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¿El juego de las sillas? Reacomodar a los músicos podría reducir los aerosoles emitidos por los miembros de la orquesta

Según un nuevo estudio, reacomodar a los músicos podría reducir de manera significativa la acumulación de aerosoles en el escenario. (Hiroyuki Ito/The New York Times)
Según un nuevo estudio, reacomodar a los músicos podría reducir de manera significativa la acumulación de aerosoles en el escenario. (Hiroyuki Ito/The New York Times)

Si los instrumentos musicales fueran personas, las trompetas serían superpropagadores. Cuando un trompetista sopla la boquilla, diminutas gotas respiratorias conocidas como aerosoles salen de la boca del músico, viajan a toda velocidad por el tubo de latón y se esparcen por el aire.

Durante una pandemia mortal, el que un músico pueda estar exhalando un virus infeccioso sin saberlo representa un problema potencial para las orquestas, y la trompeta no es el único peligro musical para la salud.

“Los instrumentos de viento son como máquinas para convertir las gotas respiratorias en aerosoles”, dijo Tony Saad, ingeniero químico y experto en dinámica de fluidos computacional de la Universidad de Utah.

Saad y sus colegas informaron en un nuevo estudio, publicado el 23 de junio en Science Advances, que un cambio sencillo pero radical —reorganizar a los músicos— podría reducir de manera significativa la acumulación de aerosoles en el escenario.

El trabajo comenzó el verano pasado cuando la Sinfónica de Utah comenzó a preguntarse si podría volver a presentarse de manera segura y cómo lo haría.

“Empezaron a buscar personas que pudieran proporcionar información sobre estrategias de mitigación en las que la gente pudiera tener cierta confianza”, dijo James Sutherland, ingeniero químico de la Universidad de Utah y uno de los coautores del estudio.

Los investigadores crearon un modelo informático detallado de la sala de conciertos de la sinfónica en el que señalaron la ubicación de cada salida de ventilación y la cantidad de flujo de aire en el sistema de climatización.

Después mapearon la posición habitual de cada músico. La Sinfónica de Utah, al igual que la mayoría de las orquestas modernas, acomodaba a sus músicos siguiendo un patrón estándar, con los instrumentos de cuerda en la parte delantera del escenario seguidos de varias filas de instrumentos de viento de madera y metal: las flautas y los oboes, luego los fagots y clarinetes y al último las trompetas y trompas. Los trombones y la sección de percusión quedaban al fondo del escenario.

Para hacer un modelo de la propagación de aerosoles durante un concierto, incorporaron una investigación reciente dirigida por Jiarong Hong, ingeniero mecánico de la Universidad de Minnesota. Hong y sus colegas habían trabajado con la Orquesta de Minnesota para medir la concentración y el tamaño de las partículas de aerosol emitidas por una variedad de instrumentos de viento (entre sus hallazgos: la trompeta, el trombón bajo y el oboe representan el mayor riesgo).

Con estos parámetros a la mano, Saad y Sutherland utilizaron lo que se conoce como simulaciones de dinámica de fluidos computacional para modelar la manera en que el aire y los aerosoles fluirían a través de la sala de conciertos de Utah cuando todos los músicos estuvieran tocando.

Las trompetas, que emitían grandes nubes concentradas de aerosoles, plantearon un problema particular. En su camino hacia los conductos de ventilación en la parte posterior del escenario, las estelas de aerosol arrojadas por estos instrumentos pasaban directamente por la zona de respiración de los percusionistas.

“Vimos esto y dijimos: ‘OK, esto es un gran problema, tenemos que solucionarlo’”, mencionó Sutherland. “Y dada la información que teníamos sobre la manera en que el flujo se movía, dijimos: ‘Bueno, cambiemos de sitio algunos de estos instrumentos”.

Sabían que la idea podría ser controversial; las orquestas por lo general se han acomodado de la misma manera durante décadas por razones tanto de acústica como de tradición. “Cuando iniciamos el proyecto les preguntamos: ‘¿Con qué restricciones tenemos que trabajar? ¿Podemos mover de lugar a las personas?’”, comentó Sutherland. “Y la respuesta fue: ‘Hagan todo lo que puedan para reducir los riesgos’”.

Fue así como decidieron mover las trompetas al fondo del escenario, justo al lado de las rejillas de ventilación. Luego cambiaron de posición los otros instrumentos de viento del centro del escenario hacia sitios más cercanos a los conductos de ventilación traseros o a las puertas del escenario, las cuales sugirieron dejar abiertas.

El equipo tenía la esperanza de que estos movimientos permitieran que los aerosoles fluyeran directamente hacia afuera de la sala de conciertos sin pasar por las zonas de respiración de otros músicos ni quedar atrapados dando vueltas en el escenario. “Por lo general se busca que el fumador se siente cerca de la ventana”, dijo Saad. “Bueno, eso fue exactamente lo que hicimos aquí”.

Finalmente, trasladaron los instrumentos que no generan aerosoles en absoluto —el piano y la sección de percusión— al centro del escenario. Todos estos ajustes redujeron cien veces la concentración promedio de aerosoles en las zonas de respiración de los músicos según los cálculos de los investigadores.

Aunque los patrones precisos de flujo de aire son diferentes en cada recinto, los principios generales deberían funcionar en cualquier lugar, aseguró el equipo. Las orquestas pueden reducir el riesgo de propagación de aerosoles colocando los instrumentos de mayor riesgo cerca de puertas abiertas y salidas de aire. (Los investigadores sugirieron que las orquestas que no puedan realizar su propio modelo por computadora coloquen una máquina de humo en el escenario y tomen nota del flujo del humo).

Por su parte, la Sinfónica de Utah se mostró dispuesta a reconsiderar la ubicación de los músicos. Cuando volvieron al escenario el otoño pasado, lo hicieron con las puertas abiertas y los instrumentos de viento en la parte posterior.

“Fue un enorme desafío para los músicos”, dijo Steven Brosvik, presidente y director ejecutivo de la Sinfónica y la Ópera de Utah. “Pero todos estuvieron dispuestos y dijeron: ‘Hagámoslo, vamos a intentarlo’”.

A los músicos les tomó algunas semanas sentirse cómodos con la nueva distribución y planean volver a su configuración tradicional este otoño, comentó Brosvik. Sin embargo, las simulaciones les brindaron tranquilidad y les permitieron volver al escenario. “A nosotros nos cambió la vida”, afirmó Brosvik.

A los investigadores les dio gusto la disposición de los músicos a aceptar una solución inusual aunque sus hallazgos tal vez hayan afectado más a algunos instrumentistas que a otros. Como dijo Sutherland: “Tuvimos que disculparnos de antemano con los trompetistas”.

© 2021 The New York Times Company