Lo que revelan las contradicciones de Trump ante el atentado en Londres y los supremacistas y neonazis de Charlottesville

La comunicación de Donald Trump en Twitter y otras plataformas es con frecuencia impulsiva y contradictoria, visceral y ofensiva e, incluso, a contracorriente de las prioridades de su propia Casa Blanca. También es muy influyente y efectiva, alabada o criticada con intensidad a diestra y siniestra.

Es, en muchos sentidos y con todo lo que ello implica, una ventana a su pensamiento y su corazón más que una fuente alineada a estrategias de comunicación institucional y a una rigurosa comprobación de datos y hechos.

Por ello, los contrastes y contradicciones en sus mensajes son reveladores sobre las ideas y actitudes de Trump, algo que se ha ratificado nuevamente al comparar su reacción ante el reciente estallido en un vagón del metro de Londres y su tardía y equívoca reacción ante la concentración de grupos supremacistas y neonazis en Charlottesville, que dejó a una estadounidense muerta.

El presidente de EEUU, Donald Trump. (AP)
El presidente de EEUU, Donald Trump. (AP)

Ambas violencias son condenables, pero la forma en que Trump las ha abordado es notoriamente irregular. Hoy mismo, el presidente estadounidense dijo en Twitter que el atentado en Londres fue obra de un “terrorista perdedor… personas enfermas y dementes que estaban en la mira de Scotland Yard. ¡Se debe ser proactivo!”.

Luego, en otros tuits mencionó que su prohibición de viaje (que afecta a personas de varios países de mayoría musulmana) debería ser más amplio y duro y que los terroristas deberían ser tratados de una manera mucho más ruda. Y al final (antes de pasar a criticar a la cadena de televisión ESPN) alabó el progreso de su gobierno en la lucha contra el Estado Islámico.

Pero al momento de que Trump publicaba esos tuits, las autoridades británicas no habían dado a conocer públicamente información sobre sospechosos ni nadie se había atribuido el ataque. Por ello, ese tuit de Trump sobre lo sucedido en Londres sería irresponsable y lleno de conjeturas (como que el ‘terrorista perdedor’ que habría colocado esa bomba hubiese estado bajo vigilancia de Scotland Yard y que, se infiere, pese a ello, no se hizo nada para detenerlo).

Una reacción prematura y especulativa que incluso fue criticada, como informó The Guardian, por la primera ministra británica Theresa May, quien señaló: “Nunca he pensado que es de ayuda para nadie especular sobre lo que es una investigación en marcha”.

Pero Trump no esperó a que se conocieran a cabalidad esos hechos y su autoría y, como se comentó en CNN, en realidad saltó a comentar sobre ese ataque en Londres para dar relevancia a su posición: se debe ser más rudo y proactivo ante los terroristas y establecer prohibiciones de viaje más amplias.

La pertinencia de esas medidas es otro asunto, pero aludir a ello cuando en el caso de Londres aún no hay claridad sobre lo que pasó y quién lo cometió resulta cuestionable. Incluso, en el supuesto de que tenga información al respecto que le hubiese sido compartida por la inteligencia británica, revelar algunos de sus detalles antes de se emita una posición formal del gobierno del Reino Unida vulnera los protocolos en los que se funda mucho de la colaboración entre aliados, algo clave en la lucha contra el terrorismo y en muchas otras cuestiones.

Una bomba de fabricación casera estalló en un vagón del metro de Londres. No provocó fallecimientos pero sí dejó una veintena de heridos. (AP)
Una bomba de fabricación casera estalló en un vagón del metro de Londres. No provocó fallecimientos pero sí dejó una veintena de heridos. (AP)

En contrapartida, Trump no emitió en esos tuits, por ejemplo, ningún mensaje o solidaridad hacia los heridos en Londres, ni una oferta específica de apoyo a May y su gobierno.

Muy diferente fue su reacción tras el ominoso cónclave neonazi en Charlottesville, sucedido en territorio estadounidense en julio pasado. Entonces, Trump tardó mucho en ofrecer una reacción coherente de repudio a esos grupos racistas y fascistas, pretendió homologar a los agresores con los agredidos (personas que allí se manifestaban en su contra de los ultraderechista) al señalar que hubo “responsabilidad” de ambas partes y, de plano, dijo que no hizo una condena de esos grupos de odio antes porque “no conocía todos los hechos”, como se informó en su momento en USA Today.

Pero no conocer los hechos a fondo no le impidió comentar sobre la autoría del atentado de hoy de Londres y, en ambos casos, su comunicación fue muy poco empática con las víctimas. La madre de la joven asesinada en Charlottesville por un supremacista blanco dijo, en su momento, que no hablaría con Trump luego de que él equiparó a los racistas y neonazis con los que protestaban contra ellos, como fue el caso de su hija, indicó The New York Times.

Porque aunque existen grupos violentos de ultraizquierda en Estados Unidos, y su violencia es también condenable, la inmensa mayoría de los que protestaron contra el fascismo y el racismo en Charlottesville no eran parte de ellos y, en cambio, el cónclave de ultraderecha que los agredió estaba colmado de racistas, neonazis y supremacistas blancos.

Miembros del KKK encaran a manifestantes antirracistas en Charlottesville, Virginia. (Reuters)
Miembros del KKK encaran a manifestantes antirracistas en Charlottesville, Virginia. (Reuters)

La asimetría entre ellos es patente, aunque Trump insista en que hay culpa equiparable en ambos bandos.

¿Por qué esos vaivenes y contradicciones? En el fondo, es posible que la línea de Trump en muchos de sus mensajes y comunicaciones sea mucho más homogénea de que lo que parece. Pero esa coherencia no hay que buscarla en las formas de comunicación institucional, en los modales político-diplomáticos o en la empatía hacia los afligidos sino en las preferencias y obsesiones personales, en las ideas y visceralidades del propio Trump. Sus mensajes en Twitter y otros entornos suelen ser más un ejercicio individual de autoafirmación, un mirarse y hablarse al espejo ante una audiencia global, que un instrumento profesional y efectivo de comunicación institucional.

Sea como sea, la violencia del terrorismo islamista y la del supremacismo blanco son ambas repudiables y ante ellas, y otras formas de totalitarismo y brutalidad, se debe sin duda responder con firmeza, legalidad e inteligencia para proteger a la sociedad, desactivar extremismos y asistir y dar apoyo solidario a las víctimas.

Sigue a Jesús Del Toro en Twitter: @JesusDelToro