La degradación del metro de Caracas, el mejor ejemplo posible de la situación en Venezuela

La crisis política y social que vive Venezuela desde hace meses está teniendo importantes consecuencias en la vida diaria de sus habitantes.

A la falta de productos básicos, medicamentos o fallos eléctricos, se une la degradación imparable de los sistemas públicos. Un gran ejemplo es el del metro de Caracas que está sufriendo un muy mal funcionamiento por culpa del abandono al que se ha visto sometido.

Metro de Caracas (REUTERS/Marco Bello)
Metro de Caracas (REUTERS/Marco Bello)

El suburbano caraqueño se remonta a 1983 y era uno de los más avanzados de América Latina, motivo de orgullo de unos ciudadanos que hoy observan con preocupación cómo han cambiado las cosas, tal y como cuenta BBC Mundo. Simplemente el hecho de bajar las escaleras de las estaciones e intentar acceder a los andenes ya muestra que la situación dista de ser ideal.

Las taquillas de venta de billetes están cerradas, las máquinas expendedoras se encuentran fuera de servicio y ninguno de los usuarios de este transporte paga. Los tornos se han convertido en un recuerdo de cuando Caracas era una ciudad próspera, pero hoy ya no sirven para nada ante la ausencia de vigilancia. Y eso que el precio es casi simbólico, unos 40 bolívares, que hoy en día apenas se cambian a 0,007 dólares. Desde hace meses el Gobierno no puede pagar el papel en el que se imprimen los tickets (que cuesta más que el billete en sí), por lo que el acceso es gratuito.

La gran mayoría de las escaleras mecánicas, allí donde las hay, no están en funcionamiento y también sufren los estragos de la falta de cuidado y mantenimiento. Una situación que también se repite en las estaciones y en el interior de los convoyes, que están muy sucios, dejando muy atrás esos tiempos en los que sus instalaciones estaban relucientes y presumían tanto de la puntualidad de los trenes como de las bellas obras de arte que adornaban sus paredes.

Actualmente los pocos empleados que se siguen encargando de la limpieza en las estaciones ganan un salario mínimo de 40.000 bolívares mensuales (unos 7 dólares) por una jornada laboral completa. Una cifra que apenas sirve para comprar un cartón de huevos en el mercado.

Decenas de personas intentan acceder al metro en Caracas (YURI CORTEZ/AFP/Getty Images)
Decenas de personas intentan acceder al metro en Caracas (YURI CORTEZ/AFP/Getty Images)

Problemas técnicos y robos

El caos se ha apoderado de las calles y se ha hecho extensivo al metro, donde además del mal estado de las instalaciones hay que tener en cuenta los problemas mecánicos o la delincuencia.

Las averías son frecuentes porque los trenes no reciben la atención necesaria y el problema se ha agravado con los apagones que ha sufrido Caracas en las últimas semanas y que han obligado en más de una ocasión a cerrar el suburbano. Cuando se producen problemas técnicos, los caraqueños se ven obligados a buscar unos transportes en superficie que están lejos de abundar. Mientras tanto, las piezas pendientes de revisión se acumulan a la espera de que alguien las inspeccione.

La escasa frecuencia también provoca que en cada vagón se acumulen muchas personas que tienen un espacio mínimo y donde los carteristas, aprovechando las montoneras, intentan sacar provecho. Algo que se repite en muchos más ciudades del mundo, pero que en Caracas cobra una dimensión especial. Y es que, además de carteristas, los habitantes de la capital también tienen que hacer frente en ocasiones a robos a punta de pistola. Tampoco se han librado de los hurtos las instalaciones del metro, que han perdido cámaras de vigilancia y monitores.

Una situación que ha ido empeorando con el tiempo y que muestra con toda su crudeza cómo ha cambiado la vida de los caraqueños en los últimos años.