La ganadería sostenible no es un mito

Imagen de una explotación ganadera en Estados Unidos (AP Photo/Eric Gay)
Imagen de una explotación ganadera en Estados Unidos (AP Photo/Eric Gay)

Resulta difícil pensar que, hoy en día, la ganadería pueda ser respetuosa con el medio ambiente. Dado el nivel de consumo de carne, la producción de carne –especialmente de vacuno– implica un impacto enorme en los ecosistemas: sobrepastoreo, degradación de hábitats y contaminación de las aguas entre otros factores. Pues bien, resulta que las cosas no están tan claras. En un artículo reciente se explica cómo puede ser la ganadería no ya respetuosa con el medio, si no ayudar a protegerlo.

Para su estudio, los investigadores han trabajado en dos frentes. En primer lugar, realizando un estudio histórico de los datos disponibles, y por otra parte llevando a cabo un experimento propio en el que comparaban distintas prácticas de ganadería. Analizando ambas fuentes en conjunto han llegado a la conclusión de que la ganadería no tiene, necesariamente, que ser una práctica que dañe el medio ambiente.

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De hecho, su experimento demuestra que la ganadería de vacuno puede ayudar a secuestrar carbono. Es decir, que bien gestionada, una explotación ganadera ayuda a retener dióxido de carbono y reducir la concentración de este gas invernadero en la atmósfera.

La práctica de la que hablan se denomina en inglés adaptive multi-paddock (AMP), que tiene difícil traducción al castellano. Vendría a ser “ganadería multi-prado adaptativa”, y consiste en que el ganado pase muy poco tiempo en cada prado, lo explote de manera intensa, y cambie de lugar.

Como cambian frecuentemente de lugar, cada uno de los prados tiene tiempo de recuperarse. De esta manera se minimiza el impacto. Y teniendo en cuenta todo el proceso, la retención de carbono realizada por el conjunto prado-ganado resulta positiva. Vaya, que no se carga ni los suelos ni los prados, y mantiene el carbono fuera de la atmósfera.

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Sonar, suena muy bien. Pero ¿realmente es viable? Porque la crítica, como decíamos antes, viene de la cantidad de carne que se consume. Y los investigadores lo tienen en cuenta, reconociendo que este tipo de ganadería resulta menos productiva. Vaya, que es respetuosa con el medio ambiente… si estamos dispuestos a que sea menos productiva. No mucho menos, pero sí en cierta medida.

Donde sí que cambia la cosa es en lo que tiene que ver con la contaminación de las aguas. La ganadería vacuna tiene un impacto muy alto en ríos, acuíferos y lagos debido a los purines, los residuos de los animales, tanto orina como heces. Y el sistema AMP no lo evita, pero sí lo reduce. Por una parte, al quedar los residuos más repartidos a lo largo del territorio, y por otra porque los animales se alimentan de pastos naturales, con lo que se evitan los fertilizantes empleados en el cultivo de los forrajes y piensos de otras prácticas.

En definitiva, que la ganadería sostenible no es un mito. Lo que tal vez lo sea es pretender mantenerla en los niveles actuales… lo que obligaría a un debate distinto, pero tal vez necesario.