Juan Pablo II, tan popular en Polonia como en el resto del mundo

La popularidad del papa Francisco no ha cubierto en nada la celebridad de su carismático predecesor polaco Juan Pablo II, quien será canonizado el 27 de abril en el Vaticano, junto a Juan XXIII. Durante su pontificado de 27 años (1978-2005), este exactor políglota viajó a un centenar de países, para reunirse con gente común y corriente y transmitirles el mensaje cristiano. Su comportamiento contrastaba con los hábitos de muchos papas anteriores, más bien distantes con los fieles. Juan Pablo II "rompía con las reglas del protocolo. Sus guardaespaldas solían verse en muchos aprietos. Muchas veces se apartaba del trayecto programado e iba hacia la gente", recuerda Pawel Boryszewski, sociólogo de la religión. Tanto en su Polonia natal como en otros países católicos, sus admiradores celebran su canonización de diversas formas. - A pie, en automóvil - Un atleta del norte de Polonia caminará 2.000 kilómetros para asistir a la canonización en el Vaticano, donde se espera a unos cinco millones de fieles. Un alemán de origen polaco compró y reparó el coche que había pertenecido de 1958 a 1977 al cardenal Karol Wojtyla y efectuará la peregrinación en ese vehículo. En Filipinas, país asiático de mayoría católica, centenares de fieles ya han visitado una exposición de las reliquias del papa Juan Pablo II. "Estoy feliz. Ahora que he visto esas reliquias, puedo morir", declaró a la AFP Gene Suárez, una maestra jubilada de 67 años, en la pequeña capilla de Manila donde están expuestos los recuerdos mortuorios: mechas de sus cabellos y un pedazo de tejido manchado de sangre, que serán presentados en todo el país en los próximos meses. En Irlanda, numerosos objetos con el rostro del papa se venden como pan caliente en los almacenes de souvenirs del Santuario de Knock, visitado por Juan Pablo II en 1979. - La búsqueda de reliquias - "La gente busca objetos, recuerdos de Juan Pablo II como fotos o tarjetas de oración", certifica Peg Carmody, dueño de uno de esos almacenes en Limerick. Y si los católicos de Argentina se entusiasman por el papa Francisco, también conservan el recuerdo del pontífice polaco, quien actuó como mediador para impedir una guerra con Chile en 1978. La devoción no impide que muchos católicos admitan que la imagen de la Iglesia se haya visto empañada por los escándalos de curas pedófilos durante el pontificado de Juan Pablo II. "Creo que fue el papa más bueno, pero rompe un poco su imagen todo aquello que pasaba. El papa Francisco está arreglando los problemas que crearon otros y que ahora salieron a la luz", afirma Paola Minoscal, una ecuatoriana de 26 años, estudiante de Comunicación Audiovisual en Buenos Aires. Este deterioro de la imagen del pontífice es, en cambio, inexistentee en Polonia, donde Juan Pablo II es objeto de una adoración inigualable. Sus compatriotas lo siguen considerando como un héroe nacional y como la máxima autoridad moral. Para los polacos, este primer papa no italiano en cuatro siglos sacudió los cimientos del régimen comunista. Juan Pablo II también es recordado como el papa que renunció al boato de sus predecesores sin diferencias de credos. Y también permanece en la memoria como el pontífice que visitó en la cárcel al turco Alí Agca, quien había intentado asesinarlo en 1981. De Juan Pablo II "siempre emanó un gran humanismo y, tanto creyentes como no creyentes, lo consideraron como una personalidad maravillosa", destaca Halina Marciniak, una maestra que preside una asociación de 1.300 escuelas polacas bautizadas con el nombre del papa.