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Las granjas de visones más allá del Covid: la industria de la moda necesita 60 pelajes para producir un abrigo

Members of Danish health authorities are assisted by members of the Danish Armed Forces in disposing of dead mink in a military area near Holstebro in Denmark November 9, 2020. Picture taken November 9, 2020. Morten Stricker/Dagbladet Holstebro Struer/Jysk Fynske Medier/Ritzau Scanpix/via REUTERS    ATTENTION EDITORS - THIS IMAGE WAS PROVIDED BY A THIRD PARTY. DENMARK OUT. NO COMMERCIAL OR EDITORIAL SALES IN DENMARK.     TPX IMAGES OF THE DAY
Autoridades sanitarias junto a las Fuerzas Armadas Danesas entierran miles de visones sacrificados en una zona militar cerca de Holstebro, Dinamarca, el 9 de noviembre de 2020. (Foto de Morten Stricker/Dagbladet Holstebro Struer/Jysk Fynske Medier/Ritzau Scanpix/via REUTERS)

Los visones son demasiado pequeños para saciar el hambre de una familia humana pero su pelaje ha servido desde hace siglos para resguardarnos del frío y satisfacer el placer sensorial por lo suave y mullido. Pero en el 2020, el preciado animalito se convirtió en una plaga luego de que los científicos comprobaran que es potente propagador del COVID-19.

En su estado salvaje, los visones son mamíferos carnívoros de cuerpos alargados, patas cortas y garras afiladas, que evitan las aglomeraciones. Todo lo contrario. Son criaturas solitarias que solo buscan compañía para aparearse. Les dicen animales crepusculares porque se activan en el ocaso y el amanecer alrededor de lagos y riachuelos para alimentarse de ardillas, sapos, culebras, conejos, aves acuáticas o peces..

Originalmente, el visón americano (Neovison genus) deambulaba por los bosques de Canadá y Estados Unidos, pero se ha convertido en una especie invasora en Europa, Asia y Suramérica porque han sido exportados para criarlos en granjas para aprovechar su piel.

El problema es que siempre hay algunos individuos sagaces que se escapan del hacinamiento de los criadores y han logrado conquistar y reproducirse en el territorio al que fueron llevados.

El visón europeo (Mustela lutreola), originario del centro norte de Europa y Eurasia, es más tímido, pequeño y no es ideal para criarlo en cautiverio. En 2020 se encuentra en peligro crítico de extinción por su caza descontrolada, la desaparición de los arroyos de agua clara que constituyen su hábitat natural y porque sus primos hermanos americanos los han desplazado de sus terrenos.

Los ecologistas dicen que un visón salvaje puede vivir entre 7 y 10 años, pero su vida media dentro de una granja peletera es de seis meses, momento en que son sacrificados para vender su piel a la industria de la moda.

Para producir un abrigo de invierno es necesario usar el pelaje de unos 60 animales.

Visones Covid

La gota que derramó el vaso del drama de los visones llegó con la pandemia del COVID-19 y dejó al descubierto los graves desequilibrios que causa la sobre explotación de especies salvajes.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó que los visones no sólo se contagian sino que también actúan como un importante reservorio del SARS-coV-2.

Ya no se trata de combatir un problema ético por el hacinamiento y el maltrato animal, ni por mitigar el impacto que el visón americano tiene cuando escapa de su cautiverio y domina el territorio del visón europeo.

Se trata de contener la propagación del virus entre los visones para evitar contagios masivos en poblaciones humanas, luego de que los científicos confirmaran que han sido foco de infección de sus cuidadores.

La OMS dijo que, desde junio de 2020, se han identificado 214 casos humanos de COVID-19 en Dinamarca con variantes genéticas del SARS-Cov-2 directamente asociadas con los visones criados en cautiverio.

Hasta donde saben los investigadores, los visones no son la fuente original de los contagios. Los visones estudiados en Dinamarca eran ejemplares sanos que fueron infectados por humanos. A eso se le suma su aglomeración en las granjas, que facilitó que se convirtieran en un reservorio de SARS-CoV-2, que se transmitieran el virus entre ellos y que, debido a la alta carga viral que existen en los criaderos, contagien nuevamente el virus a los humanos, quienes continúan la cadena de contagios dentro de su comunidad.

Varios animales (perros, gatos domésticos, leones y tigres) que han estado en contacto con humanos infectados han resultado positivos al SARS-CoV-2 pero la propagación entre los visones de granja ha sido desproporcionada.

La Organización Mundial para la Salud Animal informó que los seis países que han confirmado contagios entre en los criaderos de visones han sido Dinamarca, Holanda, España, Suecia, Italia y Estados Unidos.

China, el gran productor y comercializador, ha mantenido su boca callada.

Exterminio en las granjas

La opinión pública ha expresado estupor por el exterminio de al menos 17 millones de visones en Dinamarca, en una medida desesperada para frenar la propagación del virus.

Holanda aceleró sus planes de clausurar la industria peletera de visones luego de que comprobó la infección de dos humanos en mayo de 2020 y que se ha expandido a unas 69 granjas. Un centenar de productores holandeses tendrán que cerrar antes de marzo 2021, en una medida que costará al gobierno unos 180 millones de euros y que supone el exterminio de 800.000 visones madres.

Francia, que ganó unos 120 millones de euros con la industria de la piel de visón, decidió que el impacto ecológico es mayor que el beneficio en metálico y prohibirá su explotación a partir del 2025.

La explotación en España se reduce a 37 granjas en las comunidades de Aragón, Castilla-León, País Vasco y Valencia, donde la presión social para aumentar los controles sanitarios ya había comenzado antes de la llegada del coronavirus. En julio, cuando las autoridades españolas levantaban cabeza del confinamiento por la primera ola del Covid, una granja en Teruel se vio obligada a sacrificar 92.000 visones por un brote de coronavirus. En otras localidades han denunciado a las granjas por sus malos olores, la proliferación de las moscas, los vertidos de sus aguas residuales los ríos y ahora por el temor a que sean una fuente de contagio de Covid-19.

En Estados Unidos, las autoridades mantienen una docena de granjas en cuarentena, mientras deciden el destino de unas 360 mil madres que son las que paren a los cachorros que mantienen a la industria andando. Se calcula que la producción de pieles en 2019 rondó las 2,7 millones de unidades.

¿Por qué la gente sigue comprando abrigos de visón?

Es comprensible que antes del desarrollo de telas sintéticas térmicas, los habitantes de los países con largas temporadas invernales confeccionaran abrigos de piel.

Las preciadas pieles se convirtieron en símbolos de estatus y poder. Los elaborados trajes, sombreros y zapatos confeccionados de marta, visón, chinchilla, zorro eran la muestra irrefutable de las posibilidades financieras de sus dueños.

Pero en el siglo XXI, el uso de la piel es cada vez menos aceptada, al menos en el mundo occidental. Las grandes casas de moda como Prada, Versace, Armani y Channel ya no usan las pieles en sus colecciones. Y desde 2018, la Semana de la Moda de Londres prohibió los desfiles de ropa hecha con pieles.

La influencer Kim Kardashian West mandó a rehacer todas sus prendas confeccionadas con pieles para sustituir la materia prima animal por material sintético. La realeza también rectificó con el anuncio de la reina Isabel II a renunciar a las pieles en todos sus atuendos a partir de 2019.

Esas decisiones son aplaudidas por la población británica, donde el interés por un estilo de vida vegano se ha cuadruplicado entre 2014 y 2019 y el 93% de las personas no usan prendas de piel.

La piedra de tranca china

El gran obstáculo para la eliminación de la industria peletera está en China, que mueve el 80% del mercado y el 35% del gasto mundial en artículos de lujo.

Yann Faure, profesor de sociología de la salud en la École Centrale de Lyon, dijo que China posee más de mil granjas industriales de visón, con una capacidad de entre 10.000 y 50.000 madres cada una. Para satisfacer su demanda de pieles, China mata unos 26 millones de visones al año.

El académico francés señaló que aunque China ha decidido limitar su producción, ofrece facilidades para las operaciones de la industria peletera de Estados Unidos y Dinamarca porque su nueva clase privilegiada no escatima en satisfacer su gusto por la ropa de lujo invernal.

China ha permitido que muchas de las granjas chinas sean de capital privado extranjero, a cambio de que sus empresarios controlen poderosos fondos de inversión agropecuario en América y Europa.

La cría de animales en "condiciones salvajes" en China genera unos 14 millones de empleos y se calcula que un 75% de esos ejemplares se destina a la producción de pieles.

Faure dijo que cuando emergió la crisis del coronavirus, China suspendió el comercio de especies salvajes, pero fue cuidadosa en otorgar una nueva calificación a los visones, zorros y los perros mapaches para que figuren como "especies locales" y no se vean afectadas por la prohibición.

Ante la magnitud de la industria de los visones en China y el intensivo intercambio comercial de animales vivos y pieles, surgen más preguntas que respuestas sobre su conexión con el nuevo coronavirus.

¿Serían los visones y no los murciélagos o los pangolines los responsables de la propagación de la pandemia que ha paralizado al mundo en 2020? ¿El contagio de los visones es apenas el preludio de la aparición de otros virus zoonóticos en los animales de cría que pudieran generar nuevas pandemias?

¿Los desequilibrios naturales causados por el hombre han llegado a un punto de inflexión en el que no encontramos un camino de retorno?

¿Fue la industria de la moda de lujo y no la ingesta de animales exóticos crudos el inicio de una cadena de propagación que no sabemos cómo parar?

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