"Un racismo de negros contra negros": las heridas que alimentan la discriminación contra haitianos en República Dominicana

15 June 2015, New York, NY - A demonstration at the Consoulate of the Dominican republic in New York, against the denationalization of Dominicans of Haitian descent in the Dominican Republic and racist mob violence sponsored by the group Black Lives Matter in the Dominican Republic. Today is the day the Dominican government has threatened to carry out maas deportations of Dominicans of Haitian descent, whom the government no longer recognizes as Dominican citizens.Photo: Tony Savino (Photo by Tony  Savino/Corbis via Getty Images)
Decenas de manifestantes protestaron frente al Consulado de República Dominicana en Nueva York luego de que el gobierno dominicano despojjó de la nacionalidad a miles de descendientes de haitianos y amenazó con realizar deportaciones masivas. La imagen fue tomada en junio de 2015 en Nueva York. (Photo by Tony Savino/Corbis via Getty Images)

República Dominicana despojó de la nacionalidad a unos 200.000 dominicanos descendientes de haitianos que se han visto obligados a vivir apátridas en su propia tierra. No tienen partida de nacimiento, no pueden estudiar, ni viajar. Son segregados por ser hijos, nietos o bisnietos de haitianos indocumentados. Y las nuevas generaciones correrán la misma suerte.

Pero no se trata de una noticia nueva. La segregación comenzó hace siglos con las fricciones coloniales entre Francia y España y alcanzó su clímax en 2013 con una decisión del Tribunal Constitucional de la Corte Suprema de Justicia que dictaminó que los hijos de extranjeros ilegales no tienen derecho a la nacionalidad dominicana. Ese fallo afecta a todos los descendientes de haitianos que se hayan asentado ilegalmente en República Dominicana desde 1920.

La cineasta Michèle Stephenson opina que el odio racial hacia los haitianos está tan internalizado que existe un contradicción entre lo que los racistas ven cuando se miran al espejo y lo que sienten al ver a la gente a la que rechazan. Se trata de un racismo de negros contra negros.

Stephenson busca en la psicología la explicación de la discriminación racial en esa nación caribeña, con una población predominantemente mestiza y negra. Asegura que los nacionalistas dominicanos sufren de disonancia cognitiva, malestar psicológico que ocurre cuando experimentamos dos ideas incompatibles y desafiamos la que más nos molesta para minimizar la angustia.

La directora investigó durante años esa tensión entre Haití y República Dominicana para la realización de su documental Apátrida, cuyo estreno coincidió con la ola mundial de protestas por el asesinato de George Floyd en un acto de racismo y brutalidad policial en Estados Unidos.

Mientras el mundo denuncia, con razón, el arraigado racismo estadounidense, se ha hecho oídos sordos ante la segregación de los dominicanos de ascendencia haitiana.

Ni rastros de Quisqueya

Si miramos cinco siglos atrás encontramos pistas de la complejidad cultural y los malestares que se han gestado en la Isla Hispaniola o la Española, que comparten Haití y República Dominicana. Al momento de la llega de Cristóbal Colón el 5 de diciembre de 1492, Quisqueya, como se le conocía en lengua taína, estaba dividida en 5 cacicazgos que fueron arrasados en cuestión de años.

La Española no sólo fue uno de los primeros territorios que pisó Colón en su primera expedición americana. También fue el primer lugar de América donde llegaron esclavos africanos a trabajar en las cosechas de caña de azúcar. La llegada de los primeros negros ocurrió en 1502, momento en que la población taína se extinguía con rapidez por la sobreexplotación de hombres, mujeres y niños en las minas de oro y las siembras.

Fue entonces el tristemente célebre comercio triangular de esclavos, la desaparición de la población indígena y la separación política colonial de la isla lo que sembró la semilla del racismo dominicano de hoy.

"El problema racial en Santo Domingo cobró sus formas características en y a partir de la época colonial. El racismo se impone como una necesidad de la dominación colonial desde sus primeros momentos en la isla", dice Rubén Silié en Esclavitud y Prejuicio de Color en Santo Domingo, publicado en el Boletín de Antropología Americana.

En el siglo XVIII se produce una fuerte corriente migratoria de esclavos negros de la parte francesa a la española de la isla porque las condiciones de vida de los negros del Santo Domingo español eran menos duras.

Las constantes fugas de los esclavos negros franceses eran muy convenientes para los españoles que para para ese momento ya se habían alejado del negocio de la trata y la nueva mano de obra provenía por esa vía.

Por eso la política española fue encubrirlos para que trabajaran en los hatos y en los hogares de los blancos en el campo o en la ciudad.

Parc Kado 2 Refugee Camp, Anse-a-Pitres, Haiti, 16 October 2015 - Hundreds of refugees living in squaler in refugee camps in the southern border town of Anse-a-Pitres, since the Dominican government started deporting Haitians and Dominicans of Haitian descent. The region is non-arable with no possibility of farming, no work and so far there is been no help from the Haitian government and very sporatic assistence from a couple of NGOs.Photo: © Tony Savino (Photo by Tony  Savino/Corbis via Getty Images)
Cientos de refugiados se vieron obligados a reubicarse en el campamento Parc Kado 2, en Anse-a-Pitres, después de que República Dominicana comenzó la deportación de haitianos y dominicanos de ascendencia haitiana el 16 de octubre de 2015. En esa zona no hay tierras cultivables ni empleo. (Photo by Tony Savino/Corbis via Getty Images)

Pero los enfrentamientos político-territoriales dejaron profundas heridas históricas. En 1805, soldados haitianos asesinaron a miles de dominicanos en el documentado Degüello de Moca. Y en 1822, haitianos comandados por Jean-Pierre Boyer ocuparon importantes porciones del país durante dos décadas con el objetivo primario de abolir la esclavitud y unificar los dos territorios de la isla en un mismo país.

La prohibición de hablar español, la confiscación de las tierras a la iglesia católica y a los terratenientes blancos laceró la identidad dominicana. Los opositores dominicanos a Boyer se agruparon en un movimiento llamado "La Trinitaria", logrando agitar a las clases populares que estaban hastiadas de las decisiones autoritarias del llamado liberador de esclavos. Hasta que en 1844 recuperaron su autonomía de Haití con la huida de Boyer.

Desde entonces, buena parte de los dominicanos se identifica con sus raíces europeas y percibe a los haitianos como un elemento foráneo y amenazante.

¿Pere qué?

El fin de las guerras independentistas y la llegada del siglo XX no fueron auspiciosas para la unión de dominicanos y haitianos.

La depresión estadounidense de 1929 afectó las exportaciones dominicanas hacia su principal socio comercial y golpeó la economía.

La mano de obra haitiana ya no era bienvenida y el dictador Rafael Trujillo inició una campaña sistemática de exterminio de los haitianos que vivían en suelo dominicano.

Los historiadores calculan que en octubre de 1937 entre 9 mil y 20 mil haitianos fueron asesinados por soldados dominicanos en lo que se llamó "la masacre de Perejil", porque los hombres de Trujillo llevaban ramas de la hierba aromática en las manos para identificar a los haitianos francófonos que no podían pronunciar correctamente pe-re-jil.

Los que no pasaban la prueba fonética eran asesinados y lanzados al río Dajabón, que desde entonces también llaman “río Masacre".

Apátridas en siglo 21

Con estos dolorosos antecedentes llegamos al siglo XXI, cuando la segregación de los haitianos está más viva que nunca.

“Soy dominicana, de madre dominicana y padre haitiano. Y desde 2003 y 2004 me ha tocado ver la realidad de muchos jóvenes que nacieron en República Dominicana y que sin ninguna explicación le negaban el acceso a sus documentos. Era una forma novedosa de vivir el racismo y la discriminación desde la estructura del estado", expresó la activista Rosa Iris Diendomi.

Diendomi fue una de las integrantes del movimiento Reconoci.do, que no sólo denuncia la discriminación de la población negra, sino también la corrupción porque arrebata aún más oportunidades de educación y salud a una población completamente marginalizada, mientras que los violadores de sus derechos permanecen sin castigo.

La defensora de los derechos de los dominicanos de ascendencia haitiana se vio obligada a abandonar su país debido a las amenazas a su integridad física durante su embarazo y a un episodio en que su hijo fue secuestrado de su colegio.

La batuta del movimiento Reconocido ahora la lleva Ana María Belique, quien fue detenida por autoridades dominicanas a comienzos de junio durante un acto funerario simbólico por el asesinato de Floyd.

“El racismo dominicano no es blanco contra negro. Es negro contra negro”, aseguró Belique a la agencia de noticias EFE.

Decidió seguir el camino del activismo luego de que una profesora de literatura la ridiculizó en el segundo día de clases de la universidad por usar su cabello trenzado. Le digo fea, ridícula y la quiso ofender llamándola que su peinado solo lo usaban "las haitianas de orilla".

Belique, quien es descendiente de haitianos, ha sido demandada judicialmente por personas que desean que le sea anulada su acta de nacimiento por ser hija de extranjeros.

Mientras condena la muerte de Floyd, lamenta la apatía con la que los dominicanos asumen la discriminación social en su país, al punto de ser indiferentes ante la muerte de haitianos y sus descendientes.

Belique dijo que 2015 apareció un chico colgado en la ciudad de Santiago. “Pregúntate si hubo alguna movilización social ante un hecho tan aberrante”. Aseguró que lo mataron por negro y por haitiano.

El diario español El Confidencial denunció la situación de los haitianos que trabajan en la zafra dominicana como una forma de esclavitud del siglo XXI.

"Estamos en San Pedro de Macorís. A tan solo unos pocos kilómetros de unas playas de ensueño se encuentran los bateyes, grises y ocultos a los ojos de los turistas que cada año visitan la isla caribeña: un conjunto de casuchas miserables sumidas en una pobreza extrema, en las que viven hacinados los cortadores de caña. En ellos se esconde una de las tragedias más inhumanas del país", denuncia el reportaje.

Asegura que los inmigrantes de Haití llevan más de cien años cruzando la frontera en busca de una vida digna, pero ninguno lo consigue.

Los grandes beneficiarios de la ilegalidad de los haitianos son tres grandes familias que dominan la producción de azúcar desde los tiempos del dictador Trujillo. Los Vicini, los Fanjul y los Campollo se lucran con la mano de obra barata de campesinos condenados a vivir en los bateyes y a soportar duras condiciones de trabajo bajo la amenaza de ser deportados.

Aunque el reportaje fue publicado en 2017, fuentes consultadas por Yahoo aseguraron que la situación de desigualdad lejos de mejorar se ha profundizado.

Para Stephenson el racismo es una bestia que funciona como una máquina que tiene la capacidad de adaptarse y reconfigurarse a sí misma. Para combatirla es necesario reconocer que existe y construir narrativas más complejas, que logren explicar las múltiples dimensiones y matices de segregar por el color de la piel.

Diendomi espera que Apátrida aporte un grano de arena para que el racismo en República Dominicana y en el mundo pueda mejorar. "Es una pandemia que tenemos que enfrentar. Esa idea de superioridad que tienen algunos daña, mata".

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