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La calle de Madrid en honor al barco que asesinó a miles de españoles.

La calle "Crucero de Baleares" pasa por un nombre inocente, festivo incluso. Vacacional. Una calle de Madrid en honor al turismo que tanto aporta al producto interior bruto del país.

Es lo que tiene borrar la Historia. O que la escriban los vencidos, que viene a ser lo mismo. Las víctimas dejan de existir cuando es el verdugo el que toma el poder.

Gernika y sus matanza siguen vivos en la memoria colectiva porque Picasso pintó la historia de la localidad vasca masacrada por las tropas de Franco y porque el cuadro halló refugio fuera de las garras de los franquistas entre las paredes del Museo de Arte Moderno de Nueva York.

Pero antes de Gernika hubo una Desbandá, la primera masacre en el mundo de un ejército moderno contra población civil indefensa, el lugar en el que nazistas y fascistas se aliaron con Franco para probar cómo se podía hacer eso de aniquilar a civiles por miles. Ocurrió en la carretera que une Málaga con Almería a lo largo de tres aterradores días de febrero de 1937, pero casi nadie recuerda lo que sucedió. De hecho, no se sabe aún el número de víctimas, ni dónde están muchos de los cadáveres. A las decenas de miles de malagueños que huían de las tropas Queipo de Llano sólo los han recordado, en voz baja y miedosa, los supervivientes. Y ahora están ya todos muertos.

La Desbandá fue un ensayo que se repitió en Gernika y se extendió durante la segunda Guerra Mundial. Ejércitos masacrando a población civil indefensa. Hitler y Mussolini probaron en España -junto a las tropas de Franco- una nueva arma de guerra.

El Crucero de Baleares.
El Crucero de Baleares.

¿Qué ocurrió? El 7 de febrero de 1937 unos 300.000 malagueños -sobre todo ancianos, niños y mujeres- huyeron de la ciudad, que estaba a punto de caer en manos franquistas, por la carretera de la costa que une Málaga con Almería y que se acabaría convirtiendo en una trampa mortal. Encajonados entre la montaña y el mar, los refugiados no podían hacer más que seguir caminando. Fue entonces cuando desde el mar los cruceros Canarias, Baleares y Almirante Cervera, junto a submarinos alemanes de Hitler y lanchas torpederas italianas de Mussolini abrieron fuego contra ellos. Durante tres días seguidos. Contra familias que cargaban con lo poco que habían podido recoger de sus casas. Desde tierra se escuchaban las carcajadas de los asesinos en las cubiertas de los barcos. Estaban tan cerca que podían verles las caras.

Civiles huyendo durante la desbandá.
Civiles huyendo durante la desbandá.

La carretera de la muerte no ofrecía escapatoria. Masacrados con armamento militar -incluso con torpedos-, miles de personas murieron en la carretera. Las cifras oscilan entre 5.000 y 15.000. Pero nunca llegaremos a saberlo.

¿Debe, pues, Madrid seguir teniendo una calle llamada Crucero de Baleares? La pregunta es retórica, claro, porque es una ignominia. Pero así están las cosas en el país en el que mejor vayamos olvidando a los muertos de la cuneta y esas cosas, no se nos enfurruñen los vencedores, que bastante tienen con aguantar una democracia.

Los socialistas malagueños van a pedir al alcalde de Madrid que cambie la nomenclatura.

Pero bueno, ya saben, imagino la respuesta.

¿La oyen ustedes? Yo, tampoco. Es el silencio.