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Las 6 ciudades de EEUU con mayores probabilidades de ser blanco de un ataque nuclear

Los tiempos de severo temor por la posibilidad de una guerra nuclear parecen hoy lejanos, y los momentos en que los niños en la escuela eran entrenados en fútiles ejercicios de protección contra un ataque atómico lucen cosa del pasado.

Pero aunque la posibilidad de un holocausto nuclear ha menguado, aún existe. Y, ante ello, de acuerdo a expertos citados por Business Insider, las 6 ciudades de EEUU que tendrían más posibilidades de ser blanco de un ataque atómico no están preparadas para encarar esa ominosa y estremecedora realidad.

Aunque muy poco probable, un ataque nuclear contra una ciudad de EEUU no es imposible. (US Department of Energy)
Aunque muy poco probable, un ataque nuclear contra una ciudad de EEUU no es imposible. (US Department of Energy)

Nueva York, Chicago, Houston, Los Ángeles, San Francisco y Washington DC son las urbes que, de acuerdo a ese reporte, podrían ser blancos más probables de un hipotético ataque con armas atómicas, pero ninguna de ellas podría actuar de modo efectivo para atender a los sobrevivientes, tratar a los heridos y encarar el grave y duradero problema de la radiación. Ninguna de esas ciudades, además, cuenta ya con refugios nucleares donde la población pudiera refugiarse.

La Agencia Federal de Control de Emergencias (FEMA) considera un ataque atómico entre los 15 escenarios de desastre que pueden afectar al país y ha establecido lineamientos y estrategias para encararla.

Incluso cuenta con información para educar al público al respecto y da tres consejos clave en caso de que se dé ese apocalíptico peligro: estar bajo techo, quedarse allí y mantenerse en sintonía con la autoridad. Y también indica qué hacer antes, durante y después del ataque, que va desde buscar un albergue o refugio y contar con un kit de supervivencia hasta qué hacer en el momento de la detonación nuclear si se encuentra en exteriores o bajo techo (en general buscar protección detrás o debajo de estructuras o dentro de edificios) y esperar bajo techo hasta que haya pasado la caída de cenizas y otros residuos radioactivos (lo que podría comenzar unos 15 minutos tras la explosión), retirar ropa contaminada y bañarse de ser posible.

Claro está, las recomendaciones lucen simples en el papel, pero el intensísimo estrés y devastación en ese escenario es de tal magnitud que es difícil imaginar lo que la población realmente podría lograr en caso de un ataque así.

Y lo mismo en los momentos posteriores, cuando según los expertos citados por Business Insider, esas seis ciudades (y, es de suponer, otras que sufrieran ese terrible golpe) no estarían en capacidad de atender a los sobrevivientes en la inmensa magnitud que sería requerida.

El mero golpe del estallido en un centro urbano densamente poblado causaría una destrucción inenarrable. Una bomba como la que devastó Hiroshima causaría en Nueva York, según expertos, entre 50,000 y 100,000 muertos y cientos de miles de heridos. Otros sitúan la cifra inicial de fallecimientos en 225,000 con cientos de miles de heridos. Cantidades que colapsarían por completo la capacidad de atención médica no solo de esa ciudad sino de todo el estado de Nueva York.

Por añadidura, aunque FEMA tiene sus lineamientos, ni esa entidad ni ninguna otra instancia del gobierno contaría con un plan adecuado, dijo Irwing Redlener, experto en preparación y reacción ante desastres de la Universidad de Columbia.

Una señal sobre la ubicación de un refugio nuclear, para protegerse dela caída de cenizas radioactivas en Nueva York. Expertos consideran que los pocos refugios que quedan son inadecuados e insuficientes. (AP Photo/Mary Altaffer)
Una señal sobre la ubicación de un refugio nuclear, para protegerse dela caída de cenizas radioactivas en Nueva York. Expertos consideran que los pocos refugios que quedan son inadecuados e insuficientes. (AP Photo/Mary Altaffer)

Las seis ciudades bajo mayor amenaza (Nueva York, Chicago, Houston, Los Ángeles, San Francisco y Washington DC) serían los blancos más probables de un ataque nuclear porque, indicó Redlener, esas urbes son centros de gran densidad poblacional y cuentan con infraestructura e instalaciones gubernamentales de enorme importancia. Y aunque existen en cada ciudad esquemas de reacción ante desastres (por ejemplo terremotos, tornados, inundaciones, incendios o atentados), muchas no incluyen dentro de sus escenarios un ataque nuclear.

El costo y hasta la tensión social inherentes a mantener activos y aprovisionados refugios en caso de un ataque nuclear son elevados y por ello, desde hace décadas, las ciudades han dejado de operarlos.

Ciertamente hay una muy baja posibilidad de que un arma atómica sea lanzada y detonada contra una ciudad estadounidense, pero eso no significa que sea imposible. Por ejemplo, el famoso ‘Reloj del Fin del Mundo’ que ha sido mantenido por décadas por el Boletín de Científicos Atómicos para ilustrar el riesgo de una devastación global incluye como graves amenazas el cambio climático tanto como el holocausto nuclear. Y actualmente el reloj marca dos minutos antes de las doce, es decir un muy alto peligro.

Y basta señalar que el desarrollo de armas nucleares y misiles balísticos de Corea del Norte han causado fuerte inquietud, por la posibilidad de que pudiese lograr contar con armas que alcanzaran territorio estadounidense. Tampoco puede descartase la posibilidad de que terroristas se hagan de bombas atómicas (o bombas sucias de menor poder explosivo pero alta contaminación radioactiva) y atenten contra un centro urbano.

El enorme pánico que se sufrió en Hawaii hace meses cuando se lanzó por error una alerta de ataque de misiles muestra el temor a esa ominosa posibilidad es extenso.

Con todo, pese a lo terrible que sería enfrentar un ataque nuclear, expertos afirman que la información básica puede salvar muchas vidas al prevenir que personas que sobrevivieron a la detonación se expongan a la contaminación exterior. Permanecer bajo techo es, con toda su simplicidad, una medida que puede ser clave entre la vida y la muerte.

Velas iluminan en Japón el Memorial de la Paz en Hiroshima, que recuerda a las víctimas del ataque con bomba nuclear de EEUU que sufrió esa ciudad, y Nagasaki, en 1945 al final de la Segunda Guerra Mundial. (AP Photo/Chiaki Tsukumo)
Velas iluminan en Japón el Memorial de la Paz en Hiroshima, que recuerda a las víctimas del ataque con bomba nuclear de EEUU que sufrió esa ciudad, y Nagasaki, en 1945 al final de la Segunda Guerra Mundial. (AP Photo/Chiaki Tsukumo)

Y también lo es el despliegue de equipos de ayuda, desde guardias nacionales hasta paramédicos, bomberos, policías y otros grupos de apoyo, que enfrentarían situaciones de caos, alto riesgo para ellos mismos y, en las circunstancias actuales, enormes problemas de coordinación y toma de decisiones.

Por ello, resulta clave que las autoridades en los diferentes niveles cuenten con planes y recursos para poder reaccionar en el poco probable pero posible caso de encarar un ataque nuclear, tal como lo hacen en caso de otros desastres.

Y, sobre todo, es imperativo impulsar el desarme nuclear y la no proliferación de esas armas. Eliminarlas es la mejor manera de evitar el riesgo de un holocausto atómico. Y aunque se han reducido su número, en comparación con las que las potencias tenían en las décadas de 1970 y 1980, aún subsisten y son ansiadas por nuevos países. Mientras subsistan el riesgo de que lleguen a usarse no puede descartarse y por ello su eliminación es la única verdadera protección contra una devastación atómica.