Lazy Day: una celebración a no hacer nada (excepto dormir, ver TV, pedir comida a domicilio) sin sentir culpa

A propósito de la conmemoración cada 10 de agosto del Lazy Day, o Día de la Flojera, revisamos la incapacidad humana de concluir una tarea, considerada un pecado

El Día del Holgazán fue creado con el fin de reivindicar el derecho a tomar una pausa y no hacer nada (o sí, comer comida a domicilio, dormir, ver televisión) en el mundo hiperproductivo e interconectado de hoy, sin sentirse culpable por ello. (Foto: Getty Creative)
El Día del Holgazán fue creado con el fin de reivindicar el derecho a tomar una pausa y no hacer nada (o sí, comer comida a domicilio, dormir, ver televisión) en el mundo hiperproductivo e interconectado de hoy, sin sentirse culpable por ello. (Foto: Getty Creative)

Cada 10 de agosto se conmemora en los Estados Unidos el Lazy Day (Día de la Pereza, Día de la Holgazanería, Día de la Flojera). Básicamente se trata de una celebración a no hacer nada, salvo dormir hasta la hora que se quiera, o quedarse echado en un sofá rascándose el ombligo, viendo series o fútbol en la televisión, pedir comida a domicilio para no cocinar y no abrir los correos electrónicos, entre muchas no-actividades recomendadas.

Fiel a su espíritu, los orígenes del Lazy Day siguen siendo un misterio, pues sus creadores fueron tan holgazanes, flojos, perezosos y haraganes que ni se tomaron el “trabajo” –palabra prohibida– de consignarlo por escrito en algún documento o manifiesto. Tampoco se sabe con exactitud cuándo o cómo empezó a conmemorarse.

Curiosamente, este día coincide con el Día Mundial de la Pereza que también se conmemora cada 10 de agosto en el municipio colombiano de Itagüí, departamento de Antioquia, desde 1985.

El diario colombiano Excelsior explica que este festejo se celebra durante las Fiestas de la Industria, el Comercio y la Cultura y nació en 1985 en contraposición al Día del Mundial Trabajo “y ha logrado calar en los lugareños, que entre pijamas y almohadas se entregan por 24 horas al ocio”.

En ese día –una auténtica oda al descanso para los itagüiseños- la gente acostumbra salir a las calles armados de camas, hamacas o tiendas de campaña, y ubicarse en los espacios de la celebración donde puedan disfrutar de la música y del arte.

Para muchos, el Lazy Day ofrece la oportunidad de congraciarse con la idea de no hacer nada sin sentir culpa por ello; de ser improductivos al menos por un día; de ejercer y deleitarnos con la flojera en toda su expresión. En fin, de romper con la vorágine laboral cotidiana, de mandar al diablo los compromisos y obligaciones, de desconectarse de las demandas este mundo hiperproductivo e interconectado en que vivimos, y obsequiarse 24 horas de relax sin dar explicaciones a nadie.

Una mujer duerme o simula dormir durante el Día Mundial de la Pereza, que desde 1985 se conmemora cada 10 de agosto en la ciudad colombiana de Itagüí, departamento de Antioquia. (Foto: Getty Images)
Una mujer duerme o simula dormir durante el Día Mundial de la Pereza, que desde 1985 se conmemora cada 10 de agosto en la ciudad colombiana de Itagüí, departamento de Antioquia. (Foto: Getty Images)

El diccionario de la Real Academia Española define al holgazán como: “Dicho de una persona: vagabunda y ociosa, que no quiere trabajar”.

Una definición con una fuerte carga semántica que no admite consideraciones ni medias tintas; una especie de vicio y de ningún modo una cualidad.

Pero, para el psicólogo y terapeuta Leon F. Seltzerl, la holgazanería supone una “designación peyorativa” para aludir a la incapacidad de una persona para completar una tarea.

De hecho, no es un término clínico formal en el campo de la psicología (o la medicina). Es decir, la flojera no puede ser diagnosticada como tal.

En un artículo publicado en la revista Psychology Today, Seltzerl asocia esta conducta con situaciones por las que todos hemos pasado en algún momento de nuestras vidas: falta de sentido de la autoeficacia; falta de suficiente apoyo emocional; necesidad, aunque no necesariamente esperar, reconocimiento de los demás; falta de disciplina; falta de interés en la propia tarea...

“Lo que me gustaría considerar aquí es una forma más útil –y psicológicamente precisa– de entender a las personas que no hacen lo que creemos que deberían hacer –escribe Seltzerl–. Mi tesis es simplemente que lo que normalmente consideramos como holgazanería no tiene que ver realmente con una falta de movilidad como tal, sino con una falta de motivación”.

De modo que la flojera, en tanto que incapacidad para actuar o rendir como se espera, se debe a factores conscientes y controlables, como la falta de esfuerzo individual, problemas de autoestima y otros. Por ejemplo, un estudiante que no puede hacer sus asignaciones debido a un trastorno de atención no cumpliría con esta definición de flojo u holgazán, mientras que un estudiante que puede hacer el trabajo pero decide no hacerlo quizás encajaría en esta definición.

Si a Santa Claus o San Nicolás le diese por procrastinar el 24 de diciembre, los niños del mundo no podrían recibir sus regalos navideños. (Foto: Getty Creative)
Si a Santa Claus o San Nicolás le diese por procrastinar el 24 de diciembre, los niños del mundo no podrían recibir sus regalos navideños. (Foto: Getty Creative)

Otro fenómeno que suele relacionársele con la flojera es la procrastinación, como se le conoce al acto de retrasar o posponer las tareas hasta el último minuto o más allá de su fecha límite. No son lo mismo.

Según los estudiosos de la conducta humana, la procrastinación y la pereza difieren fundamentalmente en sus causas subyacentes y sus manifestaciones. Al contrario de la flojera, que se considera un estado pasivo marcado por la falta de voluntad, la procrastinación es un proceso activo en el que se evitan tareas específicas mientras se permanece ocupado con actividades menos importantes.

Se procrastina cuando, como dice el dicho, se deja para mañana lo que se puede hacer hoy

Básicamente, la procrastinación podría atribuírsele a factores como miedo al fracaso, perfeccionismo o sensación de agobio, entre varios. En muchos casos, va acompañada de estrés y culpabilidad, ya que la persona es consciente de sus responsabilidades, en tanto que la flojera no suele implicar esta agitación emocional.

“Ambas palabras se utilizan para referirse a la falta de disposición a esforzarse, y las empleamos en el lenguaje cotidiano para impugnar a los demás, pero ‘procrastinación’ y ‘pereza’ no son intercambiables, al menos no para un psicólogo”, explica el doctor Tim Pychyl, psicólogo e investigador de la procrastinación en el sitio web Everyday Health,

“La procrastinación es el aplazamiento voluntario de un acto previsto, aunque espere que salga peor –afirma Pychyl–. Una persona debe tener la intención de hacer algo y luego decidir no hacerlo para que el acto se considere procrastinación. Si una persona nunca ha querido o tenido la intención de hacer algo, puede que sus padres o su jefe la tachen de ‘floja’, pero no cumpliría la definición de procrastinación de un psicólogo.

En su obra inmortal La Divina Comedia, el poeta italiano Dante Alighieri (representado en este óleo de 1465 del pintor del Renacimiento, Domenico di Michelino) describe al purgatorio como una montaña de siete niveles o anillos, cada uno de los cuales corresponde a uno de los siete pecados capitales. La pereza se ubica en el cuarto anillo del purgatorio. (Imagen: Wikimedia Commons)

En ciertos contextos la holgazanería no es equivalente a la pereza. Según como se vea, son dos conceptos similares, pero con connotaciones y profundidades distintas. Para los cristianos por ejemplo, la pereza es pecado, de hecho, uno de los siete pecados capitales.

Los siete pecados capitales surgieron de una lista de ocho vicios principales elaborada por el místico Evagrio Póntico en el siglo 4 d. C. Su obra inspiró los ensayos del monje y escritor asceta Juan Casiano. Tiempo después, en el siglo 6 d. C –específicamente en el año 590–, el papa Gregorio I convirtió los ocho vicios de Juan Casiano en una lista de siete pecados capitales o mortales de la teología católica romana.

Para el papa Gregorio I, el orgullo, la avaricia, la lujuria, la envidia, la gula, la ira y, por supuesto, la pereza, eran pecados capitales porque generaban otros pecados. En cambio, para el asesino en serie de la película Seven (1995), interpretado por el actor Kevin Spacey, eran las razones que lo llevaron a cometer siete crímenes terribles.

Según la doctrina católica de Santo Tomás de Aquino, para purificar los siete pecados capitales hay que pasar por el purgatorio, una especie de lugar y tiempo de castigo que no aparece mencionado en La Biblia, antes de ascender al paraíso.

El purgatorio fue representado en La Divina Comedia, el largo poema de Dante Alighieri escrito entre 1308 y 1321. Dante lo describe como una montaña de siete niveles o anillos, cada uno de los cuales corresponde a uno de los siete pecados capitales. Las almas que se encuentran en el purgatorio están en proceso de purificación, trabajando para expiar sus pecados antes de poder entrar al Paraíso.

A los perezosos les corresponde el cuarto anillo del purgatorio.

La buena noticia para los perezosos es que el purgatorio, según lo afirmó el papa Benedicto XVI en 2011, existe, no como un lugar y tiempo del universo, sino como “un fuego interior que purifica el alma del pecado”.

El escritor estadounidense Herman Melville, autor del clásico de la literatura Moby Dick, creó al personaje de Bartleby, el escribiente, considerado por muchos como una de las representaciones más precisas de la flojera y la apatía, célebre por su frase:
El escritor estadounidense Herman Melville, autor del clásico de la literatura Moby Dick, creó al personaje de Bartleby, el escribiente, considerado por muchos como una de las representaciones más precisas de la flojera y la apatía, célebre por su frase: "Preferiría no hacerlo" (Imagen: Getty Images)

Una breve lista de flojos famosos elaborada por ChatGPT incluye, entre otros, a Homero Simpson; al filósofo griego Epicuro (342 a.C. – 270 a.C.); al emperador romano Nerón (37 d.C. – 69 d.C.); al gato de las tiras cómicas Garfield; al Pitufo Perezoso; a Oblomov, el protagonista de la novela del escritor ruso Iván Goncharov (un aristócrata perezoso que pasa la mayor parte del tiempo en la cama); y al inolvidable Bartleby, el escribiente, el personaje creado por el escritor estadounidense Herman Melville, célebre por responder a cualquier solicitud con las palabras: “Preferiría no hacerlo”.

Tal parece que la flojera no es tan ajena a la condición humana. En un ensayo titulado “La flojera: Una perspectiva literario-histórica”, el escritor Michael Greaney. profesor de Literatura Inglesa en la Universidad de Lancaster, en el Reino Unido, sostiene que la flojera, en el sentido de una alergia al esfuerzo, probablemente ha estado siempre con nosotros.

“De hecho, es posible que la pereza forme parte de lo que significa ser humano –escribe Greaney–. Una máquina nunca podría ser perezosa, como tampoco podría serlo un animal. Algunos miembros del reino animal son perezosos por su reputación (gatos, koalas, zarigüeyas) o por su nombre (pereza), pero cuando acusamos a estas criaturas de ser perezosas, estamos exhibiendo nuestro hábito demasiado humano de ver aspectos de nosotros mismos en criaturas no humanas”.

Así las cosas, ¡tengan todos un Lazy Day muy feliz!

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