Condenado un cirujano por grabar sus iniciales en los hígados de dos pacientes

Los límites de la ética están muy claros en una profesión como la medicina y el cirujano, Simon Bramhall, los sobrepasó sin contemplaciones.

Hace alrededor de cinco años, el doctor cometió una de las rarezas más indignantes de su gremio: grabó sus iniciales, ‘SB’, en los hígados de al menos dos de sus pacientes. Con la llegada del nuevo año, este acto bizarro donde los haya recibió una pena que no dejó satisfechos a aquellos que pasaron por su quirófano, y es que los 13,700 dólares de multa y las 120 horas de trabajos sociales se antojaron insuficientes para ellos.

Simon Bramhall se vio obligado a dejar de ejercer tras sus acciones.
Simon Bramhall se vio obligado a dejar de ejercer tras sus acciones.

El Hospital Queen Elizabeth de Birmingham no dudó en prescindir de sus servicios en 2014 después de que Bramhall confesara que había grabado sus iniciales con láser de gas argón coagulador en los hígados de dos de sus pacientes. Tuvo que ser otro médico que intervino a uno de ellos el que observara unas marcas extrañas en el órgano y rápidamente informó al hospital. Aquellas dos letras dejaban poco lugar para las dudas al coincidir con la persona que le había operado con anterioridad.

Cuando Bramhall fue descubierto, aceptó su expulsión del centro y declaró que sus acciones habían sido un error. En una ocasión, mientras el cirujano usó el láser coagulador que debía haber usado para detener hemorragias, la enfermera le preguntó qué hacía y él contestó: “Es algo que hago”.

Una de las víctimas de Simon Bramhall afirmó haberse sentido “violada”.
Una de las víctimas de Simon Bramhall afirmó haberse sentido “violada”.

La indignación de sus víctimas tiene su origen en el sentimiento de haberse sentido “violadas”, mientras que el juez del caso, Paul Farrer, concluyó que aunque las acciones de Bramhall habían sido un “abuso de poder y una traición, las dos operaciones habían sido largas y duras. Por lo que aceptó que en ambas ocasiones estabas “cansando y estresado”, dos situaciones que pudieron “afectar su razonamiento”, declaró Farrer. “Esta conducta nació de una arrogancia profesional de tal magnitud que se convirtió en comportamiento criminal”, sentenció tras dejar claro que no supusieron un peligro para sus víctimas.