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Le Pen transforma un partido de extrema derecha en aspirante al poder

Por Leigh Thomas y Simon Carraud PARÍS (Reuters) - Marine Le Pen ha llevado al Frente Nacional desde un estatus marginal al centro de la atención política, y se ha convertido en verdadera aspirante a ser la primera mujer presidenta de Francia y en su primera líder de extrema derecha desde la Segunda Guerra Mundial. Desde que tomó las riendas en 2011, Le Pen ha tratado de librar al partido de la imagen antisemita que adquirió bajo los casi 40 años de liderazgo de su padre, el ex paracaidista Jean-Marie Le Pen. Madre de tres hijos y dos veces divorciada, ha colocado al partido como una fuerza antiinmigración y euroescéptica, que ofrece políticas proteccionistas para proteger a los trabajadores franceses de la globalización. Las encuestas han situado constantemente a Le Pen como una de las favoritas para superar la primera ronda del 23 de abril y disputar la segunda vuelta del 7 de mayo. Eso sería un paso más allá desde su primer intento en 2012, cuando no llegó a la segunda ronda, e igualaría el logro de su padre, que llegó a la vuelta definitiva en 2002, cuando perdió abrumadoramente frente al conservador Jacques Chirac. Aunque las encuestas apuntan a que la joven Le Pen también perdería en el desempate, las cifras sugieren una batalla mucho más estrecha esta vez. Un resultado fuerte para una candidata que quiere un referéndum sobre la adhesión de Francia a la Unión Europea podría intranquilizar a los mercados financieros, preocupados por la perspectiva de otra sacudida después de que los británicos votaran abandonar la UE el año pasado. Con su característica voz grave, la política de 48 años nunca duda en enzarzarse en una discusión con periodistas o rivales en los debates televisados ​​mientras arremete contra el 'establishment'. Sus planes para abandonar el euro y obligar al banco central francés a financiar el gasto estatal siguen siendo profundamente poco ortodoxos, aunque ella dice que sus políticas económicas están más en sintonía con el sentimiento antiglobalización que impulsó a Donald Trump a la Casa Blanca y estimuló el voto británico a favor del Brexit el año pasado. Le Pen trató de suavizar su imagen incluso a expensas de su relación con su padre, renegando de los comentarios de él sobre que las cámaras de gas nazis fueron un "detalle" de la historia. Hizo que le expulsaran del partido por sus puntos de vista en 2015. Pero también ha demostrado que puede meter el dedo en la llaga, como cuando provocó indignación este mes cuando negó la responsabilidad del estado francés en la redada ordenada por Alemania de 13.000 judíos realizada por la policía francesa en París durante la Segunda Guerra Mundial. Algunos bancos se han negado a financiar su carrera a la presidencia, poniéndola en una desventaja financiera frente a otros candidatos. La ex abogada también está bajo investigación por la supuesta malversación de fondos de la UE para pagar a asistentes del partido y por twittear imágenes de la violencia del Estado Islámico. Ella dice que son intentos con motivación política de hacer descarrilar su candidatura presidencial. Le Pen es una admiradora del presidente ruso, Vladimir Putin, que le concedió una audiencia en el Kremlin en marzo. Entró en política cuando se unió al partido de su padre a los 18 años, en 1986. En 1998, abandonó su carrera de abogacía para prestar asesoramiento jurídico al partido y fue elegida por primera vez para un cargo político en 1998 como concejal regional en el norte de Francia. Más tarde desempeñó el mismo papel en la región de París antes de volver al cinturón industrial del norte en 2010. También ha sido miembro del Parlamento Europeo desde 2004. Viviendo y respirando política desde sus años más jóvenes, Le Pen ha dicho que su infancia estuvo profundamente marcada por la explosión de una bomba que destruyó el apartamento de la familia cuando tenía ocho años en un incidente que permanece sin resolver.