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El campeón invicto que luchaba con oseznos vuelve al octógono

ABU DHABI, UNITED ARAB EMIRATES - SEPTEMBER 07: Khabib Nurmagomedov of Russia celebrates his submission victory over Dustin Poirier in their lightweight championship bout during UFC 242 at The Arena on September 7, 2019 in Yas Island, Abu Dhabi, United Arab Emirates. (Photo by Jeff Bottari/Zuffa LLC/Zuffa LLC via Getty Images)

Cada luchador de la UFC tiene una historia detrás. La de Khabib Nurmagomedov (Daguestán, 1988) es digna de una película (o al menos un docupic). El actual campeón del peso ligero de la compañía de artes marciales mixtas (MMA) más importante del mundo tiene una personalidad cimentada en sus valores y experiencias, así como en su estrecha relación con su padre. El impoluto récord de victorias y derrotas de 28-0 es tanto desempeño de uno como respaldo de otro. Su próximo combate, el sábado 24 de octubre frente a Justin Gaethje, será el primero sin su padre respaldándole, pues falleció por coronavirus en el mes de julio.

Khabib Nurmagomedov no conoce la derrota en las MMA. Antes de desembarcar en la UFC logró 15 victorias en terreno ruso y una en Ucrania. Su padre, Abdulmanap Nurmagomedov, fue testigo de todas ellas in situ. Cuando Khabib firmó por la empresa estadounidense, siempre se denegó el visado a su progenitor, que no pudo visitar Estados Unidos, Brasil o Canadá, pero siguió cada uno de sus duelos por televisión… hasta que el UFC 242 se celebró en Abu-Dabi. Los Emiratos Árabes abrieron las puertas a un Abdulmanap y éste pudo celebrar la 28ª victoria de su hijo junto a él, en el octógono. “Sinceramente, no sé por qué tengo tantas cosas. Quiero dar gracias a dios y luego quiero dárselas a mi padre”, dijo Khabib mientras se abrazaba con su referente familiar y en la vida, tras hacer derrotado a Dustin Portier. En la foto con todo el equipo, le colocó el cinturón de campeón a su padre.

Desde bien pequeño, Khabib Nurmagomedov trabajó duro junto a su padre para llegar a convertirse en uno de los mejores peleadores de todos los tiempos. Con sólo nueve años tenía ya un potencial impresionante. Sus peleas contra oseznos, con los que entrenaba su wrestling se hicieron virales tan pronto como su nombre empezó a ganar peso en el mundo de las MMA. Antes de ello, Khabib se coronó en varias de las competiciones de grappling (una modalidad de lucha con ciertas similitudes con el jiu-jitsu) más importantes del mundo, se llevó varios títulos mundiales de sambo. Siempre bajo la atenta mirada y los entrenamientos de Abdulmanap, quien preparaba todo tipo de pruebas físicas para su hijo, haciéndole incluso nadar contracorriente en ríos con el agua a temperaturas relativamente extremas. No es de extrañar que tras la muerte de su padre, se llegase a rumorear que Khabib podría estar planteándose no volver a pelear jamás. Afortunadamente, por el bien de las MMA, no ha sido así.

Condicionado por la religión y el coronavirus

Desde la anterior pelea de Khabib Nurmagomedov hasta su defensa del título frente a Justin Gaethje ha pasado más de un año, obligando a que la UFC tuviese que tirar de campeones interinos para no bloquear la división de los pesos ligeros. Tras derrotar a Portier en septiembre de 2019, Khabib quiso tomarse un tiempo de descanso, avisando que no volvería a entrar en el octógono hasta pasados unos meses y siempre condicionado por el Ramadán. Estamos hablando del noveno mes del calendario islámico y el mes del ayuno, la oración, la reflexión y la comunidad. En líneas generales, durante este periodo, el ayuno (alimentarios, bebidas, tabaco y relaciones sexuales) es obligatorio desde el amanecer hasta el ocaso, quedando exentos los enfermos crónicos, los musulmanes que estén viajando, los ancianos, las embarazadas, las mujeres en periodo de lactancia, los diabéticos o las mujeres en periodo de menstruación. Nurmagomedov, al igual que todos aquellos que no estén incluidos en estos grupos, cumple a rajatabla con uno de los Cinco Pilares del Islam, que en 2020 comenzó el 23 de abril y duró hasta el 23 de mayo.

“Durante el Ramadán paso tiempo con mi familia, con mis padres, voy a la mezquita, rezo y ayuno. Y por supuesto entreno, pero es difícil y peligroso porque durante el día no comes ni bebes y puedes lesionarte. Después del Ramadán necesito como 45 días para recuperarme. Somos atletas que competimos a un alto nivel y necesitamos un mes y medio para recuperarnos”, explicó el peleador en ESPN. La vuelta a la actividad se produjo en mitad de la pandemia mundial de coronavirus y al poco tiempo llegó la triste noticia del adiós de su padre. Motivos más que suficientes para que el campeón de la UFC haya ido posponiendo su retorno al octógono.

Ni oír hablar de Conor McGregor

Khabib Nurmagomedov y Conor McGregor protagonizaron una de las rivalidades más insanas de la historia de las artes marciales mixtas. La políticamente correcta relación entre el daguestaní y el irlandés se fue deteriorando a medida que ambos escalaban peldaños en la UFC y que se enfrentasen dentro de la jaula se convirtió en algo que sólo era cuestión de tiempo. La palabrería y las provocaciones de McGregor desembocaron en uno de los actos más deplorables de la historia de la compañía, cuando ‘The Notorious’ y su equipo atacaron el autobús de Khabib y otros peleadores del evento UFC 223 (abril de 2018) en los días previos a la velada, durante un media day. El irlandés lanzó una carretilla contra la ventanilla del vehículo en el que iba su archienemigo y provocó lesiones en varios integrantes del convoy, incluidos varios atletas que debían luchar en dicha cartelera. McGregor pasó una noche en el calabozo y tuvo que dar cuentas ante la justicia por aquello.

Seis meses después de aquel incidente, en el UFC 229, Khabib y Conor se vieron las caras dentro del octógono, tras semanas de trash-talk, insultos, desafíos y bravuconadas del irlandés hacia el campeón, Nurmagomedov se desquitó en la jaula. Derrotó a McGregor por sumisión en el cuarto asalto y dio rienda suelta al exceso de adrenalina y mala leche acumulada. Se encaró con su rival rendido en el suelo y acto seguido fue a por su equipo al otro lado de la reja. Literal. Khabib saltó la valla que delimita el octógono y comenzó una pelea barriobajera que derivó en varios ataques de compañeros del daguestaní sobre Conor, aún dentro de la jaula. Una escena vergonzosa que le perseguirá por el resto de su carrera y por la que ha pedido disculpas por activa y por pasiva. “Cuando regrese a casa, mi padre me va a dar una paliza por lo que he hecho esta noche”, comentó en rueda de prensa tras un combate que hoy por hoy tiene claro que no va a repetirse. “Ya vencí a McGregor una vez. ¿Por qué iba a tener que pelear de nuevo con él? No creo que vuelva a merecerse jamás una oportunidad por este título. No está concentrado, bebe demasiado, pega a viejos… No merece mi atención. Olvidaos de él”.

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