La hipocresía de volar en clase turista rumbo a la presidencia de México

Damián Zepeda, presidente del PAN 7 José Antonio Meade, candidato presidencial del PRI / Imágenes tomadas de Twitter
Damián Zepeda, presidente del PAN 7 José Antonio Meade, candidato presidencial del PRI / Imágenes tomadas de Twitter

Las campañas son el escaparate perfecto para entender la hipócrita simulación en la que incurren los políticos de todos los partidos. En las redes sociales fue comentada por Javier Lozano, senador del PAN y actual vocero del candidato del PRI a la presidencia, la coincidencia de que José Antonio Meade, y Damián Zepeda, presidente del PAN, en el mismo vuelo con destino a Guadalajara.

En su cuenta de Twitter Lozano comentó “Mientras nuestro candidato José Antonio Meade viaja en la fila 14 del vuelo AM 276 con destino a Guadalajara, el presidente del PAN Damián Zepeda va “como señor en first class, hay niveles”.

En México estamos en el proceso de la sucesión presidencial y es obvio que para los partidos políticos y los estrategas de las campañas, todo error del adversario debe ser capitalizado, magnificándolo y exhibiéndolo en los medios de comunicación, en este caso las redes sociales.

En la disputa por el poder no hay reposo y todo lo dicho y hecho por los actores puede ser propaganda y contrapropaganda, por ello la “denuncia” sobre el “derroche” del presidente del PAN y la “austeridad” del candidato del PRI, puede ser interpretado una falsa modestia, como una expresión hipócrita que quiere hacer creer a los ciudadanos que son respetuosos de las directrices de uso de los recursos públicos que el INE entrega a los partidos para sus campañas.

En la realidad, es público el derroche en el que incurren los partidos y los candidatos de todos los partidos en las campañas que están en proceso. No hay virtud en el ahorro de 2 mil pesos por viajar en clase turista, tampoco es derroche gastarlos por viajar en primera clase. Lo que hay en los políticos es una gran facilidad para simular lo que no son y eso es ser austeros, con lo que no es de
ellos, el dinero público que sale de los impuestos que los ciudadanos pagamos para que exista la democracia, que nos entregan a cuentagotas y de escasa calidad.

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Pregúntese usted cuánto cuestan los viajes de los grupos que acompañan a los candidatos en su peregrinar por el país, cuánto la propaganda impresa en diarios y revistas, cuánto los anuncios panorámicos y las bardas pintadas en todo el país, cuánto cuestan sus viajes de promoción al extranjero y cuánto gastan en “acarrear” a los miles de hombres y mujeres con los que llenan día a día las plazas públicas y auditorios, para pronunciar los discursos que sólo entienden los “iniciados” porque el pueblo únicamente comprende que le falta mucha justicia y esa llega con hechos no con palabras.

La austeridad de los políticos es pura simulación. Los que hoy quieren ocupar la presidencia tienen señalamientos de sus adversarios relacionados con el uso de recursos financieros de dudosa procedencia. A uno se le imputa la total opacidad de sus ingresos y gastos a pesar de haber mantenido una campaña de más de diez años en busca del poder. Otro está cuestionado por no poder explicar el origen de su fortuna y otro por haber tolerado los excesos en el gasto del presupuesto público y no denunciarlo.

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Son muchos los políticos señalados por sus excesos los hay coleccionistas de arte, relojes, automóviles, ranchos, casas, ganado, joyas o cuentas de dólares en el extranjero. La mayoría de ellos siguen la vieja recomendación del político millonario Carlos Hank González que decía que “un político pobre es un pobre político” y se sabe que él hizo su enorme fortuna como “servidor público” y por ello se convirtió en un modelo a seguir, para la mayoría de los políticos mexicanos.

El proceso electoral es complicado en muchos aspectos, uno de los más complejos para el Instituto Nacional Electoral es lograr que los partidos comprueben en tiempo y forma el gasto lícito del dinero que reciben para sus campañas. En la mayoría de los casos no hay austeridad, todo lo contrario, para los partidos la dificultad es explicar los excesos, el origen de los recursos que gastan de más.

Por estas y otras razones parece excesiva la posición del vocero del PRI Javier Lozano, es una hipócrita y falsa denuncia la que hace, dos mil pesos es lo que dejan los políticos de propina cuando van a comer y pagan la cuenta con los recursos públicos que “administran” y tratándose de una campaña, lo que sobran son reuniones con todo tipo de grupos para buscar su apoyo.

Conviene recordar al señor Javier Lozano el refrán que dice que “Lo muy rico y lo muy pendejo” no se pueden ocultar. No se puede ser tan burdo si se quiere ser un buen simulador. Aplíquese.

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