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Quién es Jorge Rodríguez, el cerebro que gestiona las misiones más complejas del chavismo

CARACAS.- Cuando Jorge Rodríguez avanzó firme hacia el presidente Alberto Fernández durante su toma de posesión pocos sabían en la Argentina que ese político, de impecable calva y aspecto muy cuidado, es mucho más de lo expuesto en su tarjeta de presentación: un vicepresidente sectorial y ministro de Comunicación venezolano en un gabinete dominado por diez militares.

No se trata, ni mucho menos, de un dirigente de tercera fila, como lo definieron los más atrevidos. Tampoco del "hermano de Delcy", la excanciller que se hizo famosa gracias a su sospechoso "brazo roto" en la Cumbre del Mercosur de 2016 y que hoy ejerce como vicepresidenta política en el gabinete chavista.

El antiguo alcalde de Caracas, el mayor de los Rodríguez (54 años), es hoy la pieza clave del gobierno revolucionario, el cerebro que gestiona las misiones más complejas para su jefe, Nicolás Maduro: desde encabezar la comisión revolucionaria frente a la oposición durante la mediación de Noruega hasta servir como principal interlocutor con gobiernos y aliados internacionales. Para casi todos, la mente mejor dotada del madurismo.

Definido como el "moderado" de la revolución, también es el encargado, por el contrario, de comparecer en una conferencia de prensa para acusar con montajes siniestros carentes de credibilidad a los dirigentes opositores, incluso a mandatarios extranjeros. El último, esta misma semana para explicar una nueva "conspiración".

"Quieren generar desestabilización para buscar la foto tenebrosa del baño de sangre y que los medios en el mundo dijeran 'mira cómo está Venezuela'. La célula terrorista está dirigida por Leopoldo López y el gobierno de [el presidente colombiano] Iván Duque", dijo Rodríguez.

Su presencia en Buenos Aires no pasó desapercibida para el enviado de Estados Unidos y asesor especial de Donald Trump para América Latina, Mauricio Claver-Carone, que lo conoce bien y desistió de ir a la jura del Presidente. De hecho, Jorge Rodríguez, que también presidió el Consejo Nacional Electoral (CNE) y fue alcalde de Caracas, figura en la lista de sancionados por el Departamento del Tesoro norteamericano, acusado de pertenecer al "círculo íntimo" de Maduro y de ayudarle a conservar su poder y consolidar su "gestión autoritaria". Y estas son, precisamente, sus principales funciones dentro de la revolución.

Todos los bienes o propiedades en Estados Unidos de Rodríguez estarían congelados desde finales de 2018. También se prohíbe a empresas y ciudadanos estadounidenses hacer negocios con él, de quien no conocen imputaciones directas en los grandes escándalos de la corrupción chavista, pese a que es reconocido amante de los lujos.

Hace unos días, los países del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) también incluyeron al exalcalde en su lista negra de 29 dirigentes chavistas, encabezada por el propio Maduro. Las sanciones incluyen "medidas de restricción de ingreso y tránsito de las personas incluidas, en los territorios de los estados parte del TIAR", entre ellos la Argentina.

Qué mejor que un psiquiatra con pocos escrúpulos para maniobrar en las entrañas de una revolución que mezcla generales todopoderosos, radicales izquierdistas, millonarios con mucho dinero y mafias del narcotráfico. Rodríguez sabe estar siempre en primera fila, tanto con Hugo Chávez como con Maduro, incluso incorporar a su hermana Delcy al grupo de poder desde la llegada de Maduro al Palacio de Miraflores en 2013.

Su poder entre bastidores contrasta con su escasa influencia en las bases del partido, pese a que hace binomio con su hermana. Durante las teledirigidas elecciones presidenciales de mayo de 2018, los Rodríguez pusieron en marcha un partido paralelo, el Movimiento Somos Venezuela, que con toda la ayuda del Estado intentó captar votos de las clases medias.

Su estrepitoso fracaso (solo obtuvo 369.000 votos entre los seis millones cosechados por Maduro) provocó un pase de factura de Diosdado Cabello, el poderoso vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que les recriminó el resultado. Maduro, de todos modos, siguió apostando por la fidelidad de Delcy y el maquiavelismo político de su hermano.

Si a Rodríguez le gustase el póker sería sin duda un rival temible en las mesas de juego de Las Vegas. Profundamente dotado para el cinismo y la ironía, cualidades que admira su jefe, no parpadeó la vez que aseguró que "Venezuela es el país que más refugiados ha recibido y sigue recibiendo en la región". La realidad, una vez más, dice lo contrario: entre cinco y seis millones de venezolanos huyeron del derrumbe provocado por su revolución.