Las caras de la inmigración venezolana en Colombia

Con la crisis han llegado a Colombia unos 550.000 venezolanos, a los que se suman 37.000 que cada día cruzan la frontera, muchos de los cuales lo hacen en busca de alimentos y medicinas. EFE/Archivo
Con la crisis han llegado a Colombia unos 550.000 venezolanos, a los que se suman 37.000 que cada día cruzan la frontera, muchos de los cuales lo hacen en busca de alimentos y medicinas. EFE/Archivo

Por Jenny Rozo Herrera

Bogotá, Colombia

Cada día aumentan los venezolanos que vienen a Colombia en busca de una mejor calidad de vida económica, de salud y de seguridad, principalmente, en medio de la tensión que vive el país vecino. Algunos con un capital mayor llegan a invertir, mientras que otros, tuvieron que dejar sus empleos y ahora “aventuran” en Colombia con ganas de no dejarse vencer por la situación de su país.

Yahoo en Español habló con algunos de ellos, ejemplo de las diferentes caras que está dejando la inmigración venezolana.

A invertir y a traer conocimiento y tecnología

Los esposos venezolanos Tomy Gutiérrez y María Eugenia Terán querían expandir su empresa RD-Max, de radiología oral y maxilofacial. A esta área de la salud se han dedicado por más de 12 años, en su natal Barquisimeto, estado Lara, centro de Venezuela. Colombia y España eran sus principales opciones. Finalmente escogieron a Colombia. “Como grupo familiar ya teníamos un proyecto en mente, y mi esposa ya estaba dictando cursos aquí. Nos decidimos por Colombia por lo cerca que nos queda para seguir manejando nuestras empresas en Venezuela”, explica Gutiérrez.

Tomy Gutiérrez, propietario de la empresa RD-Max, considera que para los colombianos es un “momento de entendimiento, de apoyo y de romper barreras, porque los colombianos tampoco están acostumbrados a recibir, están aprendiendo a hacerlo”. Foto/Jenny Rozo Herrera
Tomy Gutiérrez, propietario de la empresa RD-Max, considera que para los colombianos es un “momento de entendimiento, de apoyo y de romper barreras, porque los colombianos tampoco están acostumbrados a recibir, están aprendiendo a hacerlo”. Foto/Jenny Rozo Herrera

Pero cuando llegaron a Colombia, hace ya dos años, la situación en Venezuela se agravó, asegura. “Nunca nos imaginamos que iba a llegar a ser una situación tan difícil la que hay ahora en Venezuela, en todos los aspectos. Cuando nos vinimos, todavía no estaba tan fuerte. Ahora hay una diferencia social. Cuando tú vas a Venezuela ves de todo: Los que tienen, tienen, y los que no, no tienen. Es lamentable y así es”, señala.

El primer año y medio en Colombia, junto a sus hijos, de 15 y 5 años, fue un tiempo de asentamiento en Bogotá, donde están radicados. Y hace 5 meses hicieron realidad su expansión fuera de Venezuela, con una sucursal en la capital del país. “En muy poco tiempo hemos tenido una receptividad general enorme, tanto de profesionales venezolanos y por supuesto más porque el volumen de profesionales colombianos es mayor en el área de odontología”

Cada dos meses van a Venezuela a supervisar sus empresas de radiología. “Para mantener una empresa es difícil. La palabra que podemos decir ahora es que se mantienen, en el rubro en el que estamos. No es algo que está produciendo, o que te va a dar ganancias”, agrega.

Sostiene que la mayoría de sus compatriotas que han salido de Venezuela, están “trabajando, buscando una oportunidad, porque estamos viviendo una situación que nunca habíamos vivido. No somos un país de salir, hemos sido un país de recibir. En Venezuela hay colonias de todo”

Empezando de cero

Para Roberto Carlos Córdoba ha sido empezar de cero en Colombia, después de estar en una zona de confort en Venezuela. “Creo que ningún venezolano quiso salir del país, todos salimos obligados. La mayoría de personas que está llegando a Colombia desde Venezuela son personas profesionales, que tenían un estatus de estabilidad. Tenían su trabajo, su casa, su negocio. Y son personas que prácticamente todo lo regalan. Hay historias de personas que vendieron la casa y los carros, y les ha alcanzado para vivir en Colombia dos meses”.

Para Roberto Carlos Córdoba, la idea es que los venezolanos que lleguen aporten a Colombia, lo mismo que ocurrió cuando muchos colombianos emigraron a su país. “Siempre los inmigrantes traen otras perspectivas, y eso es bueno. Somos nuevos en emprender, pero hay que partir de un talento, y sí hay opciones”. Foto/Jenny Rozo Herrera
Para Roberto Carlos Córdoba, la idea es que los venezolanos que lleguen aporten a Colombia, lo mismo que ocurrió cuando muchos colombianos emigraron a su país. “Siempre los inmigrantes traen otras perspectivas, y eso es bueno. Somos nuevos en emprender, pero hay que partir de un talento, y sí hay opciones”. Foto/Jenny Rozo Herrera

Hijo de colombianos, ya lleva tres años aquí, con su esposa, Roseli Toro. Llegaron a Colombia con un capital producto de la venta de sus bienes en Venezuela: carros y apartamento. La primera intención fue buscar empleo, pero no encontraron, y como consecuencia, los ahorros se les acabaron. Pero hace dos años y medio decidieron emprender con una empresa de mensajería urbana en Bogotá.

Cuando vinieron a Colombia, era un grupo más o menos de 300 venezolanos. “Estamos en un intermedio de gente que emigró. Son pocos los que tienen más tiempo que nosotros, como 8 o 12 años. Los más nuevos tienen meses, lo más común”, de acuerdo con Córdoba.

Toro, por su parte, afirma que primero llegaron de vacaciones para estudiar cómo era el mercado y la sociedad. “Desde primer momento Bogotá me gustó. Volvimos a Venezuela, y tardamos un año en la planeación”.

La familia de ella también vino a Colombia, mientras que la mamá de Córdoba sigue en Venezuela. “Mi mamá sí se quedó en Venezuela. Cada día es más difícil que salga porque es una persona mayor. Vende su apartamento y con lo que vende, por la devaluación, no se compra ni siquiera una habitación aquí. Estos son los casos más difíciles que hay allá, generalmente es la gente más mayor la que se queda, que tiene pocas posibilidades en otra parte para empezar de cero”.

De un buen trabajo a vivir con lo que salga

La falta de medicamentos para atender el cáncer de piel y el lupus que padece, fue la razón por la que Aurimar Castillo y su esposo, José Sánchez, llegaron a Colombia. Tuvieron que salir de su país y lo más cercano que tenían era el país vecino. Y vinieron a aventurar. “Llevamos cinco meses. En Venezuela, no hay medicamentos y tuve recaídas. Llegamos a Bogotá y, como somos cristianos, buscamos una iglesia cristiana que nos ayudara. Nos hicieron el enlace con una persona, que nos dio el alojo porque éramos venezolanos. Y de allí vivimos en una habitación”, narra Aurimar.

“Preferimos sobrevivir aquí en Colombia, que morir en Venezuela, ya sea de hambre o del desespero”, expresó José Sánchez. Foto: Jenny Rozo Herrera
“Preferimos sobrevivir aquí en Colombia, que morir en Venezuela, ya sea de hambre o del desespero”, expresó José Sánchez. Foto: Jenny Rozo Herrera

“Como tenemos dos hijos, nos dio mucho miedo. Si nosotros nos enfermamos, vemos cómo resolvemos, pero los niños no aguantan. Si nos quedábamos ahí, era propensa a que la enfermedad avanzara. Tuvimos muchas personas cercanas que murieron. Murió una persona cercana porque le dio un derrame pleural y no tenía las medicinas, otra murió en el quirófano porque le faltó oxígeno que no había en el hospital”, cuenta esta pareja.

De ser ella, asesora de seguros, y él, empleado en una empresa donde fabrican sistemas de tuberías, pasaron a trabajar, día a día, en lo que vaya saliendo. Un día venden, otro día limpian casas. Afirman que los colombianos los han recibido bien pero que son cerrados a darles un empleo. Según ellos, porque hay otros venezolanos que han venido a perjudicar al país.

Jóvenes en busca de futuro

Casi un año que Leonardo vive en Colombia. Trabajaba como diseñador gráfico en Venezuela, pero el dinero no le alcanzaba. Por ahora conduce un bicitaxi. “Uno trabajaba sólo para sobrevivir. Preferí salir porque quería buscar un futuro mejor, ya que la situación de mi país, no daba más”.

Leonardo es uno de los muchos jóvenes que buscan mejorar sus condiciones de vida. Foto/Jenny Rozo Herrera
Leonardo es uno de los muchos jóvenes que buscan mejorar sus condiciones de vida. Foto/Jenny Rozo Herrera

Mientras, Isvel Santamaría trabaja como voluntaria en Fundacolven, la fundación que ayuda a los venezolanos en Colombia. “Hay dos realidades en Venezuela: la inseguridad y la situación económica. Obviamente nos estaba afectando la cuestión económica, pero estábamos todavía sustentables. Pero es trabajar y que al día siguiente no puedas salir a la calle a disfrutar porque la delincuencia está insoportable. Y, además, la parte de salud. Mi mami casi muere hace un año por negligencia médica. Así que fueron muchas cosas que ya nos estaban perturbando”, dijo. Para sostenerse en Colombia, hace almuerzos con su hermano mayor, que vino con ella, y los entregan a domicilio.