Kim Kardashian no puede ser Marilyn Monroe y está demostrado

El dinero no todo lo puede aunque en este mundo parezca que sí. Kim Kardashian, la reina actual del reality show americano, quiso convertirse en el icono del cine Marilyn Monroe por una noche, durante la Met Gala pero, ni siquiera con su vestido pudo lograrlo.

Kim sabe de sobras lo que tiene que hacer para llamar la atención de los medios a nivel mundial y siempre suele sorprender con sus looks de látex, con la cara tapada etc. sin embargo en al Met fue demasiado lejos intentando enfundarse un vestido con un cuerpo tan distinto al de Marilyn y ahora la prenda histórica, sufre las consecuencias.

El coleccionista y dueño original del vestido, Scott Forney, ha querido enseñarle al mundo los destrozos que ha sufrido la prenda, bordada a mano con más de 2.500 cristales, tras su paso por el cuerpo de Kim Kardashian.

El vestido fue diseñado originariamente por Jean Louis y Marilyn Monroe lo lució en el mítico cumpleaños de John F. Kennedy en 1962, tres meses antes de que la diva falleciera. Cuando el exclusivo vestido salió a subasta se pagaron casi 5 millones por él y ahora Forney lamenta profundamente los daños sufridos en la tela y los cristales.

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Hay un claro antes y después de la prenda que se ve en las fotografías y que el propietario califica de daño irreparable y significativo. Además, muestra su descontento escribiendo: “Muy comprometidos con mantener ‘la integridad del vestido y su preservación’, pero... ¿Valió la pena?”, la respuesta es, obviamente, no.

Y es que a raíz de este caro accidente, el Consejo Internacional de Museos acaba de prohibir el uso de prendas de valor histórico para cosas como esta. Lo cierto es que Kim Kardashian no puede ser Marilyn Monroe por mucho que se intente meter en su vestido.

Sus vidas son demasiado distintas. Marilyn Monroe enamoraba por su inocencia y esa fragilidad que, a su vez, la convirtieron en un mito erótico de su época. Una mujer llena de lagunas, falta de amor y con altibajos emocionales que tuvieron el peor de los finales.

Aún siendo una auténtica diva, jamás fue feliz y tampoco era ostentosa, sí que le gustaba gustar, pero no solía acaparar titulares por escándalos o polémicas aunque vivió relaciones tóxicas y tormentosas en el amor.

Kim, en cambio, es un producto de lo más capitalista, ha nacido en cuna de dinero y sabe explotarlo. Es asidua a la cirugía estética, vive rodeada de lujos, le encanta ostentar y airear su vida privada así como la de su familia en su propio reality show.

El prototipo de belleza entre una y otra es antagónico no solo físicamente sino por los valores que transmiten y es que la época actual no es en absoluto similar al Hollywood dorado del glamour y las ondas al agua. Hoy se lleva más el perreo y los traseros XXL con imágenes lo más explícitas posibles.

Que Kim Kardashian es una marca registrada y reconocida mundialmente a día de hoy es una realidad. Con su imperio de fajas, ropa, cosmética etc. ha sabido labrarse un nombre y generar millones pero, ¿será recordada de aquí 60 años con la misma intensidad y mente colectiva con la que todos recordamos a Marilyn Monroe? Lo dudo. De Marilyn quedan sus películas y lo trágico de su vida y muerte pero, en el caso de Kim, no hay tanta “poesía” detrás como para encumbrarla al Olimpo que pocas ‘diosas’ ocupan.

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