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La pérdida de fauna y el aumento de temperaturas hacen crecer las poblaciones de garrapatas

Las garrapatas no son animales que tengan buena fama. De manera merecida, porque contagian un gran número de enfermedades – en términos técnicos se dice que actúan como vector en enfermedades zoonóticas, que son las que se transmiten de animales a humanos. Bien, pues la ciencia tiene una mala noticia: debido a la pérdida de fauna y el aumento de temperaturas las cosas van a ir a peor. Como se explica en un artículo reciente, estos factores actúan de manera sinérgica, amplificando los efectos del otro respectivamente.

Lo del aumento de temperaturas puede ser sencillo de entender, pero lo de la fauna parece un contrasentido, ¿no? Si hablamos de enfermedades que pasan de los animales a los humanos, y hay menos animales, tendría que haber menos contagios. Para entender por qué no es así, primero hay que hablar del estudio.

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Los investigadores han empleado dos análisis distintos. Por una parte, modelos de simulación de pérdida de fauna y de cambio climático. Una vez comprobaron que los modelos respaldaban su “idea de partida”, su hipótesis de trabajo, pasaron a la parte experimental.

Que no resultó simple. Porque se trata de un problema global, con mayor número de garrapatas en todos los lugares del planeta, y más ataques a humanos. Las enfermedades, sin embargo, no son las mismas: la enfermedad de Lyme se da principalmente en norteamérica, la alergia a las carnes rojas en el norte de los continentes, fiebres hemorrágicas en países con climas más cálidos… Y tampoco se puede realizar el experimento en todo el planeta.

Así que tuvieron que escoger un lugar concreto del mundo. Kenia les proporcionaba todo lo que necesitaban: abundante fauna salvaje, grandes espacios, y garrapatas portadoras de enfermedades muy fáciles de identificar. Así que diseñaron allí sus campos experimentales.

Lo que hicieron fue dividir el terreno en cuatro tipos de sistema. Cada uno de ellos estaba preparado para dejar entrar sólo un tamaño de fauna. En el más pequeño roedores tipo ratón, en el segundo lo mismo más liebres y pequeños antílopes, el tercero permitía además la entrada de fauna de tamaño medio, y el último – el control – sólo impedía que pasase la megafauna, tipo elefantes o jirafas, ya que complicaría en exceso el experimento.

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La idea detrás de este diseño es muy interesante. A nivel de conservación de la naturaleza, se sabe que la megafauna – o incluso la mesofauna, la de tamaño intermedio – es la más amenazada. Pero de cara a parásitos como las garrapatas también es un factor importante. Cuanto más pequeño sea el animal, más en contacto están las garrapatas entre sí, lo que permite transferencias de parásitos.

Bien, pues lo que comprobaron es que el número de garrapatas infectadas aumentaba justo en los espacios en los que se impedía la entrada de animales de gran tamaño. Y de manera notable. Pero no sólo eso. No todos los campos experimentales tenían las mismas condiciones de humedad y temperatura. Y los que más se parecían a lo que esperamos encontrar por culpa del cambio climático, más garrapatas infectadas encontraban.

Con estos resultados ya podemos explicar por qué menos fauna implica mayores problemas de garrapatas. Cuando la fauna que queda es de menor tamaño, y en menor número, la cantidad de garrapatas infectadas es mayor. Pero también la transmisión de garrapatas, el hecho de que estos parásitos saltan de una presa a otra. Esto es lo que nos pone a los seres humanos en peligro.