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Joseph Harris: el "asesino ninja" que mató a su exjefa con una katana y planificó una escalofriante masacre

Un día como hoy pero de 1991, Joseph Harris mató a dos excompañeros del servicio postal de Estados Unidos. Un hecho sangriento que pasó a la historia, básicamente, por dos motivos: por un lado, porque fue uno de los últimos de una larga serie de asesinatos cometidos por trabajadores contra sus jefes o pares. La segunda razón es que originó una expresión que se volvería clásica entre los estadounidenses para referirse a una situación violenta en el entorno laboral: "going postal".

Desde hace muchos años, los asesinatos en masa han sido motivo de preocupación y se han repetido a lo largo del territorio de los Estados Unidos. Con sus matices y particularidades, diferentes crímenes llegaron a la primera plana de los medios del mundo por su carácter "espectacular", similar al de un policial de Hollywood.

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Entre 1983 y 1993, una preocupante tendencia asoló a varias ciudades norteamericanas: distintas personas perpetraron crímenes en diferentes sucursales del United States Postal Service (USPS), el servicio postal nacional. El mismo patrón se repitió en Johnston (Carolina del Sur), Anniston (Alabama), Atlanta (Georgia), Escondido (California) Edmond (Oklahoma) y Nueva Orleans (Luisiana).

De los 11 episodios ocurridos a lo largo de esos 10 años, el más atroz tuvo lugar el 20 de agosto de 1986, cuando el cartero Patrick Sherrill ingresó a la sucursal del correo de Edmond y, armado con tres pistolas semiautomáticas, mató a 14 compañeros, hirió a otros seis y luego se quitó la vida.

Cinco años después de la masacre de Edmond, el 10 de octubre de 1991 una escena similar ocurrió en otro local del correo, pero en Ridgewood, en Nueva Jersey. En ese caso, el perpetrador era un exempleado: Joseph Harris (35).

Nacido en prisión, mientras su madre cumplía una pena, Harris tuvo una crianza conflictiva y trastornos psiquiátricos que hicieron de él una amenaza para sí mismo y, como se comprobaría más tarde, para el conjunto de la sociedad.

Harris había comenzado su cacería entre la noche del 9 y la madrugada del 10 de octubre. Vestido como un ninja, fue a la casa de su exsupervisora en Wayne, en Nueva Jersey. Mientras Carol Ott dormía, la asesinó con una katana. A Cornelius Kasten, el prometido de Ott, lo mató de un disparo certero.

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Dispuesto a todo, Harris continuó su raid homicida en horas de la mañana. Entró armado a la sucursal de Ridgewood donde trabajaba y mató a Joseph M. VanderPaauw (59) y Donald McNaught (63), dos de sus excompañeros que recibían la correspondencia.

Luego de cometer cuatro homicidios en menos de 24 horas y tras resistirse a las autoridades, Harris fue finalmente arrestado. La requisa de la casa del asesino contribuyó a resolver un crimen que estaba impune.

Como publicó The New York Times, Harris había sido despedido en abril de 1990, dieciocho meses antes de la masacre. Un plazo le dio tiempo suficiente para proveerse de un arsenal.

"En determinados desbordes de emociones, algunas personas actúan de formas que no implican procesos racionales, impulsivamente, lo que denominamos 'estallidos'. Pero este no es el caso: aquí se ve claramente que hubo planificación", asegura Lucas Bravo Berruezo en diálogo con LA NACION.

Magíster en Ciencias criminológicas-forenses y docente en Criminología y Psicología criminológica, Bravo Berruezo recuerda que en la saga La pistola desnuda, protagonizada por Leslie Nielsen, muchos chistes hacen referencia a estos episodios protagonizados por empleados del correo. También la sitcom Seinfeld y, desde luego, Los Simpson se hicieron eco de los hechos y los parodiaron.

Tres años antes del múltiple homicidio en la sede del correo, el 15 de noviembre de 1988, Harris ingresó a la casa del financista Roy Edwards usando su atuendo de ninja preferido. Maniató a su esposa e hijas. Luego de haber abusado sexualmente de las mujeres, mató a la persona que, según trascendió, le había hecho perder US$ 10.000 en 1984.

Muchas personas habían dilapidado sus dólares en inversiones tras la asesoría de Edwards. Muchos eran los sospechosos y, en un primer momento, nadie sospechaba de Harris. Pero todo eso cambió cuando allanaron su casa después de la masacre de 1991 y encontraron documentación que lo vinculaba con el financista.

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A modo de defensa, los abogados de Harris argumentaron que padecía demencia y que realizó los crímenes "poseído por un espíritu ninja". Lejos de la intención de los letrados, el múltiple homicida fue condenado a la pena de muerte en 1992.

Casi cuatro años esperó la pena máxima. En septiembre de 1996, dos días antes de que comenzara una batalla en la Corte Suprema del Estado de Nueva Jersey para revocar la sentencia, Harris colapsó en su celda. Con un diagnóstico inicial de hemorragia intracraneal, posiblemente vinculado con su padecimiento de hipertensión, falleció por un paro cardiorrespiratorio en el Centro Médico St. Francis a sus 40 años.