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La batalla por el derecho de llamar "carne" a tejidos alimenticios creados en laboratorio

En un futuro quizá no lejano, en los supermercados podría aparecer a gran escala un nuevo y controversial producto: carne que no proviene de animales sacrificados ni que, tampoco, está creada con bases vegetales.

Se trata de carne ‘sintética’, ciertamente a base de células y proteínas pero que en lugar de provenir del de un filete de vaca o de un muslo de pollo fue producida en un laboratorio.

Por eso se le ha llamado ‘cultured meat’ o ‘carne cultivada’.

Pronto carne cultivada en laboratorio llegará a la mesa de los comensales en forma de hamburguesa, bistec u otras delicias...
Pronto carne cultivada en laboratorio llegará a la mesa de los comensales en forma de hamburguesa, bistec u otras delicias… “sintéticas”. (Wired/Archivo Yahoo)

Pero los ganaderos, avicultores y otros criadores de animales, que desde el inicio de la civilización han proveído la carne que consume la población (a los que hay que sumar a los cazadores), rechazan que a ese material proteínico cultivado pueda llamársele carne.

Y como se narra en The Washington Post, han pedido a las autoridades regularías que esas productos no puedan usar en sus etiquetas las palabras carne (meat) o res (beef).

No se trata de algo futurista: varias compañías ya trabajan en el desarrollo de esas carnes y en su comercialización. Y el arribo a los supermercados de esa nueva modalidad de proteínas cultivadas en laboratorios sería inevitable, afirmó la revista Wired.

Los argumentos de los ganaderos es que etiquetar como carne o res a productos que no provienen de animales oculta ante los consumidores el origen de ese producto y puede causar confusión. Pero las empresas que incursionan en el ámbito de esos productos sintéticos defienden que sí se trata de una modalidad de carne y usan los conceptos de ‘carne cultivada’ o el de ‘carne limpia’ (‘clean meat’) para enfatizar además que no se causó sufrimiento o muerte a ningún ser vivo para que ese producto llegara al supermercado o al plato del comensal.

Y se afirma que se trata de una innovación alimenticia que podría resultar salvadora, considerando los fuertes impactos y costos que la ganadería masiva e intensiva tienen para el medio ambiente y los efectos que en esta actividad podrían tener futuros cambios climáticos en las regiones ganaderas.

Con todo, ese nuevo producto ciertamente no proviene de la carne de un animal pero sí fue clonado de un tejido animal previo y cultivado a partir de él.

El Departamento de Agricultura de Estados Unidos recibió ya la petición de asociaciones de ganaderos para que no pueda llamarse carne o res a productos cultivados en laboratorio o elaborados con materias vegetales. Y también que se prevenga que los consumidores supongan que esos productos no animales aprobaron los mismos procesos de calidad y seguridad que los de las carnes provenientes de ganado. Les inquieta que los compradores no diferencien entre unos y otros y, por ende, se afecte su mercado.

Pero los emprendedores del sector de la ‘carne cultivada’ afirman, de acuerdo al Post, que utilizar conceptos como “cultivada en laboratorio” y similares pueden dar una impresión negativa al consumidor y hacerles apartarse de ellos.

Y hay quien simplemente considera que el gobierno no tiene facultad para decidir qué cosa puede llamarse carne y qué no, al tratarse no de una marca registrada o un nombre con derechos de autor sino simplemente una palabra común y corriente.

La decisión oficial al respecto tardará aún en llegar.

¿De animal o de laboratorio? Allí está el dilema. (AP)
¿De animal o de laboratorio? Allí está el dilema. (AP)

Con todo, más allá del uso de una palabra para designar a cierto producto, lo que sin duda tiene gran importancia mercadotécnica y económica, la necesidad de regular los nuevos productos agropecuarios, o similares, generados por la biotecnología es creciente. Como se narra en la revista Science, en 2017 la Casa Blanca lanzó una iniciativa específicamente dedicada a analizar cómo las entidades gubernamentales deben regular ese naciente y creciente sector y la Academia Nacional de Ciencias, Ingenierías y Medicina estudia también el desarrollo de la biotecnología y las vías para regularla.

Y en ello hay más que el uso de un cierto vocablo para identificar un producto: es imperativo asegurar que se trata de sustancias seguras para el consumo humano y el entorno, sobre todo cuando proceden de procesos de laboratorio. Incluso se debe dilucidar si esa ‘carne cultivada’ es un alimento como los de origen animal, y por ello debe ser regulado por el Departamento de Agricultura, o si es más similar a un fármaco, pues entre las definiciones de éstos se incluyen productos derivados de células y tejidos.

En contrapartida, otros alegarán que la ganadería genera por sí misma una cadena de beneficios y problemas, desarrollos y deterioros que también deben considerarse.

Si logra zanjarse todo ello, quedará al final la gran pregunta: ¿qué es más delicioso o nutritivo, qué más apetecible o adorable, humano o sustentable?

Los amantes y los detractores de la carne tendrán en ello un sabroso escenario de discusión y de lucha.

Sigue a Jesús Del Toro en Twitter: @JesusDelToro