La chica que escapó de la secta en la que se crió y se doctoró en Cambridge

La vida de Tara Westover es digna de un guion de Holywood. Una historia de superación y tenacidad que la llevó a huir de su infancia y adolescencia en el seno de una secta para lograr doctorarse en una prestigiosa universidad como Cambridge. Ahora, con 31 años, un doctorado y un libro a punto de salir bajo el brazo, ha contado parte de su relato a BBC.

Tara Westover logró salir del ambiente opresor y radical en el que se crió con unos padres seguidores de una secta para matricularlse y doctorarse en Cambridge. (Foto: AFP Photo/Loic Vennin)
Tara Westover logró salir del ambiente opresor y radical en el que se crió con unos padres seguidores de una secta para matricularlse y doctorarse en Cambridge. (Foto: AFP Photo/Loic Vennin)

Tara Westover creció en una zona rural de Idaho, donde su familia seguía las enseñanzar de un culto mormón conocido como survivalism. Bajo una interpretación fundamentalistas del movimiento de Los Santos de los Últimos Días, como señalan en el reportaje de BBC Mundo, los padres de Tara consideraban que tarde o temprano se produciría algún tipo de altercado que acabaría alterando el orden político y social y que tenían que estar preparados para ello.

Convencidos de que las escuelas eran un poderoso instrumento de lavado de cerebro del estado, sus hijos no pisaron nunca una. Así, Tara aprendió a leer y escribir porque le enseñaron su madre y su hermano y se pasó la infancia trabajando en el negocio familiar de chatarra y montando a caballo en la montaña.

Su contacto con el mundo exterior era reducido y estaba limitado a contadas ocasiones para evitar cualquier tipo de injerencia. No fue hasta que tuvo 13 años que conoció a otros niños que acudían al colegio, como cuenta en The Guardian. Ni siquiera iban al médico cuando enfermaban o tenían un accidente porque los médicos también son considerados agentes del estado.

Cuando era niña y en sus primeros años de adolescencia, a la hija de los Westover no le parecía extraño el comportamiento de sus padres. De hecho, estaba convencida de que estaban en lo cierto. Era lo que había aprendido desde la cuna. “Pensaba que los demás estaban equivocados y que nosotros estábamos en lo correcto. Creía que eran espiritualmente y moralmente inferiores”, explica Tara en una entrevista con BBC.

Tan arraigada estaba la educación que había recibido que para ella a quienes habían lavado el cerebro era a los demás. Por eso no le extrañaba nada que su padre acumulase armas ante un posible colapso de la sociedad. Eso era lo normal. Como que su hermano la maltratase. Llegó a culparse a ella misma por ello.

Sin embargo, al mismo tiempo que le negaban el acceso a una educación fuera del seno familiar y de la comunidad, le enseñaban que “te puedes educar a ti misma mucho mejor que cualquier otra persona”. Lo que en su día les sirvió de excusa a sus padres para disuadirla de cualquier interés por ir a la escuela, se volvió en su contra cuando Tara decidió educase a sí misma.

Lo hizo comprando en secreto libros de texto y estudiando por la noche para poder acceder a la universidad. La primera vez que pisó un aula fue con 17 años. Pasó un tiempo en Harvard, en Massachusetts, y después se matriculó en Cambridge (Inglaterra), donde vive actualmente y se doctoró con 27 años sin haber asistido nunca a la escuela ni tener una titulación reglada.

Se preparó ella sola los exámenes de acceso y lo logró. No fue fácil y no solo por el hecho de los contenidos. Al principio, cada vez que acudía al aula estaba en “permanente estado de miedo”, hasta que consiguió adaptarse y relajarse en un ambiente que le era totalmente extraño.

Ahora, con 31 años, ha escrito un libro titulado Educada en el que cuenta cómo fue su infancia y cómo logró salir de la secta en la que militan sus padres y a la que ha dado la espalda. El libro saldrá a la venta este mes. En el contará también la parte buena de su infancia. Como reconoce en una entrevista con The Guardian, también tiene recuerdos “cálidos” de aquellos años en plena naturaleza, buscando hierbas con su madre.

Perono olvida los más oscuro, ese hermano que la maltrataba mientras sus padres no hacían nada por evitarlo. Ese fue el interruptor que saltó en su cabeza, el que se encendió para decir basta y dejar atrás su familia.