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La falla de cálculo y los reproches de Biden sobre el triunfo talibán en Afganistán

La rápida caída de Kabul, capital de Afganistán, ante las fuerzas del Talibán, lo que selló la reconquista del poder en ese país por parte de ese movimiento fundamentalista islamista, ha sido vista a escala mundial como una catástrofe en la que acciones y omisiones de Estados Unidos tuvieron un notorio papel.

Es vista como un signo claro de la derrota estadounidense en una guerra que duró casi 20 años y que, desde hace ya algún tiempo, parecía que no tendría otro desenlace que el de un retorno del Talibán al poder.

El president Joe Biden al arribar a Washington DC para dar un mensaje sobre la crisis en Afganistán. (AP Photo/Manuel Balce Ceneta)
El president Joe Biden al arribar a Washington DC para dar un mensaje sobre la crisis en Afganistán. (AP Photo/Manuel Balce Ceneta)

Ello luego de que 2,448 militares y 3,846 contratistas estadounidenses murieron, junto a decenas de miles de afganos, según cifras de la agencia AP.

Además, cerca de 978,000 millones de dólares se gastaron en las operaciones militares estadounidenses en Afganistán y muchos miles de millones más se deberán seguir gastando, por décadas, para pagar prestaciones médicas a los veteranos de ese conflicto, de acuerdo con cifras de un estudio del Instituto Watson de la Universidad de Brown.

En su mensaje a los estadounidenses de este lunes, el presidente Joe Biden señaló que su decisión de culminar el retiro de las fuerzas estadounidense en Afganistán se originó en que a partir del pasado 1 de mayo, fecha en la que el gobierno de Donald Trump se comprometió con el Talibán para el retiro de los militares estadounidenses de Afganistán, no habría más cese al fuego y se tenía que elegir entre cumplir con ese acuerdo o volver a combatir.

Biden optó, así, por el retiro de los militares, un proceso que ya había comenzado anteriormente pues durante la administración de Trump los efectivos estadounidenses en Afganistán pasaron de 15,500 a 2,500 en el contexto del acuerdo que en 2020 se hizo con el Talibán. En todo caso, Biden reconoció que nunca hay un “buen momento” para retirar las fuerzas estadounidenses y que en relación con la salida de esos últimos 2,500 militares su gobierno hizo planes “para todas las contingencias”.

En ese sentido, se ha criticado que la forma como se concluyó con el retiro de tropas, al parecer sin previamente haber emprendido la salida del personal diplomático y de los estadounidenses en ese país, así como de los afganos que trabajaron para los estadounidenses en calidad de intérpretes y otros roles, revela que en realidad no se planearon “todas las contingencias”.

Multitudes se refugiaron en el aeropuerto de Kabul con la esperanza de subir a un avión para huir de Afganistán luego de que el Talibán tomó el control de esa ciudad. (AFP)
Multitudes se refugiaron en el aeropuerto de Kabul con la esperanza de subir a un avión para huir de Afganistán luego de que el Talibán tomó el control de esa ciudad. (AFP)

El propio Biden reconoció que las cosas sucedieron “más rápido de lo que habíamos anticipado” y reprochó a los líderes políticos afganos por haber huido del país y al ejército afgano por haberse “colapsado, a veces sin siquiera tratar de luchar”.

Biden indicó que soldados estadounidenses “no podían ni debían pelear y morir en una guerra que las fuerzas afganas no estaban dispuestas a combatir ellas mismas” y dijo, con un dejo de desesperación, que Estados Unidos “entrenó y equipó a la fuerza militar afgana de unos 300,000 soldados, increíblemente bien equipados, una fuerza militar más grande en tamaño que la de muchos de nuestros aliados de la OTAN”.

Esos 300,000 soldados al final no combatieron y dejaron el campo a los talibanes, menos numerosos y peor equipados, pero con la firme determinación de concretar su victoria lo más rápido posible. Muchos analistas consideran que ello era inevitable luego del retiro de los estadounidenses, pero todo sucedió de modo vertiginoso, tomó por sorpresa al gobierno estadounidense y refutó las afirmaciones de Biden, hechas semanas atrás, sobre que era “improbable” que los talibanes asumieran el control del país.

La situación se volvió tan crítica que Biden ha debido ordenar que unos 6,000 soldados estadounidense se desplieguen de nuevo en Afganistán para proteger el aeropuerto de Kabul y con ello facilitar la evacuación de estadounidenses, ciudadanos de países aliados y afganos que trabajaron con ellos.

Al parecer, la Casa Blanca suponía que el gobierno afgano podría por sí mismo sostenerse para evitar que el Talibán lo derrocara, o al menos durar lo suficiente para que no se diera un colapso súbito. Y el gobierno de Biden quizá no contaba con que las fuerzas armadas afganas, en las que tanto se trabajó e invirtió, al final resistirían tan poco y que el propio gobierno afgano huiría ignominiosamente.

Ahora, no solo el Talibán ha vuelto al poder de modo fulminante sino que crecen los temores de que en Afganistán se desaten violaciones a los derechos humanos a gran escala o de que se coordinen desde allí nuevas amenazas de terrorismo internacional.

La culpa que Biden le echó a cuestas al gobierno afgano es una señal de su malestar y desconcierto.

Y ese mal cálculo habría tenido también que ver con la debacle, pues si se hubiesen en efecto planeado todas las contingencias, posiblemente el retiro del personal diplomático y en general de los estadounidenses y sus aliados de Afganistán no se encontraría en la crisis presente y tal vez el propio gobierno afgano habría resistido más.

Milicianos del Talibán ocuparon el palacio presidencial en Kabul, Afganistán. (AFP / Al Jazeera)
Milicianos del Talibán ocuparon el palacio presidencial en Kabul, Afganistán. (AFP / Al Jazeera)

Pero todo ello es ya especulación. La realidad es que, tras 20 años, Estados Unidos sale derrotado de la guerra en Afganistán y el Talibán vuelve a ocupar el poder, con todo lo ominoso que eso resulta. Aunque, como subrayó Biden, años atrás se cumplió el objetivo militar inicial de Estados Unidos al intervenir en Afganistán, que fue desmantelar a Al Qaeda y castigar a Bin Laden por los atentados del 11 de septiembre de 2001, el intento de establecer un régimen afín a los intereses de Occidente y de entrenar y pertrechar a un ejército capaz de defenderlo fracasó estrepitosamente.

Una muy amplia mayoría de los estadounidenses ha visto favorablemente la decisión de retirar a sus soldados de Afganistán, pero el caos en el que ha desembocado el asunto le ha valido severas críticas a la administración de Biden. Y queda la sensación y el temor de que la diplomacia que el presidente estadounidense ha prometido mantener para prevenir la violencia y proteger los derechos humanos en Afganistán no resultará efectiva en el grave contexto afgano.