Julio César Chávez Jr., el heredero del rey del boxeo que se ridiculiza a él mismo

Julio César Chávez Jr. se ha convertido en una parodia de sí mismo. Parece disfrutarlo. La atención es su combustible. El Hijo de la Leyenda no repara en burlas ni escándalos. Entre más personas hablen de él, sin importar el tono, mejor para su causa.

Un día cuenta que le tiene aprecio a Ovidio Guzmán. Al otro, sin el más mínimo sentido de la vergüenza pública, ventila los problemas con su padre. Resulta cuando menos incómodo escucharlo criticar a otros boxeadores. Entre pleitos familiares y confesiones no pedidas se consume la carrera del otrora diamante del boxeo mexicano.

La memoria dice que un día todo fue diferente. Y si los multiversos fueran reales, quizá en una de tantas realidades alternas Chávez Jr. fue capaz de honrar el apellido que la casualidad le concedió.

Decía Johan Cruyff que si el alumno no supera al maestro, ni es bueno el alumno ni es bueno el maestro. Parece que los Chávez, Señor y Junior, entendían muy bien la premisa.

Julio César Chávez Jr. enfrenta a Daniel Jacobs en diciembre de 2019. El norteamericano había peleado seis meses atrás con Saúl Álvarez. (Joe Camporeale-USA TODAY Sports)
Julio César Chávez Jr. enfrenta a Daniel Jacobs en diciembre de 2019. El norteamericano había peleado seis meses atrás con Saúl Álvarez. (Joe Camporeale-USA TODAY Sports)

La combinación era conmovedora: un ícono del boxeo, venido a menos por culpa de las drogas, que lograba reformarse gracias al ímpetu de un vástago dispuesto a reeditar sus glorias. La cara de niño que tenía el Junior, libre de todas las escorias que acompañan al boxeo, invitaba al optimismo.

Los medios de comunicación vieron en Chávez hijo el producto ideal. Joven, con ciertas cualidades, y un apellido radiante. Había que cuidarlo y consentirlo. Los proyectos, en el ring y en las cámaras no cuajan en un santiamén. Se requiere la paciencia artística de quien entiende el futuro como una suma de las banalidades cotidianas.

Cuando el boxeo regresó a la televisión abierta en México, en 2006, Chávez Jr. fue la carta de presentación de TV Azteca. Claro que había boxeadores consagrados, pero ahí radica uno de los secretos del pugilismo: la gloria, cuando se consigue, deja de ser placentera; en cambio, el camino para llegar a ella está desbordado de emociones.

Y ese camino incluyó una romántica venganza. Grover Wiley, verdugo de Chávez padre en la última pelea de su carrera, fue arrollado por Chávez Junior. La pelea, claro está, no fue tan pasional como la víspera, cargada de un clima sentimental y patriotero. En tres rounds la revancha familiar quedó consumada.

Julio César Chávez Sr. apoyando a su hijo en su pelea contra Daniel Jacobs en diciembre de 2019. (Joe Camporeale-USA TODAY Sports)
Julio César Chávez Sr. apoyando a su hijo en su pelea contra Daniel Jacobs en diciembre de 2019. (Joe Camporeale-USA TODAY Sports)

Pronto, toda la maquinaria propagandística de la que gozaba el clan Chávez tuvo que lidiar con una contraparte. Televisa tenía su propio proyecto. Saúl Álvarez era su nombre y le decían Canelo. No lo acompañaba un apellido de alcurnia boxística, pero sí una televisora capaz de fabricar presidentes.

Nadie sabe en qué momento Álvarez retó por primera vez a Chávez. Lo cierto es que lo hizo día y noche durante un largo tiempo. Todos hicieron oídos sordos. Si tenían que pelear, sería en un día lejano. La industria entendió que no debía dispararse en el pie.

Los caminos fueron paralelos, quién sabe si por casualidad o por necesidad. Chávez Jr. y Canelo fueron campeones del mundo en el mismo año: 2011. Chávez Jr. derrotó a un 'desconocido' Sebastián Zbik. Le arrebató la faja CMB de los pesos medianos.

Ese día, el 4 de junio de 2011, los ojos de Julio César Chávez González brillaron más que los de su hijo. Para el vástago era el deber cumplido; para el padre, la eternización de la gloria. Con Freddie Roach, mejor entrenador del mundo y arquitecto de Manny Pacquiao, en su esquina, no había imposibles.

Julio Cesar Chavez Jr. derribó a Sergio Martínez en el doceavo asalto de su pelea. Sin embargo, el argentino dominó toda el combate y le arrebató la faja CMB de los medianos. (Steve Marcus/REUTERS)
Julio Cesar Chavez Jr. derribó a Sergio Martínez en el doceavo asalto de su pelea. Sin embargo, el argentino dominó toda el combate y le arrebató la faja CMB de los medianos. (Steve Marcus/REUTERS)

Después llegaron tres defensas exitosas, hasta que apareció Sergio Martínez. El Maravilla era un argentino de manual: autoestima por las nubes y con alfileres en la lengua. Sus palabras calaron hondo en padre e hijo, que nunca habían enfrentado a nadie con tanta habilidad pugilística ni dialéctica.

Chávez Junior perdió su primer y único título del mundo el 15 de septiembre de 2012. Paradojas donde las haya, la fecha que Chávez padre constituyó como sagrada para el boxeo fue la misma que perforó la inmaculada carrera de su hijo.

En el doceavo round, tras ser dominado durante todo el combate, Chávez Jr. estuvo a punto de noquear a Martínez. Si en una realidad alterna lo hubiera logrado, dicen quienes saben que su carrera habría sido brillante.

Julio César Chávez Jr. junto a su padre y Sebastian Zbik, boxeador alemán al que Junior derrotó en 2011 para ganar su primer y único título mundial. (Elizabeth Fuentes/Jam Media/LatinContent via Getty Images)
Julio César Chávez Jr. junto a su padre y Sebastian Zbik, boxeador alemán al que Junior derrotó en 2011 para ganar su primer y único título mundial. (Elizabeth Fuentes/Jam Media/LatinContent via Getty Images)

Lo cierto es que Chávez hijo dio positivo a marihuana después de la pelea. El triunfo lastrado por el dopaje habría escandalizado a todo México. La derrota acompañada por el dopaje tuvo en efecto atenuante, acaso balsámico: parecía que perder un título del mundo era lo menos preocupante para la carrera del Hijo de la Leyenda.

El tiempo rompió el hechizo. Públicamente, Chávez padre jamás volvió a mostrar orgullo por Chávez Junior. Lo más común fue ver cómo se tapaba la cara con una mano en señal de vergüenza. Canelo Álvarez ganó toda la fama y el dinero que eran para Julito. Su carrera está agonizando, aunque él diga lo contrario.

Poco debe importar todo eso a estas alturas. Chávez Jr. tendrá muchos años de anécdotas para desperdigar por Instagram. El foco de atención lo tiene asegurado. La luz que ilumina a las leyendas nunca le importó.

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