Las explosivas alegaciones sobre Trump en el libro del exdirector del FBI
¿Una “lluvia dorada”, grosera y antihigiénica grabada en video en una noche de Moscú? ¿Un líder dominado por el ego y apartado de la verdad y la ética dominando Washington? ¿Una revelación fundada en predicciones electorales que acabó torcida políticamente? El polémico libro de una controversial figura política de Estados Unidos sugiere respuestas a esas y muchas otras cuestiones vinculadas al presidente Donald Trump.
No es novedad que Trump es un personaje, y ahora un presidente, construido en el escándalo. Y podría decirse que su imagen mediática y su persona política construida en base a ella se han fundado mayormente en el estupor y el encantamiento, en la estridencia y el rechazo o apoyo viscerales, en el discurso de lo inesperado y punzante. Así ganó las elecciones y así ha gobernado.
Con todo, hay casos en los que el ruido y el zarandeo en torno a Trump llegan a una escala tal que sacuden las mismas estructuras políticas y éticas de Washington y, en general, llevan a la opinión pública a un grado de ebullición.
Un ejemplo, y un compendio de ello, sería el libro de memorias recién publicado por James Comey, exdirector del FBI despedido por Trump, y titulado ‘A Higher Loyalty: Truth, Lies, and Leadership’ (Una lealtad superior: verdad, mentira y liderazgo’).
El libro aborda multitud de asuntos, pero en lo vinculado a Trump, las elecciones de 2016 y la cascada de alegaciones relacionadas, el contenido del libro de Comey podría dividirse, según documentan CNN y otros medios, en varios rubros: su percepción de Trump como persona y líder y las sospechas y cavilaciones de Comey y otros sobre actitudes y acciones de Trump, las reacciones ante supuestos momentos escandalosos protagonizados por el hoy presidente y el tema de la investigación de los emails de Clinton.
El “infame dossier” y la “lluvia dorada”
En el centro del huracán, y del enfado de Trump, sobre la investigación de la injerencia rusa figura un documento, compilado por el exespía británico Christopher Steel y que salió a la palestra a principios de 2017, que contiene afirmaciones que sugieren que Trump podría ser vulnerable a chantaje por parte de Rusia, debido a cosas impropias que el magnate podría haber hecho en ese país.
Mucho de ese contenido en realidad podría ser falso o inverificable, pero un asunto, según Comey, fue especialmente perturbador para el hoy presidente: la historia de que Trump habría estado en una suite de un hotel de Moscú, la misma habitación usada anteriormente por Barack Obama, cuando varias prostitutas rusas orinaron sobre la cama.
Todo agravado por el rumor de que existirían grabaciones de esa escena.
Trump ha negado enfáticamente que eso haya sucedido y, de acuerdo a Comey, una de las razones que él le dio para ilustrarle que esa ofensiva “lluvia dorada” no pudo haber existido es que él le tiene fobia a los gérmenes y por eso no habría podido tener personas orinando una sobre la otra cerca de él. Trump le dijo además a Comey, según las memorias de éste, si le parecía que él fuese un tipo que necesita el servicio de prostitutas, quizá dando a entender que él es tan atractivo que las mujeres gravitan naturalmente sobre él.
Extrañamente, en paralelo a eso, Trump comenzó a citarle a Comey los casos de mujeres que lo han acusado, según él falsamente, de agresión sexual. Luego, como narra The Huffington Post, Trump le había preguntado a Comey qué podía hacerse al respecto de esas alegaciones dado el sufrimiento que le causaban a su esposa Melania.
Trump, líder o ‘capo’
Comey es severo en su juicio de Trump en tanto líder. Dijo que el presidente “es falto de ética y desconectado de la verdad y de los valores tradicionales”. Del liderazgo de Trump, Comey dijo que es “transaccional, movido por su ego y basado en la lealtad personal”. Lo compara a un capo mafioso y dice que en el círculo Trump él tiene “completo control”, existe un silencio obsequioso y se practica la mentira sobre lo que sea “al servicio de un código de lealtad que pone la organización por encima de la moral y la verdad”.
Por añadidura, Comey no deja de comentar sobre el rostro “ligeramente naranja con brillantes medialunas blancas” bajo los ojos de Trump y de cómo, al mirar esas “bolsas blancas”, pensó que Trump “no entendía el rol del FBI en la vida estadounidense”. Y se preguntó si la reticencia de Trump a criticar al presidente ruso Vladimir Putin podría fundarse en que existe “algo más complicado” en la relación entre Trump y Rusia.
Un juicio devastador ciertamente, al que Comey apoya al referir lo que otros le comentaron al respecto, como es el caso de lo que según él le dijo John Kelly, hoy jefe de gabinete de Trump y entonces secretario de Seguridad Nacional, cuando el presidente lo echó del FBI. Según Comey, Kelly le dijo que no quería trabajar para personas sin honor (en alusión, es de suponer a Trump y su entorno) y dijo que iba a renunciar, a lo que Comey le respondió que no lo hiciera porque “el país necesita gente con principios en torno a este presidente”.
Comey además menciona que está mal quedarse callado o sin hacer nada mientras el presidente mina la confianza del público en las instituciones de procuración de justicia, en alusión con el continuo rechazo y hostigamiento que Trump ha hecho al respecto de acciones y dictámenes del FBI, la CIA y otras instancias, cuando el significado de ello no le agrada o no le conviene.
Con todo, como se comenta en The New York Times y The Washingotn Post, el libro de Comey presenta una cruda imagen de Trump, pero no afirma que el hoy presidente haya realizado nada ilegal. Al menos Comey dice no saberlo. Sí afirma sobre Trump que “aunque perturbando y violando normas básicas de un liderazgo ético, eso no llegaría a ser ilegal”.
Sea como sea, es la palabra de Comey y muchos podrán creerla o hallarla falaz. En su tono usualmente agresivo y cáustico, Trump dijo que Comey era una “débil y mentirosa bola de lodo” e incluso lo acusó de filtrar información clasificada y dijo que por ello debería ser procesado legalmente. Desde luego se enorgulleció de haberlo despedido.
James Comey is a proven LEAKER & LIAR. Virtually everyone in Washington thought he should be fired for the terrible job he did-until he was, in fact, fired. He leaked CLASSIFIED information, for which he should be prosecuted. He lied to Congress under OATH. He is a weak and…..
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) April 13, 2018
….untruthful slime ball who was, as time has proven, a terrible Director of the FBI. His handling of the Crooked Hillary Clinton case, and the events surrounding it, will go down as one of the worst “botch jobs” of history. It was my great honor to fire James Comey!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) April 13, 2018
Comey y Clinton
Menos iluminado por los reflectores, aunque con su filo también, ha sido lo dicho por Comey sobre por qué decidió reabrir el caso de la investigación de los emails de Clinton a pocos días de la elección presidencial, una acción que ha sido señalada como una posible causa mayor de la debacle electoral de esa candidata.
En su libro Comey acepta que en la decisión de comunicar públicamente la reapertura de esa indagación por parte del FBI, a menos de dos semanas del día de la elección, habría habido un componente político inconsciente. Lo curioso es que Comey habría admitido que lo hizo porque pensaba que Clinton iba a ganar la elección y no quería que esa victoria quedara deslegitimada si luego se revelaba que el FBI había reabierto la citada pesquisa. Es decir, Comey habría afectado a Clinton no para hacerla perder sino para protegerla porque iba a ganar. El efecto y la historia, con todo, fueron muy distintos.
Otra muestra de que en muchos sentidos el mundo político estadounidense está de cabeza.
Y, para cerrar, no podían faltar entre las alusiones personales a Trump en el libro de Comey la mención de que cuando se reunió con él el rubio pelo del presidente le pareció totalmente suyo y natural, aunque el tamaño de las manos de Trump, en cambio, le parecieron al hoy exdirector del FBI, algo más pequeñas que las suyas.