La revolución de las máquinas médicas digeribles

Muchas veces, lo ideal para hacer un diagnóstico o tratar a un paciente es hacerlo desde dentro, para poder inspeccionar e interactuar con lo que pasa en el interior de los órganos del enfermo. En cierto modo, eso es lo que de modo indirecto buscan diferentes tecnologías de visualización, de los rayos X a la tomografía y la resonancia magnética, y de forma directa la endoscopía y la cirugía poco invasiva que utiliza pequeñas cámaras de video para ver los órganos sin tener que abrir en canal al paciente.

Pero investigadores de la universidad Estatal de Arizona tienen una propuesta que podría comenzar a abrir nuevos horizontes en el ámbito de la salud: las máquinas médicas digeribles.

De acuerdo a un comunicado de esa institución, investigadores lograron crear un artilugio eléctrico –un supercapacitor– que un paciente puede ingerir y que, una vez en el aparato digestivo del individuo, sería capaz de exterminar las bacterias E. coli (responsables de graves infecciones). Incluso el aparato podría portar una microcámara que permita a los médicos ver el interior del cuerpo del paciente.

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Investigadores de la Universidad Estatal de Arizona elaboran un prototipo de máquina médica digerible. (Captura de video/Vimeo-ASUNow)

Un dato muy curioso es que esas máquinas médicas son digeribles y pueden construirse con carbón activado y hoja de oro, bebidas Gatorade o Monster, queso, alga marina, clara de huevo, gelatina o salsa barbecue. Esos materiales e ingredientes conducen electricidad y por tanto pueden realizar funciones por cierto tiempo. El suficiente para atacar, bajo la supervisión de un médico, microorganismos nocivos dentro del cuerpo, transmitir imágenes con una cámara y luego ser digeridos.

La base del concepto es que bacterias como la E. Coli pueden ser eliminadas con electricidad, como menciona el portal Vocativ.

Ciertamente, una persona que vea hoy esas máquinas médicas digeribles presumiblemente no las encontrará muy apetecibles, aunque quizá tengan buen sabor, pues aún se encuentran en sus etapas iniciales de desarrollo. Y, en realidad, la innovación lograda en la Universidad Estatal de Arizona ha sido probada principalmente fuera de un ser humano, matando bacterias en una caja petri, y en un experimento en el que uno de los investigadores se ofreció como conejillo de indias y se tragó uno de sus capacitores comestibles para mostrar que éste era capaz de funcionar una pequeña cámara dentro de su estómago.

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El supercapacitor hecho de queso, alga, Monster y demás es probado en la Universidad Estatal de Arizona. (Captura de video/Vimeo-ASUNow)

Pero el objetivo es hacer a esos equipos cada vez más pequeños, potentes y, es de esperar, deliciosos, para realizar una mayor cantidad de tareas médicas con los menos efectos secundarios posibles.

Lo que han mostrado los creadores de esos instrumentos, el profesor Hanqing Jang y sus alumnos Wenwen Xu y Xu Wang de la Universidad Estatal de Arizona, es que es posible crear máquinas médicas digeribles, hechas literalmente con una receta especifica, que conduzcan la electricidad y puedan ser introducidas con bajo riesgo en el cuerpo de pacientes, evitando con ello la necesidad de endoscopias, cirugías u otras intervenciones. Y todo con materiales biodegradables.

Así que quizá en una cita médica en el futuro usted pueda elegir el sabor y el valor nutricional de la maquinita médica que deberá tragarse para atender su problema estomacal.

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