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Un simple kiwi demuestra que los alimentos ecológicos perjudican el medio ambiente

Un simple kiwi puede recorrer miles de kilómetros hasta su destino en tu supermercado | imagen Michel Porro/Getty Images
Un simple kiwi puede recorrer miles de kilómetros hasta su destino en tu supermercado | imagen Michel Porro/Getty Images

Durante las últimas tres décadas, el término “alimento ecológico” se ha ido instalando paulatinamente en nuestras vidas y su popularidad ha conseguido que la mayoría de los consumidores lo asocien a ideas favorables, hasta que poco a poco, han logrado destacar como ejemplos de productos saludables, de buen sabor y respetuosos con el medio ambiente. Es difícil pasear por los pasillos de cualquier supermercado y no encontrarse con docenas, cientos de ellos, fácilmente distinguibles por sus etiquetas y vistosos certificados. No obstante, el refrán popular “cobra buena fama y échate a dormir” viene muy bien en este caso porque, a pesar de que sus productores y defensores han conseguido un buen nombre, una buena marca, a lo largo de todos estos años, lo cierto es que los incontables estudios científicos que han analizado arrojan estos célebres “productos ecológicos” arrojan pobres resultados que no se corresponden con la alta estima que han conseguido entre el público general.

La marcada diferencia entre estas dos realidades ha desatado un intenso debate entre lo que dicen las evidencias científicas frente a la popularidad alcanzada por estos alimentos ecológicos. Durante los últimos años hemos asistido a un importante número de estudios que ponen en duda muchas de las afirmaciones consolidadas de este tipo de industria agrícola y ganadera, y de los supuestos beneficios de sus productos. No está nada claro que tengan un mejor sabor, no han demostrado ser más saludables, son definitivamente mucho más caros y, como colofón, no son más respetuosos con el medio ambiente, lo cierto es que pueden ser muy perjudiciales…

La química y divulgadora científica Deborah García Bello lo explica de manera sencilla, pero muy directa, utilizando el ejemplo de un simple kiwi: “Los alimentos ecológicos pueden empeorar el cambio climático. Parece de chiste, pero los datos están ahí”.

La calificación de sello ecológico no contempla los miles de kilómetros que algunos productos pueden recorrer
La calificación de sello ecológico no contempla los miles de kilómetros que algunos productos pueden recorrer

Contactamos con Deborah y con su primera ya señala el problema: “En mi tierra, Galicia, el 95% de los kiwis ecológicos que se consumen se exportan desde el extranjero, principalmente Nueva Zelanda… no se me ocurre un lugar más lejano desde el que traer una fruta”. De poco sirve utilizar métodos supuestamente respetuosos con el medio ambiente, si luego deben realizar un viaje de 20.000 kilómetros hasta su punto de venta. “La huella de carbono de este simple kiwi contrarresta cualquier otro beneficio que puedas imaginar… Tanto es así que, en el ciclo de vida de un kiwi al menos el 44% de las emisiones de CO2, principal gas responsable del cambio climático, son relativas a su transporte”, explica la química.

Para entender este proceso incluiremos ahora un término importante: frutos climatéricos, es decir fruta que puede recogerse muy verde porque es capaz de madurar separada del árbol o de la mata donde está creciendo. Los tomates son el ejemplo perfecto de fruto climatérico porque se pueden recoger muy pronto y maduran fuera de la tomatera. Esto permite transportarlos a largas distancias sin que se echen a perder y así se explica que un kiwi recogido en Nueva Zelanda pueda pasar semanas, o incluso meses, viajando por todo el mundo hasta llegar a un supermercado en A Coruña. Mientras tanto, para madurar estas frutas y que no lleguen verdes a su destino se rocían con gas etileno que acelera la producción de azúcar, consiguiendo así una maduración fuera de la planta.

Por supuesto este sistema rompe con todos los supuestos beneficios de los productos ecológicos y dejan por los suelos las afirmaciones de que tienen un mejor sabor. El verdadero sabor de las frutas se consigue dejándolas madurar completamente en sus árboles o matas, sin embargo nuestro pobre kiwi ecológico de Nueva Zelanda se recogió sin madurar, se roció de etileno en gas para conseguir algo de maduración, viajó docenas de miles de kilómetros y dejó unas emisiones de carbono que deberían desbaratar cualquier etiqueta que lo describa como “ecológico”.

Evidentemente no es solo Deborah quien deja patente las contradicciones de la industria ecológica, el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) publicó hace tan solo unas semanas un artículo con un titular claro y conciso: “La agricultura y ganadería ecológicas son peores para el cambio climático”. Docenas de divulgadores llevan años advirtiendo de las incontables falacias utilizadas para poner de moda una gama de alimentos ecológicos y productos naturales que, a pesar de ser desmontadas por innumerables estudios científicos, siguen siendo muy populares entre los consumidores.

Se preguntarán si la “marca de producto ecológico” no contempla alguna restricción sobre el origen de esa fruta… pues no. Pueden llegar de Brasil, de Australia, de Ecuador o de Nueva Zelanda, pueden realizar miles de kilómetros en avión, barco, tren y camiones, emitiendo CO2 sin parar a la atmósfera… y aún así mantendrían su marca de “producto ecológico”.

¿Quieren un buen consejo? Olviden la marca “ecológico” y busquen productos de cercanía. Seguro que están cansados de que la televisión, la radio y la publicidad les bombardeen constantemente sobre consejos de consumo, pero si quieren uno más gratis: elijan productos y frutos cercanos. Al no tener que recorrer grandes distancias pueden madurar durante más tiempo en el árbol, tienen mejor sabor, suelen ser más baratos puesto que no requieren de tanto transporte, son más respetuosos con el medio ambiente (esta vez de verdad) y además estarán ustedes contribuyendo a mejorar su propia economía local y regional.

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Referencias y más información:

Deborah García Bello “Por qué el kiwi ecológico puede empeorar el cambio climático” Ciencia Aparte, la Sexta TV

James Temple “La agricultura y ganadería ecológicas son peores para el cambio climático” MIT Tecnology Reviews