La penosa imagen que tienen las mujeres extranjeras de México: "vivir aquí, es vivir con miedo"
Cuando Mayuli Morales llegó desde Cuba a México hace 26 años, los mismos habitantes de la Ciudad de México le dijeron que había que caminar rápido y mirar para atrás si quería evitar algún robo o acoso en la capital del país, como si la inseguridad dependiera de ella. "Eran una serie de precauciones que en 1994 nos parecían tremendas, pero ahora vemos esos años y pensamos que parecía más segura y creo que sí lo fue en cierto modo, dado la crisis que vivimos ahora", dice en entrevista.
La profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en Iztapalapa, al sur de la Ciudad de México, ve enormes diferencias en cuestión de la violencia que enfrenta la ciudadanía y las mujeres. Tiempo después de que se estableciera en México, también trajo a su hija de 4 años, pero tenerla en el país le generaba angustia porque todos le alertaban sobre el robo de niños y la Ciudad de México vivía una mala fama por ser sumamente insegura. Culturalmente era un choque, porque en Cuba los niños están muy sacralizados, recuerda, y cuidarlos es una cuestión que atañe a toda la sociedad.
Como Mayuli, muchas mujeres extranjeras que residen en el país por cuestiones académicas o laborales, enfrentan diferencias culturales solo por ser mujeres en México. En el país viven 1 millón sesenta mil migrantes extranjeros que conforman el 0.85 por ciento de la población, de acuerdo con cifras de enero 2020 de las Naciones Unidas y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). De esta cifra la mayoría proceden de Estados Unidos y la mitad de migrantes son mujeres (49.85 por ciento).
Para Melissa, procedente de Amberes en Bélgica, uno de esos choques fue darse cuenta que, en Guadalajara, donde reside desde hace tres años, tiene que avisar por mensaje a su pareja cuando sale y llega de la calle por precaución. "Para salir a lugares públicos en Bélgica ahí no se toman precauciones, solo es llevarte tu celular y cualquier cosa mandas un mensaje", explica Melissa que es psicóloga y terapeuta familiar. La mujer belga menciona que las mujeres en su país para salir de noche se movilizan sin problema en transporte público o en bicicleta desde los 15 años de edad.
"Cuando se oscurece sí evito salir mucho a la calle, por lo menos si no estás cerca de tu casa, porque esperar al transporte público en la parada se vuelve una situación tensa y no veo viable el uso de una bicicleta en una ciudad como Guadalajara”, explica sobre la ciudad al oeste de México.
Otras violencias
Ana Ku y Marcela Espinosa estudian la maestría de Género en el Colegio de México y ambas son de Colombia. Ellas coinciden en que las medidas que se tomaban en su lugar de origen se relacionaban más con la inseguridad por el conflicto armado, que por ser mujeres.
"En Colombia muchos de los feminicidios ocurren en el marco del conflicto armado y eso le da un tinte particular, no es que aquí no ocurran como parte del contexto de violencia, pero se le ha visibilizado de otra manera", dice Ana Ku que lleva un más de un año y medio como habitante de la Ciudad de México.
Marcela explica que la violencia en Colombia se normalizó a raíz de la guerra interna que duró 50 años. "La diferencia es que nunca había sentido tanto miedo de ser mujer en Bogotá. Tenía temor de que me robaran dinero, aquí salgo con temor por el acoso callejero, por la desaparición o por feminicidio", dice en entrevista.
Una diferencia que destaca Marcela es que la realidad en México supera cualquier política pública y le sorprende que algunos programas son creados para atender problemas tan irreales. "Aquí se inventó el término del feminicidio. Siento que la realidad sobrepasa cualquier programa de prevención de violencia y es algo que se ha visibilizado a diferencia de Colombia", menciona Marcela.
Marcela y Ana mencionan que sus conocidos que residen en Colombia pusieron el tema de la pinta de monumentos durante las protestas en México, como un tópico central de la conversación. Ambas reconocen que las mexicanas se organizan más allá de las protestas que son la expresión más visible de la inconformidad de las mujeres.
Para Massiel, cuyo país de origen es El Salvador, las movilizaciones por los feminicidios en México han visibilizado el problema. “En El Salvador estamos en esa discusión porque hay muchísima influencia desde México. Allá la gente está discutiendo lo que pasa acá, pero todavía hace falta más para llegar a ese nivel de protesta", explica Massiel.
Vagones separados
Una medida que Massiel agradece desde que vive en la Ciudad de México, julio de 2018, son los vagones de mujeres en el transporte público. Ella explica que, por las protestas, también hay medidas legales muchas más claras en caso de ser víctima de acoso sexual, aunado a las campañas sobre concientización que se hacen. Sin embargo, ella dice que mantiene el mismo estado de alerta y precaución que tenía cuando vivía en El Salvador y era víctima de asaltos a mano armada con frecuencia.
Pese a que el gobierno de la Ciudad de México optó por establecer los dos primeros vagones de los trenes del metro como exclusivos para las mujeres, la capital mexicana ocupó en 2014 el segundo lugar del ranking de ciudades con los sistemas de transporte más peligrosos para las mujeres, únicamente superado por Bogotá en Colombia.
En 2017 las agresiones sexuales más recurrentes al interior del Sistema de Transporte Colectivo Metro de la capital de México fueron tocamientos, toma de foto o video sin consentimiento, muestra de genitales, fricción de genitales y acoso verbal.
La separación de vagones en el metro y también en la red de transporte Metrobús, resultan una medida novedosa para Maryelin, una periodista de República Dominicana, porque en su país de origen no se requiere ese tipo de separación.
Ella explica que, como usuaria frecuente del transporte público, aborda siempre los vagones exclusivos para mujeres y mantiene un estado de alerta cuando transita por la vía pública. "Creo que he reducido mi uso de faldas o vestidos, porque veo mucha morbosidad de parte de los hombres y me restrinjo en mi vestimenta", dice Maryelin de República Dominicana.
Respecto al cambio de mentalidad en México, Mayuli, que es profesora de estudiantes universitarias, asegura que ve una concientización más grande desde que llegó en 1994 desde Cuba. Sin embargo, lamenta que este cambio de mentalidad sobre la violencia contra las mujeres creciera a costa del dolor enorme.
"La consciencia reside en darse cuenta que se vive una guerra contra las mujeres. El movimiento feminista se va a consolidar a partir de todas las diferencias políticas y estratégicas, pero, cuando se vive lo que se vive, es lo menos que se puede esperar. Es lo necesario”, concluye la especialista en estudios de la mujer.
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