El legado del juez de la tragedia de Surfside: un buen acuerdo de conciliación, pero también rencores

El juez que ha llevado la voz cantante en la extensa batalla legal por el derrumbe de una torre de apartamentos en Surfside fue en su día un exitoso abogado de Miami especializado en casos similares antes de ponerse la toga negra hace una década y asumir el caso más importante de su carrera el pasado verano.

Su nombre es Michael Hanzman. Todos dicen que es brillante, trabajador y exigente, justo el tipo de personalidad jurídica adecuada para abordar el caso de las Champlain Towers South, marcado por 98 muertes, enormes pérdidas de propiedades y causas inciertas. En solo un año —extraordinariamente rápido en demandas colectivas tan complicadas— ha acorralado y movilizado a docenas de abogados para lograr acuerdos récord de $1,000 millones para las familias de las víctimas y otros $96 millones para los propietarios que perdieron 136 unidades.

Pero las partes de este caso emocionalmente tenso también coinciden en que lo que Hanzman ha logrado es un “compromiso”, una resolución imperfecta para una tragedia insondable. Y así, aunque la mayoría de las personas implicadas en este caso histórico lo alaban, algunos propietarios de condominios de Champlain dicen que siguen estando descontentos con el resultado y con él. Incluso el juez de circuito de Miami-Dade, de 61 años, admite con su habitual concisión que su trabajo no es complacer a todos.

“Ha sido un día muy difícil para todos nosotros”, dijo Hanzman durante una audiencia judicial crucial a finales de marzo, cuando aprobó el acuerdo de conciliación inicial de $83 millones para los propietarios de los condominios de Champlain que perdieron sus unidades en el derrumbe del edificio frente al mar.

“Sé que hay muchos resentimientos y malestar con este acuerdo de conciliación”, continuó, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas en un momento dado. “Pero un acuerdo de conciliación es un compromiso. He dicho desde el principio que no podemos dejar que lo perfecto sea enemigo de lo bueno. Que la gente se vaya con $83 millones rápidamente es un resultado extraordinario”.

Después que la mayoría de los propietarios protestaron —especialmente tras el sorprendente anuncio de un segundo acuerdo de conciliación de $1,000 millones por la parte del caso relativa a la muerte por negligencia—, el juez accedió a añadir $13 millones al fondo de dinero de los propietarios. De nuevo, fue un gesto para alcanzar otro compromiso. Pero en la experiencia de Hanzman, esa es la naturaleza de la ley en disputas legales grandes y complicadas donde cientos de personas tienen diferentes intereses.

Judd Rosen, un abogado de Miami que representó a las familias de los residentes de Champlain que perdieron la vida, pero que también participó en las negociaciones con los propietarios de los condominios, dijo que sin Hanzman no habría ninguna demanda colectiva ni acuerdos de conciliación.

Rosen dijo que el juez fue capaz de trazar el principio, la parte media y el final del caso de negligencia, presionando a los abogados de los demandantes para que siguieran sus estrictas instrucciones y se movieran rápidamente en sus negociaciones con una variedad de demandados con pólizas de seguro multimillonarias. Su objetivo no era encontrar culpables ni llegar al fondo de la interrogante de por qué el edificio de 12 plantas de Collins Avenue se derrumbó el 24 de junio de 2021. Se trataba de compensar a las víctimas de Champlain con la mayor cantidad de dinero posible y lo más rápido posible.

“Hizo una gran apuesta al ejercer tanta presión sobre los demandantes y sobre la defensa que podía haber implosionado en cualquier momento”, dijo Rosen al Miami Herald. “Pero no sucedió gracias a él. Sabía exactamente cómo organizar este caso y hacer avanzar a todas las partes. Mientras nosotros jugábamos a las damas, él jugaba al ajedrez”.

Rosen también dijo que “no tenía precedentes” la forma en que Hanzman permitió a las víctimas hablar al final de cada audiencia judicial desde el primer procedimiento tras el derrumbe de la torre Champlain. “Sin él, las víctimas no tendrían voz”, dijo.

Ronit Felszer da las gracias al juez Michael Hanzman y le estrecha la mano tras el anuncio de un acuerdo de conciliación de $1,000 millones en una demanda colectiva por el derrumbe de las Champlain Towers South.
Ronit Felszer da las gracias al juez Michael Hanzman y le estrecha la mano tras el anuncio de un acuerdo de conciliación de $1,000 millones en una demanda colectiva por el derrumbe de las Champlain Towers South.

Hanzman, quien declinó ser entrevistado para este artículo, dijo en un foro de la Facultad de Derecho de la Universidad de Miami en marzo que el caso del edificio de condominios de Surfside ha sido una experiencia “agotadora” y “desgarradora”. “Es una demanda colectiva muy inusual, por no decir otra cosa”, dijo.

Primera demanda contra Surfside

La primera de las muchas demandas se presentó en el Tribunal de Circuito de Miami-Dade apenas unas horas después que el rascacielos de Surfside se derrumbara en medio de la noche mientras casi todos sus habitantes dormían.

Ese primer caso fue asignado a Hanzman. Hijo del propietario de una pequeña gasolinera en Orlando, se convirtió en uno de los mejores estudiantes de Derecho de la Universidad de la Florida y luego pasó 25 años como abogado en Miami, centrándose en litigios de valores y bienes raíces, incluidas demandas colectivas. Entre sus casos notables: fue el abogado principal de las víctimas del fraude de $265 millones de Premium Sales Corp. a mediados de la década de 1990, y abogado codirector de las víctimas de la estafa de $837 millones en seguros de vida contra el sida llevada a cabo a través de Mutual Benefits Corp. en el año 2000.

Hanzman, que se había convertido en multimillonario como abogado apasionado por el golf y los autos deportivos, optó por seguir una trayectoria profesional diferente en 2010. Se reorientó hacia el servicio público, reconociendo la magistratura como un medio para ese fin, según los abogados que lo conocen. Fue nombrado al Tribunal de Circuito de Miami-Dade en 2011 por el entonces gobernador Rick Scott. Desde entonces, ha sido reelegido dos veces y ha prestado servicio en el tribunal de menores, el tribunal penal y el tribunal civil, más recientemente como uno de los dos jueces en la división de litigios comerciales complejos.

El primer caso del edificio de condominios en Surfside que se le asignó se convertiría en el épico caso de negligencia colectivo.

El veterano abogado de Miami Stephen Zack, ex presidente del Colegio de Abogados de la Florida y de la Asociación de Abogados de Estados Unidos, quien fue socio de Hanzman a principios de la década de 1990, dijo a Law360 que era el “juez adecuado en el momento adecuado” para el caso de Surfside debido a su formidable capacidad perfeccionada durante décadas para resolver casos difíciles.

Uno de los contemporáneos de Hanzman, que también es uno de los principales implicados en el litigio de Champlain South, concordó.

“Como abogado, siempre se centró en ir del punto A al punto B lo más rápido posible y obtener resultados para los clientes”, dijo Harley Tropin, que es copresidente del equipo de abogados de los demandantes en la demanda colectiva de Champlain South. “No se trata de la rapidez por la rapidez o la conveniencia por la conveniencia. Tuvo la capacidad de ver todo y el desarrollo del caso hasta su final”.

Tropin dijo que Hanzman ha traído ese mismo conjunto de habilidades a la magistratura de Miami-Dade, pero señaló que el tiempo del juez en el tribunal de menores le abrió los ojos a los traumas familiares que nunca experimentó como abogado de acción colectiva en esquemas piramidales y otros casos de fraude financiero.

“Creo que tuvo un impacto en él. Lo hizo más reflexivo”, dijo Tropin. “Se pasa de litigar demandas multimillonarias que tienen que ver con [pérdidas] económicas a asuntos familiares muy complicados y muy tristes. Hay que hacerlo con una empatía y una paciencia increíbles”.

‘El trabajo más duro’

En una de las primeras audiencias judiciales de julio pasado, el abogado Oren Cytrynbaum, que había abandonado su condominio en Champlain apenas unas horas antes que el edificio se derrumbara, le dijo al juez que tenía “el trabajo más duro del Condado Miami-Dade en estos momentos”. Cytrynbaum aludía no solo a la horrible catástrofe y a la devastación emocional, sino que también hablaba de los conflictos que se avecinaban entre las distintas víctimas, desde los propietarios de los condominios hasta las personas que murieron, pasando por habitantes, inquilinos y visitantes. Muchas personas que eran propietarias de unidades también murieron en la tragedia.

Cytrynbaum, que era propietario de la unidad 905 mientras que su familia de Canadá era propietaria de la unidad 906, instó al juez a reconciliar las dos partes: Es “muy difícil separarlas” porque “sabemos que va a ser injusto”. A continuación, pidió al juez que guardara un momento de silencio en la sala para recordar a los fallecidos.

Tras el breve homenaje, Hanzman aseguró que mantendría la mente abierta, pero luego inyectó una sensación de realidad: “Estas asignaciones [de dinero] van a ser difíciles y requerirán negociaciones”.

Hanzman recordó constantemente a las víctimas, así como a sus abogados, que el caso “no iba a ser un asunto normal” y que, aunque el alcance de los daños era claramente superior a los $1,000 millones, habría “fondos limitados” para distribuir. Para preparar el terreno para el litigio, Hanzman nombró a un experimentado administrador judicial, el abogado Michael Goldberg, para que se hiciera cargo de la asociación de condominios de Champlain South, con el fin de dirigir y resolver todos los problemas que surgieran en el caso. Hanzman también nombró a un grupo de líderes de abogados demandantes bien establecidos que tenían una amplia experiencia en demandas colectivas, lesiones personales y litigios por muerte por negligencia, pero les dio un ultimátum.

Aunque los describió como “los mejores y más brillantes” de su profesión, el juez también les dijo que tendrían que trabajar sin descanso y sin ninguna garantía de cobrar, que al final no habría un pago normal de un tercio de los daños. Sin embargo, Hanzman prometió que cubriría sus gastos, que hasta ahora han ascendido a unos $5 millones, y que estudiaría la posibilidad de pagarles por el tiempo que dedicaran al caso en función de los resultados: una factura de $100 millones que se entregó al juez a principios de este mes.

Tal vez su decisión más importante fue pedir al abogado miamense Bruce Greer que fuera el mediador, quien aceptó hacer el trabajo sin cobrar. Sin Greer, la búsqueda de Hanzman de compromisos y acuerdos de conciliación rápidos probablemente habría fracasado, ya que el mediador no solo convenció a los propietarios de condominios de Champlain a aceptar un acuerdo de conciliación que no les gustaba especialmente, sino que también atrajo a los abogados de más de 30 urbanizadores, ingenieros, contratistas, proveedores de seguridad y otros demandados a la mesa para llegar a acuerdos individuales con el grupo de demandantes.

Pero mientras Greer trabajaba entre bastidores en sesiones privadas de mediación, Hanzman estaba constantemente en el ojo público, ya que celebró más de 40 audiencias judiciales tanto en directo como por Zoom, permitiendo a las familias de Champlain South y a los propietarios de las unidades decir lo que pensaban. En su mayor parte, las interacciones mostraron que el juez era civilizado y empático, pero en otras ocasiones Hanzman se mostraba impaciente e irritable, especialmente cuando la gente hacía preguntas repetitivas o criticaba sus decisiones.

A principios de enero, mientras los propietarios de 136 condominios de Champlain South y sus abogados seguían luchando por llegar a un acuerdo de conciliación sobre la pérdida de sus apartamentos, a Hanzman le resultaba cada vez más evidente que estaban en una trayectoria de colisión con las familias de las 98 personas que murieron en el derrumbe. En ese momento, los únicos fondos seguros para compensar a alguien eran la propuesta de venta de la propiedad de casi dos acres de Champlain por $120 millones a un urbanizador de Medio Oriente y la cobertura del seguro de la asociación de condominios de Champlain, de unos $50 millones.

‘No hay una solución perfecta’

“Entendamos que no hay una solución perfecta”, dijo Hanzman en una audiencia el 6 de enero. “Es un caso de fondos limitados. Lo último que quiere hacer el tribunal es adjudicar una disputa entre las víctimas que perdieron apartamentos y las que perdieron vidas”.

A todos los que participan en la mediación se les pidió que llenaran un cuestionario de reclamaciones, incluidos los inquilinos con reclamaciones de pertenencias. Reiteró su objetivo de resolver rápidamente las reclamaciones por pérdidas de condominios para que esas víctimas pudieran ser compensadas, salieran de la acción colectiva y “siguieran con su vida” cuando el foco de atención se desplazara a las reclamaciones por homicidio culposo.

“La mayoría de la gente tiene un seguro para sus pertenencias”, dijo Hanzman. Sus comentarios tocaron la fibra sensible de algunos sobrevivientes.

“Me molesta mucho lo que ha dicho”, dijo Sharon Schechter, que era inquilina. “No solo perdí utensilios. Perdí todo lo que poseía durante toda mi vida. Tenía un seguro de unos cuantos miles de dólares para asegurar mi alquiler. Ni en un millón de años pensé que esto pasaría. Era todo lo que tenía, no solo cuchillos y tenedores”.

Hanzman respondió diciendo: “No quería ofenderla.

“Pero déjeme darle una dosis de realidad”, dijo el juez. “Tenemos que priorizar. Es un fondo de dinero limitado. Tiene que entender dónde puede acabar su reclamación en el orden jerárquico entre las 98 personas que perecieron y los 136 propietarios que perdieron su vivienda”.

Las relaciones entre las víctimas se volvieron más tensas cuando el juez se dio cuenta que, según la ley de responsabilidad de los condominios de la Florida, las personas que murieron en el derrumbe del edificio podían demandar a los propietarios de las unidades por negligencia en el mantenimiento de la estructura, una realidad que obligaría a los propietarios a aceptar un acuerdo de conciliación de $83 millones que era inferior en millones a una valoración independiente de sus unidades.

Algunos familiares argumentaron que los propietarios de los condominios no deberían recibir ninguna indemnización.

“Mi dolor es insoportable. Mi corazón está destrozado en un millón de pedazos y no tiene arreglo. Hay palabras para un huérfano o una viuda, pero no para un padre que ha perdido a un hijo”, dijo Eileen Rosenberg, cuya hija Malky Weisz, de 26 años, y su yerno Benny Weisz, de 32, estaban entre las más de dos docenas de visitantes que murieron en el derrumbe. Horas antes que el edificio se derrumbara, habían llegado desde Nuevas Jersey para visitar al padre de Malky, Harry, que tenía un apartamento en el segundo piso.

“No podemos equiparar la pérdida de un apartamento y del mobiliario con la pérdida de una vida”, dijo en la audiencia judicial del 30 de marzo, ahogando las lágrimas. “Cuando se invierte y se pierde dinero, se sigue adelante. Cuando se pierde un hijo no se puede seguir adelante... Creo que es más justo indemnizar a las familias que a los que han sufrido pérdidas económicas”.

Martin Langesfeld, cuya hermana y cuñado murieron en el derrumbe del edificio de condominios Champlain Towers South, habló durante una reunión de la comisión de Surfside en marzo. Formaba parte de un grupo de familiares de las víctimas que argumentaban ante el juez Michael Hanzman que los propietarios de los condominios supervivientes eran parcialmente responsables del derrumbe y no debían cobrar los $1,000 millones del acuerdo de conciliación de muerte por negligencia.

Martin Langesfeld, cuya hermana, Nicole, y su cuñado, Luis Sadovnic, murieron en el apartamento 804, propiedad de la familia de Sadovnic, dijo al juez que “la vida debería pagarse primero”.

“Creemos que es completamente injusto dar el único dinero garantizado en este caso a los propietarios de las unidades que pueden ser responsables”, dijo Langesfeld.

Mientras las fricciones entre las víctimas se intensificaban, Hanzman dijo que creía haber tomado la decisión correcta al aprobar el acuerdo de conciliación de los propietarios de los condominios. Sin embargo, más de la mitad pidieron una mayor indemnización, sobre todo después de conocer a mediados de mayo el asombroso acuerdo de $1,000 millones alcanzado con los demandados y sus compañías de seguros en la parte de la demanda colectiva relativa a la muerte por negligencia.

En otra audiencia judicial celebrada el 24 de mayo, Hanzman elevó el acuerdo por las pérdidas de los condominios a $96 millones, la valuación real de las 136 unidades antes del derrumbe. Pero algunos propietarios seguían descontentos, entre ellos uno que se quejó de la aparente obsesión del juez por el compromiso y la conveniencia a costa de ellos.

“Señoría, usted hace una afirmación muy interesante: ‘La perfección es enemiga de lo bueno’. Y eso es muy práctico y usted lo ha usado y dicho muchas, muchas veces”, Alberto Manrara, que, junto con su esposa, Maggie, no estaba en su unidad del piso 12 la noche del derrumbe. “Hemos escuchado las sesiones aquí religiosamente. Pero el bien no debe sacrificarse en el altar de la conveniencia y la eficiencia.

“Y su señoría, este es el caso de su legado. El juez Hanzman será juzgado o visto por los tribunales y por la profesión jurídica por cómo termine este caso”, dijo. “Y lo que pedimos como propietarios es que se respete siempre la equidad con los propietarios”.

‘Lo que se dice en la calle’

Manrara se centró entonces en su punto: “lo que se dice en la calle”, dijo, era que los propietarios de los condominios posiblemente recibirían menos por sus pérdidas que los abogados de los demandantes por su trabajo. “No parece correcto y ni justo”.

Hanzman se tomó su comentario como una afrenta personal e inmediatamente replicó: “No baso mis decisiones en lo que se dice en la calle”, dijo, señalando que los abogados de los demandantes presentarían sus honorarios legales, a lo que seguiría una audiencia judicial en la que todas las partes opinarían. “Lo he dicho en órdenes escritas. Lo he dicho desde el estrado cientos de veces. Pero no estoy seguro de que haya calado”, dijo.

Goldberg, a quien el juez designó como administrador judicial en el caso, dijo que pensaba que las críticas de los propietarios al juez eran infundadas porque su acuerdo de conciliación de $96 millones es aproximadamente igual a la valuación independiente de la propiedad de 40 años. Goldberg también dijo que se les eximió de cualquier responsabilidad personal en la parte del caso relativa a la muerte por negligencia. Añadió que no incurrieron en ninguna evaluación del edificio de condominios o costos de seguro y no tuvieron que pagar ninguna cuota de venta de bienes raíces. Por último, dijo, se les dio a cada uno $15,000 para gastos de reubicación.

“Su trabajo no es hacer amigos, sino aplicar la ley y los hechos”, dijo Goldberg sobre el juez, señalando que todos los propietarios de condominios de Champlain están siendo compensados por el valor total de sus unidades. “Eso requiere un juez fuerte. Eso es todo lo que hizo, y no les gustó... Deberían estar contentos, pero no lo están porque no están recibiendo lo mismo que los damnificados”.

Hasta hoy, el coro de críticas continúa mientras los propietarios esperan el pago por sus apartamentos, sabiendo que la mayoría no podrá comprar un condominio frente a la playa para reemplazar su pérdida en Surfside en un mercado inmobiliario en pleno auge. Mientras tanto, las familias de los fallecidos han presentado sus reclamaciones por daños y perjuicios, que serán revisadas en juicios menores por Hanzman a finales de este verano. En general, han apoyado las decisiones del juez y su acuerdo de conciliación, pero han sido cautelosos en sus comentarios sobre él.

Un trabajador de rescate se encuentra sobre los escombros en las ruinas del edificio de condominios Champlain Towers South en Surfside en junio de 2021.
Un trabajador de rescate se encuentra sobre los escombros en las ruinas del edificio de condominios Champlain Towers South en Surfside en junio de 2021.

“Los propietarios sobre vivientes aceptaron a regañadientes el acuerdo de conciliación bajo la amenaza de ser demandados si no lo aceptaban”, dijo Susie Rodríguez, quien fue propietaria de la unidad 607 durante 22 años. “A los sobrevivientes se les metió el gran susto de ‘Acepten esta oferta y salgan del caso o no tendrán nada’. Sabíamos que el fondo para los daños sería enorme y ellos también, pero seguían diciendo que quizá no habría suficiente para todos”.

“Desde el principio, el juez y los abogados dijeron que se trataba de un caso de $1,000 millones, pero dudaban que llegáramos a los $1,000 millones, y por eso presionaron a los propietarios para que acudieran a la mediación y aceptaran el acuerdo a la baja”, dijo Mayra Cruz, propietaria de la unidad 1205 desde hace 20 años. Añadió que “el juez se ha puesto como objetivo cerrar este caso rápidamente antes del 24 de junio para quedar como una superestrella”.

‘Punto de inflexión’

La abogada de Miami Rachel Furst, copresidenta del equipo de abogados de los demandantes en el pleito colectiva, dijo que todos los implicados en este caso complejo y emocional deben mantener las cosas en perspectiva.

“Llevó a todos los abogados al límite para lograr un resultado notable en un tiempo récord”, dijo Furst sobre el juez, calificando su decisión de consolidar múltiples demandas de Champlain South en una demanda colectiva y nombrar a un equipo de liderazgo de los abogados como un “punto de inflexión”.

“Evitó que los casos se prolongaran años”, dijo. “Si se hubiera dejado que las cosas siguieran como siempre, habrían tardado muchos años en completarse”, negando a las víctimas una compensación inmediata y un cierre cierto. Dijo que el enfoque de Hanzman en la demanda colectiva será un “modelo” en la Florida y en todo el país.

Tropin, su copresidente en el equipo legal de los demandantes, dijo que aunque Hanzman lleve la toga negra de juez, es un ser humano como cualquier otro.

“Intelectualmente, ha hecho un gran trabajo. Pero lidiar con 98 muertes y el trauma de los propietarios le ha pasado factura emocional”, dijo Tropin. “Sabe el efecto que tienen todas estas decisiones en una [comunidad] muy vulnerable y dañada, y está intentando tratar con las víctimas con toda la gracia y empatía que humanamente puede”.