Quién es Kemal Kiliçdaroglu, el burócrata sin carisma que puede hacer caer a Erdogan

El dirigente centrista turco Kemal Kiliçdaroglu
El dirigente centrista turco Kemal Kiliçdaroglu - Créditos: @Reuters

PARÍS.– Designado para representar la principal fuerza de oposición en la elección presidencial de Turquía, el centrista Kemal Kiliçdaroglu encarna el “anti-Erdogan”. A los 74 años, ese ex funcionario dirige una frágil coalición, determinada a terminar con el presidente Recep Tayyip Erdogan y su autoritario sistema de gobierno.

Con su espeso bigote y su frágil silueta, es una fuerza tranquila en el paisaje político turco. Excelente conocedor de las administraciones públicas, lleva con él una imagen de reservado tecnócrata. Fue sin embargo en gran pompa, el 6 de marzo, que Kiliçdaroglu, presidente del Partido Republicano del Pueblo (CHP) resultó designado candidato a la elección presidencial en nombre de la “Mesa de los seis”, principal coalición de oposición del país.

“Las puertas de la Alianza de la Nación —nombre oficial de la coalición— están abiertas a todos aquellos que comparten nuestro sueño”, declaró esa noche, frente a una compacta muchedumbre reunida en Ankara. Un discurso federador, marca de fábrica de ese político de 74 años, que navega desde 2002 en corrientes a veces contrarias a su propio partido. A partir de ahora, Kiliçdaroglu se encuentra a la cabeza de una coalición que reúne conservadores y liberales, islamistas y laicos, nacionalistas y pro-europeos. Con una prioridad: hacer caer al presidente Recep Tayyip Erdogan, en el poder desde hace más de 20 años.

En una campaña que comenzó oficialmente el sábado 18 de marzo y según los primeros sondeos, Kiliçdaroglu podría conseguir el triunfo. De aquí a la primera vuelta de la elección, fijada para el 14 de mayo, la gran esperanza de la oposición intentará reunir a todos los decepcionados de Erdogan y de su partido islamo-conservador, el AKP. Una ardua, aunque no imposible, misión para el candidato de centro-izquierda, que se define ante todo como “pragmático”.

Sin hacer ruido, Kiliçdaroglu reorientó la línea del CHP en varios puntos. En dos décadas, el partido heredado de Mustafa Kemal Ataturk —el padre de la Turquía moderna y republicana— adoptó posiciones menos radicales con los musulmanes conservadores, pero también —y sobre todo— con las minorías kurdas, de las cuales es un allegado.

Nativo de un pueblo del este de Turquía, miembro de una familia numerosa de orígenes modestos, Kiliçdaroglu hizo estudios de economía y después se incorporó al ministerio de Finanzas, donde terminó su carrera en los años 1990 dirigiendo la Seguridad Social del país. En 2002, ya jubilado, se acercó al CHP haciéndose elegir diputado por primera vez en una circunscripción de Estambul. Un éxito electoral que repitió en 2007, accediendo además al puesto de vicepresidente de su partido.

“Es un auténtico burócrata, comprometido a largo plazo en lo que se ha transformado en el principal partido de oposición”, asegura Bayram Balci, especialista en el Centro de Investigaciones Internacionales de Sciences Po París.

“Siempre criticó la gestión del gobierno y sus derivas, aumentando constantemente el consenso en torno a su personalidad”, agrega. En 2008, Kiliçdaroglu entró en oposición frontal con el oficialista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), al cual reprocha el ejercicio sistemático de la corrupción, obteniendo de paso el odio de su líder, Recep Tayyip Erdogan, entonces primer ministro.

Su popularidad creció a partir de 2009, después de su candidatura a las elecciones municipales de Estambul. A pesar de su derrota frente al AKP, al año siguiente asumió el liderazgo del Partido Republicano del Pueblo. En 2013, el CHP apoyó el movimiento de protesta Gezi, muy activo en las grandes ciudades.

Pero fue en junio de 2017 cuando obtuvo uno de sus mayores éxitos, organizando una marcha de más de 400 kilómetros entre Ankara y Estambul para reclamar la liberación del diputado del CHP arrestado por haber divulgado informaciones relativas a los servicios secretos turcos. “Marcó muchos puntos unificando las corrientes de su partido, una tarea nada fácil”, analiza Balci.

Antes de izarse a la cabeza de una coalición decididamente heteróclita, Kiliçdaroglu tuvo, en efecto, que poner de acuerdo a los diferentes componentes del CHP.

“Es un partido que todo presentan como socialdemócrata, que es en realidad la línea de Kiliçdaroglu. Pero otras tendencias fuertes se expresan en su interior”, señala Nicolas Monceau, profesor de Ciencias Políticas de la universidad de Burdeos. Históricamente laico y pro-occidental, el CHP “estos últimos años también vivió crispaciones nacionalistas, incluso soberanistas”, prosigue.

Frente a esa realidad, Kiliçdaroglu adoptó posiciones proeuropeas y estableció contactos con los partidos políticos de la Unión Europea (UE). Adepto a la política de la mano tendida, el líder de centro-izquierda sorprendió a sus propios seguidores proponiendo, en octubre de 2022, una ley que garantice el derecho de usar el velo islámico en las instituciones oficiales.

“Es un gesto de apertura hacia un electorado conservador, tal vez más rural, de sensibilidad religiosa más fuerte: el electorado de Erdogan, en resumen”, analiza Monceau .

Un mitin opositor en Ankara, a principios de marzo
Un mitin opositor en Ankara, a principios de marzo

En su carrera a la más alta función del Estado, Kiliçdaroglu siempre busca el compromiso. “Es un equilibrista. Busca el apoyo en todas partes sin que sea demasiado ostensible”, señala Monceau. Fue así con respecto a los kurdos, minoría reprimida en Turquía, pero que representa más del 10% del electorado.

“Intenta un acercamiento prestando mucha atención a no ofender a los nacionalistas del Buen Partido (IYI), hostiles a los kurdos, y que forman parte de su coalición”, prosigue.

Para numerosos especialistas, la coalición liderada por Kiliçdaroglu debería lógicamente dislocarse después de las presidenciales y las legislativas, organizadas al mismo tiempo. “Aun cuando gane, el bloque se dividirá al día siguiente. Es normal y está previsto”, dice Bayram Balci.

“Pues el proyecto que mantiene en pie esta alianza es terminar con el sistema presidencialista que instauró Erdogan”, agrega. En 2017, el actual presidente consiguió cambiar la Constitución turca haciendo pasar el poder ejecutivo de manos del primer ministro a las del presidente. Es decir, él mismo.

A comienzos de marzo, el candidato Kiliçdaroglu develó su “hoja de ruta de la transición hacia un sistema parlamentario reforzado”, decidido por su coalición. Es el principal objetivo de los miembros de la alianza. “La idea es terminar con las derivas autoritarias, devolver su independencia a la justicia, al Banco Central y de dejar de focalizar todo en un solo dirigente”, analiza Nicolas Monceau.

Pero, la verdadera incógnita es ¿qué pasará después? ¿Conseguirán formar una mayoría parlamentaria para gobernar? En caso de victoria, Kiliçdaroglu llegaría a la presidencia de un país exangüe, donde la inflación alcanzó estos últimos meses hasta el 85%. También habrá que hacer enormes esfuerzos para reparar la imagen y las relaciones diplomáticas de Turquía. Sin olvidar la reconstrucción de las 11 provincias destruidas por los terremotos de febrero, que provocaron más de 48.000 muertos en el país, según un último balance oficial publicado por la agencia Anadolu.

En ese terreno, sin embargo, el partido en el poder está más armado para responder. “El AKP tiene constructores, empresarios, capitales… Es la gran maquinaria Erdogan”, señala Balci.

Una “maquinaria” frente a la cual Kiliçdaroglu, menos carismático que el estruendoso presidente turco, pretende presentarse como una alternativa de calma. Para la mayoría de los especialistas, si los electores turcos decidieran votar por él, no será necesariamente por sus cualidades personales sino, ante todo, para deshacerse de Erdogan.