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La elección vicepresidencial de Biden se vuelve más simple: necesita a Kamala Harris o a Val Demings

Jill Lawrence

Si decide aprovecharla, Joe Biden tiene una gran oportunidad. Comienza por elegir a la senadora Kamala Harris o a la representante Val Demings como su compañera de papeleta.

Biden, Harris y Demings han sido criticados por enfoques demasiado duros o insuficientemente reformistas en lo que respecta a la aplicación de la ley y la justicia penal cuando desempeñaban sus funciones anteriores como presidente del Comité Judicial del Senado, fiscal y jefe de policía. Con la muerte de George Floyd en Minneapolis, las ciudades estadounidenses en llamas y el presidente Donald Trump echando más leña al fuego, el momento histórico ha venido a su encuentro.

Harris es hija de inmigrantes, un economista jamaicano y una investigadora india sobre el cáncer de mama. Creció en un barrio modesto y, como le contó a Biden cuando lo atacó por su posición contra los autobuses escolares en los años 1970, la llevaban en un autobús a una escuela mejor en un vecindario más rico y más blanco. La confrontación conmocionó a Biden y se volvió en contra de Harris, quien luego abandonó la carrera presidencial demócrata y lo apoyó. Sin embargo, ese compromiso intrépido sería una ventaja contra una papeleta republicana.

Dura con el crimen y ahora con la desigualdad

Demings es descendiente de esclavos, hija de una criada y un conserje, la última de siete hijos y la primera de su familia en estudiar en la universidad. Se convirtió en trabajadora social, luego fue agente de la patrulla nocturna, más tarde fue jefe de policía, luego miembro del Congreso y finalmente gestionó el juicio político en el Senado sobre la destitución de Trump. Al igual que Harris, sería un hueso duro de roer para el Partido Republicano. “Este presidente demuestra una y otra vez que no es apto para el cargo que ocupa”, dijo Demings cuando le preguntaron sobre la respuesta de Trump al asesinato de Floyd. “La nación está en llamas y el presidente de Estados Unidos está parado añadiendo más gasolina”.

En los últimos años Biden, Harris y Demings han dicho que poseen armas. Y los tres han ido cambiado con el país a medida que la cobertura de noticias, los teléfonos celulares y las redes sociales han expuesto y destacado las desigualdades trágicas de la policía y la justicia penal. Biden formó parte de la campaña del gobierno de Obama para liberar a los prisioneros condenados por leyes duras y discriminatorias sobre las drogas. En una larga propuesta de reforma de la justicia penal, dijo que pondría fin a las penas mínimas obligatorias y acabaría con la disparidad entre las penas federales por el crack y la cocaína en polvo. También restauraría lo que se perdió con Trump, incluido el liderazgo del Departamento de Justicia para “erradicar la vigilancia policial inconstitucional o ilegal.

De izquierda a derecha, Val Dennings y Kamala Harris.
De izquierda a derecha, Val Dennings y Kamala Harris.

Harris tiene una propuesta de reforma aún más ambiciosa de su campaña presidencial que cubre gran parte del mismo terreno que la de Biden. Demings acaba de escribir un artículo de opinión que le recuerda a sus “hermanos y hermanas trabajadores” que necesitan confianza para poder trabajar. Quiere realizar una revisión nacional de las normas y prácticas de contratación, diversidad, capacitación, uso de las fuerzas policiales, sistemas de alerta temprana, programas de capacitación de reclutamiento y pago y beneficios, porque cree que “recibes lo que pagas”.

Harris tuvo problemas para ganarse el apoyo afroamericano en las primarias presidenciales de 2020, en parte debido a su historial como fiscal en San Francisco y fiscal general de California, pero también porque Biden era muy popular entre los votantes afroamericanos. Demings tiene algunas de esas responsabilidades potenciales en el área de la justicia penal, pero no se ha puesto a prueba a nivel nacional.

Sin embargo, esos problemas podrían ser desproporcionados. Hace años, cuando trabajé en jurados en Washington, DC, mi esposo y yo tuvimos experiencias similares: Él era el blanco liberal debilucho que se preguntaba si había culpabilidad sin lugar a dudas, y yo, era el blanco liberal debilucho que se obsesionaba con el trabajo descuidado de la policía, por cosas como: “El informe decía la camisa era blanca, pero en la foto es morada”. Las mujeres afroamericanas de nuestros jurados pusieron los ojos en blanco y nos dieron una clase sobre nuestra ingenuidad. Sin duda, estarían de acuerdo en que las vidas de los afroamericanos son importantes, pero también querían vecindarios más seguros, un argumento que tanto Demings como Harris han hecho suyos.

¿“Nixon en China” sobre raza y policía?

¿Una mujer afroamericana en la papeleta demócrata asustaría a los votantes blancos? ¿O quizá las credenciales de ley y orden de esta pareja sean un neutralizador tranquilizante? ¿Esas credenciales podrían disuadir a los votantes negros, o la elección de Harris o Demings los convencería? Es imposible saberlo.

Sin embargo, lo que es indiscutible es que a veces los mayores avances provienen de las personas que menos esperas. Hay una razón por la que la obra “Nixon en China” se ha convertido en un cliché. Richard Nixon era un notorio anticomunista durante la Guerra Fría, pero en 1972, como presidente, su histórico viaje a China contribuyó a que las dos naciones comenzaran a normalizar sus relaciones.

Un ejemplo más reciente es el gobernador de Virginia, Ralph Northam, un demócrata que casi se vio obligado a renunciar a inicios del año pasado después de la revelación de que habían aparecido fotos racistas en su página del anuario de una escuela de medicina. Entonces se comprometió a dedicar el resto de su mandato a reducir la desigualdad racial en la atención médica, la vivienda y la educación, y comenzó a cumplir esa promesa casi de inmediato. Este año firmó nuevas leyes para reformar la justicia penal, ampliar el acceso al voto, eliminar el lenguaje racista de las leyes de Virginia y permitir que las localidades retiren sus estatuas confederadas.

En 2009, el presidente Barack Obama señaló la importancia de recuperarse de la recesión al pedirle a Biden que supervisara 800 mil millones de dólares de los fondos de recuperación. En este momento, con la marcada disparidad económica y sanitaria que dejó al descubierto la pandemia del coronavirus, agravada por las graves muertes de personas afroamericanas a manos de policías y un ex policía, tal vez sea hora de poner el racismo en la cima de la agenda estadounidense, para finalmente reconocer y comenzar a reparar el daño duradero que ha causado el pecado original de Estados Unidos.

Biden debería presentarse a la presidencia con una de estas mujeres y ponerla a cargo de ese proyecto histórico. Es necesario, no solo para corregir los errores raciales, sino para restaurar el carácter de un país.

Este artículo fue publicado originalmente en Yahoo por USA Today