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Trump bromea con cambiar a Puerto Rico por Groenlandia y así respondieron los "Vikingos del Caribe"

El sentido del humor de Donald Trump es, si cabe, frecuentemente equívoco y ofensivo. Aunque algunos ríen con él, a muchos no les hace gracia y otros lo encaran elevando el tono de la picardía y la jocosidad.

¿Qué se puede hacer cuando el presidente de Estados Unidos “bromea” con intercambiarle a Dinamarca la isla de Puerto Rico a cambio de Groenlandia?

El momento en que el presidente Donald Trump arroja toallas de papel a una multitud en Guaynabo, Puerto Rico, pocas semanas después del devastador azote del huracán María contra la isla. Un gesto que para muchos resultó ofensivo. (AP Photo/Evan Vucci, File)
El momento en que el presidente Donald Trump arroja toallas de papel a una multitud en Guaynabo, Puerto Rico, pocas semanas después del devastador azote del huracán María contra la isla. Un gesto que para muchos resultó ofensivo. (AP Photo/Evan Vucci, File)

El asunto tiene un tono tragicómico (y muchos boricuas han respondido con risa festiva a esa extraña proposición), pero detrás de ello hay también un signo ominoso: bromear con entregar territorios de un país a otro tiene un tono de colonialismo trasnochado y ofensivo hacia los habitantes y los terruños en cuestión y, en el caso específico de Trump es una muestra más del desdén que ha reiteradamente manifestado hacia los puertorriqueños.

Tanto que, en broma o en serio y según lo que se cuenta en la prensa, el mandatario no ha tenido empacho, además de hacer un berrinche porque la primera ministra de Dinamarca consideró absurda su idea de comprarle Groenlandia (un territorio con creciente autonomía del estado danés y que no está en venta), en aludir a Puerto Rico como una moneda de cambio a la que se puede hacer pasar de un dominio colonial a otro a contracorriente de sus propios habitantes y de sus representantes electos.

Foto de Tasiilaq, en Groenlandia, el 16 de agosto del 2019. (AP Foto/Felipe Dana)
Foto de Tasiilaq, en Groenlandia, el 16 de agosto del 2019. (AP Foto/Felipe Dana)

Lo mismo puede aplicarse ciertamente a los habitantes de Groenlandia, a los que no les hizo gracia que Trump quisiera comprar su país.

La mentalidad colonialista de Trump hacia Puerto Rico hierve detrás de su “broma”.

Muchos puertorriqueños respondieron, así, con sus propias burlas, ante la jocosidad presidencial.

Algunos hicieron un llamado a los “Vikingos del Caribe” que se crearían con la unión de Puerto Rico a Dinamarca y los hashtags #DenmarkPR y #DinamarcaPR se volvieron tendencia.

Otros se hicieron de un muy necesario diccionario danés-español.

Y no faltaron los que imaginaron a equipos puertorriqueños disputando la Champions League o con jugadores en la Copa de Europa o el mismísimo Mundial con la casaca roja danesa en el pecho.

Y al pensar en el mandatario próximo, en lugar de tener dos gobernadores y una gobernadora en una semana y una comisionada residente que querría serlo, muchos ya se inclinaron a la realeza danesa y a la reina Margarita como su futura jefe de Estado.

Al final, en un mundo imaginario, quizá una solución política-festiva podría ser la creación de la Federación de GroenBorinkenlandia en la que ambas enormes islas quedan libres de colonialismo y templan los fríos árticos con la calidez caribeña.

Eso no les gustaría ciertamente a los puertorriqueños estadistas ni a los que optan por el actual status quo, y podría ser una liberación extraña para los independentistas.

Ello es en todo caso fantasía y broma, como es para algunos la invocación de la Enmienda 25 luego de que en un periodo muy reducido de tiempo el presidente hiciera coraje porque no quisieron venderle Groenlandia y maltratara con ello a un país aliado, hiciera eco de disparates que lo llamaron “Rey de Israel”, acusara ominosamente de deslealtad a los judíos estadounidenses (la mayoría de ellos) que votan por los demócratas y protagonizara numerosas ideas y venidas y contradicciones en temas como el control de armas o los recortes fiscales.

Para muchos por ahora solo reír queda. Seguir trabajando y votar en 2020.