fabricación de procesadores, o chips, computacionales. Se ha convertido en una definición de la innovación a intervalos regulares y se ha convertido en un vaticinio que impulsa la industria de la tecnología.

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Este sábado es el 50 aniversario de la observación de Moore. Primero echemos un vistazo a los efectos de la Ley de Moore en la historia -- y comenzar a disipar algunas ideas erradas. Lo más importante es que la Ley de Moore no es una ley del tipo de las Leyes del movimiento de Newton. En un documento sobre circuitos integrados en la revista Electronics publicado en 196, Moore, quien estudiaba química y física, predijo que el número de componentes de un circuito integrado -- el cerebro de una computadora -- se duplicaría cada año pasa aumentar su desempeño.

Una década después, ajustó su predicción para decir que los componentes se duplicarían cada dos años.

No fue sino hasta que Carver Mead, profesor del Instituto Tecnológico de California, quien trabajaba con Moore en el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos, acuño el término "Ley de Moore" que éste obtuvo un reconocimiento global. Durante cinco décadas fue la meta a la que aspiró la industria.

"Es un nombre que se ha mantenido más allá de lo que cualquiera pudo haber anticipado", dijo Moore, de 86 años, en una entrevista con Intel este mismo año.

Una predicción cumplida

La Ley de Moore se refiere en específico a los transistores, que prenden y apagan las señales eléctricas en los dispositivos para que puedan procesar la información y ejecutar tareas. Funcionan como la base del cerebro dentro de nuestros teléfonos, tabletas y todo tipo de gadgets.

Mientras más transistores haya en un chip más rápido puede éste procesar la información.

Para lograr que la Ley de Moore continúe, las fabricantes tienen que seguir encogiendo el tamaño de los transistores para meter más dentro cada nueva generación de la tecnología. El tamaño original de un transistor era de una media pulgada (unos 1.3cm). Hoy en día, los procesadores más nuevos contienen transistores que son más pequeños que un virus, un tamaño casi inimaginable. Fabricantes de chips como Intel y Samsung están intentando reducirlos incluso más.

Pero el tamaño no importa cuando se trata de apreciar la Ley de Moore. Lo más importante es el concepto más amplio de hacer cada vez mejores cosas -- y más inteligentes.

La ley ha resultado en incrementos dramáticos del desempeño en tamaños más pequeños. El procesador Texas Instruments que impulsa el sistema de navegación de un auto Ford en la actualidad es casi 1.8 millones de veces más poderoso que la computadora que le permitió a los astronautas ir a la Luna en 1969.

El iPhone 6 que traes en el bolsillo es más poderoso que las computadoras de hace una década. CNET

Y el iPhone 6 de Apple es casi un millón de veces más poderoso que una computadora IBM de 1975 -- la cual ocupaba toda una habitación -- según un estimado de Bokor, el profesor de UC Berkeley. El precio del iPhone 6, que va desde US$650, es también mucho más barato que una computadora de hace una década, que costaba entre US$1,000 y US$4,000 -- y puede hacer mucho más.

Igual de importante es el aspecto del tiempo contenido en la Ley de Moore: que se dupliquen los transistores cada dos años significa que toda la industria de la tecnología -- desde las fabricantes de electrónicos de consumo hasta las empresas que hacen equipo para fabricar los chips y todo lo demás -- ofrece un ritmo constante al que todos se pueden adaptar.

"Ha creado un metrónomo", dice Bell. "Nos ha dado una sentido increíble de un progreso constante que está cambiando constantemente".

También establece el ritmo que las empresas necesitan mantener si no se quieren quedar rezagadas, según dice el propio Moore. "En lugar de convertirse en algo que registra el progreso de la industria, la Ley de Moore se convirtió en algo que la impulsa", dijo Moore en una entrevista en línea con el proveedor de la industria de los semiconductores ASML, en diciembre.

Aunque no creyó que su observación fuera cierta siempre, los fabricantes de procesadores no parecen estar ralentizando sus esfuerzos. "Es una predicción que se confirmó sola, por lo que la industria la ve como una ley", dice Tsu-Jae King Liu, profesor de microelectrónica en UC Berkeley.

La vida sin la Ley de Moore

Hoy en día, todo el mundo da por hecho que la tecnología seguirá mejorando, volviéndose más rápida y barata. Si no tenemos un procesador lo suficientemente sofisticado para impulsar un auto autónomo en la actualidad, uno más rápido llegará en uno o dos años.

Si no existiera la Ley de Moore, eso ya no sería cierto. Sin esa observación unificadora que impulse a la industria hacia delante, el estado de los circuitos integrados y componentes podría estar décadas rezagado.

"Es una curva exponencial, y estaríamos en [una etapa] más temprana en esa curva", dice Valenzuela. "A mí me da gusto que no tengo que cargar con mi teléfono Zack Morris de los años 80".

Bell, de Intel, se imagina un mundo más "aterrorizante" sin circuitos integrados, en donde todo es mecánico y donde tecnologías típicas como los smartphones o los servicios telefónicos modernos no existirían. "El Internet no hubiera sido posible", dice.

No es una realidad alterna completamente inviable. Bell recordó que muchas industrias no se han movido tan rápidamente para adoptar nuevas ideas y tecnologías. El motor de combustión interna no ha cambiado mucho desde el Modelo T de Ford de hace un siglo, y tan sólo en años recientes las automotrices han adoptado las baterías para impulsar el motor.

Hablando de baterías, hay una razón por la que los smartphones cada vez se quedan sin pila más rápido: la tecnología de las baterías no ha logrado mantenerle el paso a los avances de los procesadores y sus habilidades.

"Pocas industrias tienen una expectativa claramente definida de su capacidad de mejoría y de costo beneficio a lo largo de tanto tiempo", dijo H.S. Philip Wong, profesor de ingeniería de la Universidad de Stanford.

Un futuro brillante

Es muy fácil documentar el progreso que hemos logrado con la Ley de Moore. Chips cada vez más sofisticados no solo nos han dado dispositivos únicos más poderosos, sino todo un ecosistema de aparatos que pueden comunicarse entre sí.

Como dijo Bell, no habría Internet sin la Ley de Moore, lo cual significa que Google o Facebook no existirían, y Netflix aún estaría entregándote DVDs (o casetes VHS).

El procesador Curie de Intel, del tamaño de un botón, no hubiera sido posible sin la Ley de Moore. James Martin/CNET

Los procesadores más pequeños han aumentado el interés en el llamado Internet de las Cosas, la idea de que los objetos físicos a nuestro alrededor se pueden conectar a Internet y entre sí. Valenzuela, de TI, dice que recuerda haber vendido termostatos que usaban chips rudimentarios. Ahora el termostato inteligente fabricado por Nest, una empresa de Google, tiene un procesador lo suficientemente poderoso como para estar en un smartphone.

Intel demostró el potencial del Internet de las Cosas en enero durante el feria de electrónica CES en Las Vegas con Curie, un módulo del tamaño de un botón diseñado para hacer trabajar a los dispositivos de vestir inteligentes, a los sistemas inteligentes de transporte, al hogar inteligente, a los relojes inteligentes e incluso a ropa equipada con sensores de Intel.

"Realmente se ha vuelto como el agua que bebemos y el aire que respiramos", dice Wong acerca de la dependencia de la sociedad en las innovaciones que nos trajo la Ley de Moore. "No podemos sobrevivir sin ella".


Más cobertura

Ben Fox Rubin de nuestro sitio hermano CNET hizo un reportaje de fondo sobre el trabajo de la industria para mantener el ritmo de mejoras. Nuestro colega Stephen Shankland analizó las tecnologías alternativas y el futuro de la ley mientras que nuestra reportera Shara Tibken explica la presencia de Samsung en esta industria (todos los reportajes, excelentes y extensivos, están en inglés).