Marjorie Taylor Greene, la legisladora conspiracionista que ha puesto en crisis al Partido Republicano

La teoría conspirativa QAnon ha captado creciente interés en el entorno de la derecha radical y ganado una importante cantidad de seguidores. Y aunque sus postulados resultan delirantes y basados en falsedades y elucubraciones, algunos de sus promotores han alcanzado un nivel considerable de influencia y reconocimiento.

Tanto que incluso dos personas que promueven esas teorías conspirativas se hicieron de candidaturas republicanas al Congreso y fueron electas representantes federales. Una de ellas, que ha cobrado ruda notoriedad por sus conductas y desplantes, además de por ser entusiasta seguidora y promotora de QAnon, es Marjorie Taylor Greene, representante federal por el Distrito 14 de Georgia recién elegida en los comicios de noviembre de 2020.

Greene ha causado un incendio político por esparcir violentas teorías de la conspiración cargadas de odio, por su rechazo a disculparse y por la renuencia del liderazgo republicano a sancionarla y a expulsarla de las dos comisiones legislativas a las que pertenecía, una sanción sin precedentes que finalmente fue aprobada por una Cámara de Representantes profundamente dividida.

Marjorie Taylor Greene, representante federal por Georgia. (Getty Images)
Marjorie Taylor Greene, representante federal por Georgia. (Getty Images)

Según indicó The New York Times, la teoría conspirativa QAnon afirma, entre otras cosas, que el mundo es dominado por una suerte de secta de satanistas pedófilos, cuyos miembros operan redes globales de tráfico sexual de menores e incluso llegan a devorar a sus víctimas, y tienen entre sus filas a prominentes políticos demócratas, figuras de Hollywood y otras personalidades. Y creen que Donald Trump fue elegido para combatir a ese supuesto grupo y llevar a sus integrantes ante la justicia.

Greene ha sido severamente criticada recientemente no solo por promover las teorías conspirativas de QAnon y por sostener falsamente que la reciente elección presidencial de 2020 fue fraudulenta, sino por acciones y afirmaciones antisociales e intolerantes, incluso con aristas violentas, en contra de otras personas, a las que posiblemente considera sus antagonistas, incluso sus enemigas.

Entre las más notorias y ominosas declaraciones y acciones de Greene figuran:

En 2018 y 2019, Greene dio “me gusta” en redes sociales a mensajes que hablaban de matar a congresistas y agentes del FBI. De acuerdo a CNN, Greene apoyó un post que decía que “una bala en la cabeza sería más rápido” en alusión a cómo retirar a la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, y también a otro en el que se hablaba de matar a agentes del FBI.

No fue la única vez que Greene aludió a la muerte de Pelosi, pues en otras ocasiones deslizó esa noción al afirmar que la líder demócrata cometió “traición”, para luego agregar que ese es “un crimen que se castiga con la muerte”.

En otro post de 2018, en el que Greene hablaba sobre el acuerdo nuclear con Irán negociado años atrás por el gobierno de Barack Obama, un usuario preguntó si “¿ahora deberíamos colgarlos, me refiero a H y O?”, en alusión a Obama y Hillary Clinton, reportó CNN. En respuesta a ello, Greene dijo que “el escenario está montado. Los jugadores están en posición. Debemos ser pacientes, esto debe ser hecho de modo perfecto los jueces liberales los dejarán ir”.

Las críticas que ha desatado Greene van más allá que dichos en redes sociales.

Se han identificado videos en las que Greene sugería que los tiroteos masivos que sembraron dolor y muerte en Las Vegas, Nevada, y en Parkland, Florida, fueron montajes, según The Washington Post.

Otro video, de principios de 2019, muestra a Greene recorriendo los pasillos del Capitolio y clamando erróneamente que las representantes federales Ilhan Omar y Rashida Tlaib, que son de religión musulmana, no eran congresistas legítimas porque tomaron su juramento sobre un Corán en lugar de sobre una Biblia, según comentó The Daily Dot. Ese desplante ha sido tachado de racismo e intolerancia religiosa.

Y recientemente ha sido muy criticada, como narró CBS News, luego de que se reveló un video en el que se ve a Greene acosando e increpando al joven David Hogg, sobreviviente de la masacre en la escuela de Parkland y activista por el control de armas. En el video, ella le reprocha al joven, cuya escuela fue atacada brutalmente por un tirador y donde murieron 17 personas, por impulsar medidas de regulación y restricción de armas de fuego.

Eso no le bastó a Greene pues, según reportó The Independent, en otro video recientemente revelado dijo del joven Higg que “entonces él [David Hogg] está muy entrenado, es como un perro, está completamente entrenado”.

Esa despectiva forma de referirse a un sobreviviente de una cruenta y dolorosa masacre en una escuela, que ha luego dedicado su esfuerzo a denunciar esa violencia y sus causas y exigir un mayor control de armas de fuego, resulta censurable y revela una actitud ofensiva que no sería compatible con la investidura de congresista.

Por ello, muchos han pedido la renuncia de Greene a su escaño, y dentro mismo del Partido Republicano ha surgido voces que piden que ella se disculpe. Greene se ha defendido diciendo que es atacada porque defiende los valores conservadores y representa a los ciudadanos de su distrito, algo que molesta, a su juicio, a la izquierda.

Y también ha dicho que no lamenta el asalto al Capitolio protagonizado el 6 de enero pasado por simpatizantes trumpistas, entre ellos seguidores de QAnon, supremacistas blancos y neonazis.

El propio líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, expresó una severa censura contra Greene, al señalar que falsedades como QAnon y las teorías sobre un inexistente fraude en electoral contra Trump son “un cáncer para el Partido Republicano y para nuestro país”.

Según The New York Times, McConnell dijo sobre Greene que “alguien ha ha sugerido que quizá ningún avión se estrelló contra el Pentágono el 11 de septiembre [de 2001], que horripilantes tiroteos en escuelas fueron un montaje, que los Clinton hicieron caer el avión de John Kennedy Jr. no vive en la realidad. Esto no tiene nada que ver con los retos que enfrentan las familias estadounidenses o con debates robustos y sustantivos que pueden fortalecer nuestro partido”.

Congresistas demócratas han dicho que a un cáncer se le extirpa y exigen la remoción de Greene. Pero lo de McConnell son palabras influyentes, pero solo palabras.

“Comentarios pasados formulados o apoyados por Marjorie Taylor Greene sobre tiroteos en escuelas, violencia política y teorías conspirativas antisemitas no representan los valores y creencias de la conferencia republicana en la Cámara... Condeno esos comentarios inequívocamente, los condené en el pasado y continúo condenándolos hoy. Esta Cámara condenó a QAnon en la legislatura pasada y lo sigue haciendo hoy”, dijo el líder de la minoría republicana en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy.

Greene, por su parte, está sacando provecho económico al asunto y ha recaudado decenas de miles de dólares en días recientes en donaciones que sus seguidores le han hecho para “salvar su escaño”.

Y no tiene empacho en pedir que le donen decenas de miles más.

En realidad su puesto como representante federal no está realmente en riesgo, pues no puede ser removida de una posición de elección popular, salvo que se le inicie un proceso de expulsión que sea avalado por dos tercios de la Cámara de Representantes. Una cantidad de votos que pese al rechazo que en muchos suscita Greene no se reuniría en las actuales circunstancias, con una muy pequeña mayoría demócrata.

El de Greene es, en realidad, un episodio de la lucha de Trump y su entorno por retener control e influencia dentro del Partido Republicano que no solo lo desestabiliza internamente a esa organización sino que, también, afecta al general del Congreso y de la institucionalidad estadounidense.

En buena medida, quienes defienden a Greene y lo que representa defienden la vigencia de Trump y las teorías conspirativas que el proclama como una fuerza política nacional.