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La ejemplar elección de Morena, el partido de AMLO, sobre lo que no se debe hacer

Elecciones internas del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador | (Foto: Luis Barron / Eyepix Group/Future Publishing via Getty Images
Elecciones internas del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador | (Foto: Luis Barron / Eyepix Group/Future Publishing via Getty Images

El proceso de la sucesión presidencial adelantada por el presidente López Obrador, cuando nombró a sus posibles sucesores, sigue en marcha, ahora con el episodio correspondiente a la simulación de democracia al interior de Morena, donde solo manda el residente de Palacio Nacional. Su equipo gerencial, al frente del partido, llevó a cabo, el pasado fin de semana, el evento de votación en los 300 distritos electorales del país, para elegir a tres mil consejeros electorales que atestiguarán la carrera por la presidencia en 2024, autorizada por su líder.

Según los conteos de los organizadores participaron dos y medio millones de ciudadanos en las votaciones internas de Morena. Diversos medios y redes sociales publicaron, el sábado y domingo, denuncias de acarreo, votos inducidos, condicionamiento de programas sociales del gobierno, compra de votos y demás. En el entorno de las casillas de registraron enfrentamientos por el robo de urnas y quema de boletas, interrupción del proceso electoral, violencia y confrontación física entre los asistentes a las urnas.

Para Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, la jornada electoral fue histórica, con un saldo positivo. Reconoció que hubo malas prácticas en el proceso e incidentes violentos en algunas casillas, que atribuyó a gente que llegó “a irrumpir en el proceso, a tratar de robarse el material, a quemar boletas, urnas, pues es evidente que están buscando que tengamos una mala nota y que se vaya a los medios de comunicación esta impresión de que hubo desorden”.

En su conferencia mañanera López Obrador reconoció que hay inconformidad entre algunos grupos de Morena. Admitió que hubo malas prácticas en las elecciones. “Hay desde luego inconformidad. Hay que mejorar estos procesos para que no haya violaciones, acarreos, inducción de votos y hubo todavía ese tipo de prácticas, pero en muy pocas casillas, no se generalizó. No es como los opositores hubiesen querido”.

El fiel escudero Mario Delgado no se equivocó, conoce el discurso de López Obrador y sabía que debía minimizar el conflicto y responsabilizar a otros de los sucesos negativos “gente que llegó a irrumpir”. El presidente dijo “No se generalizó”.

Lo que se vio el fin de semana es que la democracia interna en Morena, en el mejor de los casos, es una aspiración que la realidad ubica en un punto lejano. La disputa violenta por el poder al interior de este partido es una herencia de las peores prácticas del PRD, de cuando lo dirigió López Obrador, cuando se disputaban los puestos de elección popular de manera agresiva, se imponían las tribus y reclamaban su parte de botín.

En el pasado, sucesos de violencia que hoy retratan a Morena como una organización sin estructura ni disciplina interna, hubieran sido calificados como un “cochinero” electoral, idéntico a los que practicaba el PRI, pero también el PRD y después el PAN.

Hoy López Obrador no solo minimiza las malas prácticas de los militantes de Morena, sino que pone como ejemplo su “democracia interna” e invita a los demás partidos a imitarla porque, a su consideración, “es muy importante que participe la gente”.

La disputa por el poder al interior de Morena, extrapolada a la organización de procesos electorales de alcance nacional, nos remite a un escenario de caos en el que solo gana el más fuerte, el capaz de pagar por cada voto, amedrentar a los votantes, robar urnas, financiar campañas con dinero de origen desconocido, imponer candidatos afines a los delincuentes y demás.

El escenario de la organización de los procesos electorales en manos del gobierno ya lo vivimos. El último episodio en el que Gobernación organizó las elecciones presidenciales dio a la historia la frase “se cayó el sistema” o “se calló el sistema”. Significaron lo mismo. Caída y Silencio. Su autor todavía cobra en la nómina del poder. Manuel Bartlett.

Lo visto el fin de semana es una advertencia para que los ciudadanos cuidemos que el Instituto Nacional Electoral (INE) siga estando en manos de los ciudadanos. La ambición de poder no tiene límites cuando no existe un marco normativo que deba de ser respetado. Cuando el que manda es el capricho de un solo hombre y su deseo de centralizar el destino de los millones que integran la Nación.

Las críticas de López Obrador y sus incondicionales en contra del INE se quedaron sin sustento. Continuar con ellas es poner en evidencia su vulgar ambición de poder y su falso discurso de que son mejores que las instituciones que los mexicanos construyeron en los pasados 40 años para que exista la democracia que abre oportunidad para todos, incluso para ellos.

Lo que nos enseñó el fin de semana es que Morena no es buen ejemplo para seguir madurando la democracia mexicana. Su proceso de disputa por el poder no ha terminado. Falta saber si la ambición de los aspirantes se detendrá o si buscarán opciones diferentes lo que indicaría que el partido de López Obrador se fracturará, como pasó a sus antecesores.

Hace falta continuar con la reforma política, pero en el nuevo episodio se deben diseñar los límites al Ejecutivo para evitar los abusos del presidencialismo desbocado.

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