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La crianza de apego; la clave para seres humanos seguros y felices

El colecho es uno de las prácticas en la Crianza de apego/Getty Creative.
El colecho es uno de las prácticas en la Crianza de apego/Getty Creative.

La forma en que crías determina el desarrollo integral de tu hijo o de tu hija. Cada vez más familias están conscientes de ello y se interesan por comprender el impacto de los distintos estilos parentales o modelos de crianza para elegir a consciencia la ruta más favorable para el bienestar de sus hijos.

Una de las propuestas que ha cobrado visibilidad en las últimas décadas es la llamada crianza de apego que se refiere a una filosofía que propone un repertorio de cuidados basados en conductas naturales de la especie mamífera para asegurar el desarrollo de un vínculo afectivo fuerte y seguro como fuente de bienestar y salud para los niños.

La lactancia materna a término, el colecho (dormir en cama o habitación conjunta con el bebé o los peques), el porteo o crianza en brazos (llevar a los bebés en fulares o mochilas) son algunas de las propuestas desgranadas en ocho principios de la llamada crianza de apego y que a menudo se confunde con la teoría del apego. Pero la verdad es que la primera (crianza de apego) se deriva de la segunda (teoría del apego), sin embargo no son la misma cosa.

La crianza de apego o “Attachment Parenting” fue propuesta originalmente por el pediatra estadounidense William Sears junto a su esposa la enfermera Martha Sears y alguno de sus ocho hijos también profesionales de salud. En cambio, la teoría del apego, sobre la cual está basada esta filosofía de crianza, fue desarrollada originalmente por el psiquiatra infantil británico John Bowlby.

La teoría del apego

John Bowlby, entre las décadas de 1940 y 1950, coordinó y participó en estudios de niños y niñas de la segunda guerra mundial que quedaron huérfanos o que habían sido separados de sus padres e institucionalizados en hospitales o guarderías. Observó claras evidencias del daño en el desarrollo de la personalidad de aquellos niños por la experiencia de separación e inconsistencia en los cuidados. Registrando el impacto en el desarrollo de los menores por la pérdida de lazos emocionales significativos, Bowlby despliega su teoría donde postula un nuevo paradigma psicoanalítico en el que el apego se considera una necesidad básica de orden biológico, por tanto común a todos los seres humanos y que permanece a lo largo de la vida.

Así como también explica que el desarrollo psíquico de los individuos alude a un contexto vincular, intrapersonal y social. Aporta evidencias de que la separación temprana entre un niño y su madre o la inconsistencia de cuidados maternos crea efectos a largo plazo.

Mantenerlos cerca y que se sientan seguros es el objetivo/Getty Creative.
Mantenerlos cerca y que se sientan seguros es el objetivo/Getty Creative.

El apego se podría explicar resumidamente como un lazo afectivo privilegiado y asimétrico (el niño espera recibir y el adulto brinda protección y cuidados) fuerte y prolongado entre el bebé o niño y su madre o cuidador principal, y que lleva a la criatura a buscar proximidad con esa figura de confianza para obtener protección, satisfacción a sus necesidades básicas y por tanto mantenerse en estado de equilibrio para sobrevivir y desarrollarse.

La teoría de la madre suave

Hubo en el contexto de Bowlby aportes de especialistas y ciencias aledañas que antecedieron, precedieron, complementaron y ampliaron la teoría del apego, como fue el famoso caso del estudio de Harry Harlow sobre la teoría de la madre suave que sea dicho de paso, ha recibido merecidas críticas por comportar maltrato animal. Dichos estudios consistieron en separar a crías de monos rhesus de sus madres para llevarlos a un laboratorio y dejarles al alcance madres sustitutas mientras se registraba su reacción o comportamiento.

Una madre estaba hecha de alambre, de la cual se sujetaba un biberón con el alimento. La otra madre sustituta estaba forrada de felpa suave con ojos grandes (el contacto visual es importante en el desarrollo del vínculo de apego para los primates, incluido los humanos). En lugar de ir primero por la comida, todos los monitos sin excepción, mostraron una clara elección por aferrarse a la madre de felpa para tranquilizarse mediante el contacto suave.

Una vez que regulaban los niveles de estrés, sin perder contacto con la madre de felpa se atrevían, de puntillas, a estirarse hasta conseguir mamar del biberón puesto sobre la madre de alambre que se ubicaba cerca. Ningún monito al entrar al laboratorio eligió comer primero. Todos necesitaron calmarse con el contacto segurizante de la madre suave. Cuando estaban más tranquilos además de que se alimentaban también se atrevían a explorar. La exploración es otra función que hace parte del mecanismo de apego y que se despliega en momentos de tranquilidad y seguridad para la cría animal y humana, permitiéndole adquirir habilidades y capacidades, seguridad, autoafirmación, así como experiencias vitales que le facilitan el logro progresivo de autonomía.

Esta es una de las evidencias científicas que demuestran el hecho de que para lograr autonomía, las criaturas necesitan poder recurrir a un cuidador central quien constituye su “base segura” para abastecerse de calma y bienestar. Lo contrario a lo que sostienen otras teorías que hablan de frustrar al niño para que desarrolle la capacidad de independencia.

Con la teoría del apego Bowlby sustituye la metapsicología tradicional del psicoanálisis por un nuevo paradigma basado en la psicología evolutiva y la etología presentaron en la segunda mitad del siglo XX. Según el paradigma freudiano la pulsión de apego es subsidiara o secundaria a la necesidad de alimentarse. Freud sostenía que los bebés se apegan a la madre porque es ella la que le proporcionan el alimento (lactancia materna).

La teoría del apego en cambio sostiene desde la observación y estudio directo en niños y otras especies animales que el apego es una necesidad primaria, instintiva o pulsional. Nace con nosotros, es común a todos los seres humanos desde el principio de los tiempos y los cambios culturales no la suprimen. Por tanto no hay crianza sin apego. En toda crianza entre el bebé y su madre o cuidador central se establece un vínculo afectivo privilegiado que comporta una necesidad primaria vital como el aire o el alimento para sobrevivir. Lo que sí que puede ocurrir es que el patrón de apego resulte seguro o inseguro según el cuidador responda sensiblemente o no a las necesidades del niño o de la niña.

¿Cuándo aparece la necesidad de apego?

Desde que nace un bebé, cada vez que surge una situación de peligro o necesidad básica no atendida, se detona una reacción inmediata que se llama conducta de apego. El bebé, sea animal o humano va a reaccionar con una búsqueda inmediata de proximidad o llanto como reclamo de auxilio vital a su figura primaria de apego. Es su estrategia natural para garantizarse la sobrevivencia.

Patrón de apego

El estudio de los patrones de apego (seguro o inseguro) fue un aporte posterior al legado de Bowlby, realizado por Mary Ainsworth en la década del 1960 y 70.

Para explicarlo de manera bastante simple se puede resumir que aquellos niños que cuentan con una figura primaria de apego sensible y capaz de captar adecuadamente sus señales (tiene hambre, miedo, necesita jugar, esta cansado…) así como de estar disponible para habilitar una respuesta apropiada e inmediata (protección, afecto, mirada, alimento, calor, calma…) a lo largo del tiempo y de manera consistente durante los primeros años de vida, hay más probabilidades de alcanzar un patrón de apego seguro. Cuando la criatura no recibe consistentemente y en continuum dicha calidad de conexión, cuidados o respuesta sensible se desarrollará un patrón de apego inseguro.

Principales tipos de apego inseguro

El apego ambivalente o apego ansioso: las criaturas maximizan la expresión de las emociones y no son capaces de calmarse, suben el volumen de forma desesperada por haber internalizado que lo más probable es que no serán atendidos o tomado en cuenta. Ante la presencia o cercanía de su figura de apego primaria se les dificulta llegar a la calma o restituir el equilibrio después de desencadenar una respuestas de apego.

El segundo es el apego evitativo cuya estrategia es minimizar, hipoactivar, desconectar las emociones como mecanismo de protección ante el dolor por el abandono, descuido, indiferencia o malos tratos de los padres.

El apego desorganizado alude a la manifestación extrema o arrasadora de la desregulación bien sea ansiosa o evitativa. Se da en los casos de niños que están bajo ambientes de cuidado muy caóticos, maltratadores, como aquellos con progenitores que padecen trastornos mentales, adicciones o niños institucionalizados. El patrón de apego desorganizado esta estrechamente relacionado con el desarrollo de psicopatologías como el trastorno de personalidad limítrofe.

Lo cierto es que Bowlby nunca propuso amamantar, ni portear, ni colechar como vías para establecer un vínculo de apego seguro. El importantísimo legado del padre de la teoría del apego consistió en la investigación y formulación de evidencias sobre un nuevo paradigma de la psicología que desvela el impacto del apego, la calidad y constancia de los cuidados maternos durante los primeros años de vida en el desarrollo y establecimiento adecuado o patológico de la salud mental infantil.

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