La razón por la que esta madre coraje quedó colgada de las escaleras

La historia de Rosalín Guillermo refleja a la perfección a una población centroamericana capaz de cualquier sacrificio con tal de encontrar una vida mejor. Original de Guatemala, esta madre de dos hijos - Carlitos y Candy - perdió a su marido y vendió todo lo que tenía para comenzar el viaje más importante y tedioso de sus vidas: intentar cruzar a Estados Unidos. Para ello debía recorrer su país a pie y en vehículos harto incómodos. Luego cruzar la frontera a México y después buscar la manera de acceder a EE.UU. consciente de que la Administración Trump está ejecutando una política de tolerancia cero en la que además de no dejar entrar a migrantes, tampoco tiene miramientos con separar a familias durante el proceso. Pero eso a Rosalín no le frena los pies, porque todo es mejor que la falta de oportunidades que durante años formaron parte de su día a día. El Río Suchiate marca la frontera occidental entre México y Guatemala. Suchiate es un derivado de las palabras “Xochi atl”, de la lengua náhuatl, y significa “agua de flores”. Durante varios días, lo único que encontró Rosalin fueron espinas, barreras y diferentes obstáculos mientras formó parte de la caravana migrante compuesta por miles de personas que quedaron varadas en el puente Dr. Rodolfo Robles, que separa la urbe guatemalteca, Tecún Umán, de su vecina mexicana, Ciudad Hidalgo. Rosalín y su hijo Carlitos estaban al inicio de la fila humana para acceder a México, sin embargo, Candy había quedado rezagada. Cuando madre e hijo retrocedieron a encontrarse con la pequeña, el paso fronterizo dejó de fluir. Se cortó el acceso a México y Rosalín había perdido la oportunidad de entrar en Chiapas por tierra. Entonces esperó. Aguardó con gruesas barras de acero a los lados y rodeada de personas hacinadas en un puente sin salida. Contó las horas con pocos víveres con la esperanza de que el paso fronterizo volviera a abrirse y así el flujo de migrantes circulara de nuevo. Pero su avituallamiento se terminó y cuando el hambre comenzó a notarse, se vio obligada a tomar una decisión. Varios jóvenes lograron hacer un agujero al puente y la alternativa de llegar a Ciudad Hidalgo por el río cada vez fue más viable para los desesperados centroamericanos. Muchos saltaban al agua y otros accedían a través de una escalera a embarcaciones furtivas por las que había que pagar una cantidad de dinero para ser sus pasajeros. Rosalín optó por esta opción y una vez en el barco improvisado, esperó a que otras personas ayudaran a sus hijos a bajar. La escena, relatada por la CNN, fue el nexo entre los que se lucran por ofrecer sus servicios y la solidaridad de los que no esperan nada a cambio. La embarcación salió hacia Ciudad Hidalgo y Rosalín siguió su ruta junto a sus dos hijos. Su premisa es la de mirar hacia delante y huir de las garras del narcotráfico, de la violencia y de un futuro sin oportunidades para sus hijos. Pretende que Carlitos y Candy tengan la opción de estudiar y forjarse como personas desde la intelectualidad, desde el conocimiento. Pero para ello le queda llegar a la frontera con EEUU, es decir recorrer de cabo a rabo la vasta extensión de México. Pero sobre todo, le falta cruzar el borde con EE.UU. ese lugar en el que los tres son personas non gratas ya que no son más que tres números más, tres cifras insignificantes para la magnitud de inmigrantes. El puente Dr. Rodolfo Robles no será el único obstáculo que le quede a Rosalín. Frente a ella quedan kilómetros de incertidumbre, de todo tipo de riesgos relacionados con aquellos que se quieren aprovechar de la necesidad de dejarlo todo atrás y no querer quedarse a medio camino. Aunque no tenga pasaporte, aunque no sepa lo que realmente le espera en el momento en que llegue a la frontera. Todo por formar parte de la lista de los que lo consiguieron, de los que lo sacrificaron todo para darles a sus hijos un mejor porvenir.