Julen Lopetegui no se merece ser pisoteado por sistema

Julen Lopetegui se despide de la afición del Sevilla, sabiéndose despedido tras perder contra el Borussia Dortmund. Foto: José Hernandez/Anadolu Agencia via Getty Images.
Julen Lopetegui se despide de la afición del Sevilla, sabiéndose despedido tras perder contra el Borussia Dortmund. Foto: José Hernandez/Anadolu Agencia via Getty Images.

Julen Lopetegui es un magnífico entrenador de fútbol. Tácticamente preparadísimo y un apasionado de su profesión que además lo transmite. Anoche en el Sánchez Pizjuán vivió con total seguridad unos de los capítulos más tristes de su vida como técnico. Y sinceramente, creo que el Sevilla F.C. como institución se lo podía haber ahorrado. Lo único positivo fue el reconocimiento de una afición que hasta hace poco también le había silbado. Pero el fútbol tiene un punto transformista y al menos tuvo el reconocimiento final de su gente.

Lopetegui lleva unos años viviendo situaciones extrañas. Desde su abrupta salida de la selección a las puertas del comienzo del Mundial de Rusia 2018, su figura ha ido sufriendo un desgaste. Su experiencia en el Real Madrid duró poco y no fue buena. Pero en el Sevilla ha cumplido con creces, conquistando una Europa League y haciendo del conjunto hispalense un habitual de la Champions League. Pero en su carácter hemos ido vislumbrando un punto de nerviosismo que se acrecentó la temporada pasada, sobre todo a partir de Navidad, y que no dejó de crecer hasta su despedida en el día de hoy.

Al Sevilla le hizo un daño tremendo la falsa expectativa de poder ganar la Liga la pasada temporada. Estuvo cerca hace dos campañas, pero desde que llegó Martial en el pasado mercado de invierno, un jugador que jugaba muy poco el United, se creyó que el Sevilla tenía la Liga a su alcance. El equipo se fue cayendo, especialmente tras la derrota en el Santiago Bernabéu, y la sensación de decepción abundó entre el sevillismo. Hasta el punto que supo a poco la clasificación para la Champions. Y ahí se estableció una sensación rara en el ambiente y hacia Julen Lopetegui. Incluso Lopetegui pecó de conservador en muchos partidos y eso le terminó costando puntos al Sevilla.

El verano fue muy duro en Sevilla. La necesidad económica provocó la venta de pilares clave en el equipo como eran Jules Koundé y Diego Carlos, para los que no ha llegado sustitutos a la altura. Tampoco arriba, donde pese a la llegada de Kasper Dolberg, el equipo sigue sin delanteros del nivel que exige la expectativa actual en el club. Y a todo eso hay que añadir que jugadores que han sido pilares del equipo en el último lustro, como Jesús Navas, Fernando, Ivan Rakitic o Joan Jordán andan lejísimos de lo que fueron. Después las lesiones de Tecatito Corona o el propio Fernando, el pobre nivel del Papu Gómez o incluso de un Marcos Acuña muy lejos de lo que fue, han provocado una gran crisis de juego y resultados.

La afición se ilusionó con la llegada de Isco. El malagueño siempre había ofrecido su mejor versión con el técnico vasco en el banquillo, pero el actual Isco es un jugador que se apaga con facilidad. El resultado de todo este cocktail es un equipo que ha mostrado muchas carencias en este arranque de competición. La áreas, como dijo ayer el propio Lopetegui, le han penalizado muchísimo. Mención especial para los canteranos José Ángel Carmona y Kike Salas. Carmona, incluso de lateral en Cornellá, ha cumplido muy bien y Kike Salas fue el mejor ante el Dortmund. Pero no se puede pretender que sujeten el equipo en la misma condición que lo hacían Diego Carlos y Koundé. Y eso pasa factura y esperemos que no les deje marcados.

Julen Lopetegui no ha podido encontrar en Isco la estrella que buscaba para su proyecto. Foto: JOSE JORDAN/AFP via Getty Images.
Julen Lopetegui no ha podido encontrar en Isco la estrella que buscaba para su proyecto. Foto: JOSE JORDAN/AFP via Getty Images.

El final de Lopetegui en el Sevilla ha sido muy triste. Desde la derrota ante el Atlético de Madrid se sabía perfectamente que no iba a continuar y el trago de sentarse en el banquillo ante el Dortmund, sabiendo que pasara lo que pasara, no iba a continuar se lo podían haber ahorrado. Tampoco estuvo afortunado Monchi al final del partido, cuando se acercó a Julen y le devolvió al terreno de juego para que recibiera el calor de la afición. Con buena intención, seguro, pero ni él era el protagonista y además esa decisión pertenecía al propio Julen, que para entonces ya se retiraba discretamente hacia la bocana de vestuarios agradeciendo el apoyo del sevillismo.

La vida sigue y Lopetegui no tardará en volver a entrenar, ya se habla del Wolves en la Premier. Y el Sevilla está obligado a reconstruirse, pero con la temporada empezada, un pie fuera de la Champions y una plantilla descompensada. Jorge Sampaoli tendrá que recomponer el equipo en lo anímico lo primero y después esperar a ver si Monchi puede hacer algo en el mercado de invierno.

El Dortmund le pasó por encima dando un recital en transición, de la mano de un Jude Bellingham consagrándose como uno de los elegidos. Un centrocampista total. Julen lo intentó todo en su último partido al frente del Sevilla, incluso cambió el dibujo inicial sobre la marcha para incrustar a Gudelj entre los centrales, pero ni así le fue posible.

Perdió el Sevilla, su afición, Monchi, y una directiva cercada por sus opositores, especialmente José María del Nido que cada día aprieta más. Pero el que peor lo pasó fue Julen Lopetegui que pese a todo, supo salir con una elegancia extraordinaria y palabras solo de agradecimiento. Que tenga mucha suerte en el futuro. Ha cometido errores, seguro, pero es un gran entrenador y lo podrá demostrar muy pronto otra vez.

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