Anuncios
Elecciones México 2024:

Cobertura Especial | LO ÚLTIMO

La extraña belleza de un paisaje calcinado por la lava

Todo comenzó el día en que el Volcán Blanco vomitaba lava y esta terminó asentándose sobre la piedra que millones de años después ha descubierto el viento. No hay el menor asomo de actividad volcánica ahora, aunque en los alrededores unos 500 colosos corten la suavidad de la planicie.

Foto de Carolina Cabrera/Cortesía de la Secretaría de Turismo de la provincia de Catamarca
Foto de Carolina Cabrera/Cortesía de la Secretaría de Turismo de la provincia de Catamarca

El Campo de Piedra Pómez de Antofagasta de la Sierra compone un paisaje único en la Argentina y el mundo. Se trata de una sorprendente acumulación de rocas huecas a 3,000 metros de altura sobre el nivel del mar, un verdadero desierto cada día barrido sin piedad por los vientos que llevan consigo minerales, sales y el milenario polvo asentado en la planicie.

Desde la ciudad capital de la norteña provincia de Catamarca, el trayecto demora 8 horas en auto; sin embargo, el verdadero inicio de la excursión sucede en la localidad de El Peñón, a unos 150 km de la Ruta 40.

Es un poblado de estructura elemental a una hora de camino de El Campo de Piedra Pómez donde el viajero encuentra asistencia, cobija y sitio donde alimentarse.

Foto de Carolina Cabrera/Cortesía de la Secretaría de Turismo de la provincia de Catamarca
Foto de Carolina Cabrera/Cortesía de la Secretaría de Turismo de la provincia de Catamarca

Los especialistas recomiendan pertrecharse de abundante agua, protegerse del sol y acceder con los guías locales, desde siempre conocidos en la puna con el apelativo de baqueanos, hombres de oficio antiguo que hoy usan las imprescindibles camionetas 4×4 para llegar al destino que nos interesa.

Los baqueanos son topógrafos por naturaleza, tienen las facultades de dominar el terreno como la palma de su mano y muestran al turista formas seguras y rápidas de acceder a los circuitos de mayor interés para, en la mejor hora, si el viento es leve, admirar el panorama, fotografiarlo, respirar el aire desde la altura donde se encuentre parado.

Especialmente hay tres recorridos marcados por las guías de turismo: Gigantes de Piedra Pómez, Balcones de Laguna Purulla y La Lagunita Escondida.

Foto de Carolina Cabrera/Cortesía de la Secretaría de Turismo de la provincia de Catamarca
Foto de Carolina Cabrera/Cortesía de la Secretaría de Turismo de la provincia de Catamarca

De obviar los consejos, el forastero corre el riesgo de terminar perdido. En 2010 una mujer de La Plata retrasó su llegada al punto marcado por el guía y se extravió. El diario El Anacasti de Catamarca dio cuenta de sus 18 horas a la intemperie, de su rescate a 150 kilómetros del lugar y de su buen estado, pese a la ligera hipotermia en la que se encontraba, pues aunque de día el sol es intenso, las temperaturas descienden considerablemente en la madrugada.

Los caminos son escurridizos en esta zona y las huellas se camuflan sobre la arena volcánica, pero al pisar el territorio de la piedra pómez la superficie imita el fondo de un océano brusco, una larga sábana blancuzca con ligeros toques marrones, amarillentos o rosas sobre la cual se empinan pliegues de extravagantes formas, tal vez gigantes, espigas, espirales, visitantes de otras galaxias, peces antiguos petrificados.

Foto de Carolina Cabrera/Cortesía de la Secretaría de Turismo de la provincia de Catamarca
Foto de Carolina Cabrera/Cortesía de la Secretaría de Turismo de la provincia de Catamarca

El simple avistamiento de los peñones de formas geométricas y cósmicas incita la imaginación de quien las ve incluso por fotos, obligando al amante de la naturaleza y aventurero a una exploración mayor del lugar.

Pero, desestimar las rutas trazadas en la visita también puede perjudicar el medio ambiente. Varios carteles sugieren que atenerse a los límites trazados es una manera de proteger la flora y fauna local.

Desde 2012 el Campo de Piedra Pómez es área protegida por la Secretaría de Estado del Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Provincia de Catamarca, de manera que 75,480 hectáreas forman una zona extremadamente valiosa y cualquier maniobra inconsciente pone en peligro el ecosistema.

Rodolfo Pace/Flickr
Rodolfo Pace/Flickr

Geólogos de la Universidad Nacional de Catamarca como el doctor Lorenzo Parra han advertido este asunto. Una actividad recreativa descontrolada puede acabar en un día con lo que a la naturaleza le ha llevado millones de años lograr. Solo la conjugación de la actividad natural y el tiempo originan una joya como esta de la puna catamarqueña.

Además de la extraña belleza del sitio, la piedra pómez tiene muchos usos comerciales, es esencial en la fabricación de abrasivos, cosméticos exfoliantes y parece el secreto principal en la moda de los jeans desgastados.

Rodolfo Pace/Flickr
Rodolfo Pace/Flickr

Pero posee un uso aún más arcaico y simple: la limpieza de las callosidades.

Dado que también es hueca, un golpe sobre el suelo en El Campo de Piedra Pómez puede producir un sonido seco, fuerte y perturbador. Nada más se escucha en el lugar, a no ser el viento cumpliendo con su eterno trabajo de desgaste, levantando la arena, reviviendo la ceniza, sacando a la vista estas rocas perforadas que parecen esponjas ante los ojos.