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Johnson y sus opositores hacen cuentas antes del voto final sobre el Brexit

PARÍS.- Quienes siguen desde hace tres años la epopeya del Brexit se preguntaban ayer si "el milagro" que se produjo anteayer en Bruselas podría repetirse hoy en Westminster. En otras palabras, ¿acaso el Parlamento británico repetirá esta tarde la improbable hazaña de Boris Johnson, que obtuvo un nuevo acuerdo de salida con la Unión Europea (UE), y aprobará el texto que presentará el primer ministro?

Esa votación es crucial para Johnson porque un sí de los Comunes abriría el camino a una ratificación del tratado de divorcio, muy probablemente a partir de la semana próxima. Para lograrlo, una mayoría simple de la Cámara bastaría. Es decir, 320 votos de los 650 diputados de los Comunes.

Por el contrario, si los legisladores rechazan el acuerdo, esos planes se desmoronarán, junto con la promesa de divorcio para el 31 de octubre. El premier se verá entonces obligado a reclamar una postergación del Brexit hasta fines de enero de 2020, según una ley votada en contra de un no deal.

El problema es que, por el momento, Johnson no tiene mayoría. Solo puede contar con los 288 votos de sus correligionarios conservadores. Peor aún: en septiembre decidió expulsar a 21 miembros moderados de su bancada, por haberse asociado a la oposición laborista, oponiéndose a una salida sin acuerdo. Nada indica que ese grupo quiera aportarle su apoyo.

Ayer, medios de comunicación y políticos hacían sus cálculos. Para remediar esa carencia de cerca de 40 votos, Johnson debe convencer a algunos diputados laboristas euroescépticos. ¿Lo conseguirá? Nada es menos seguro. Para el semanario The Spectator, sin los diez votos de sus aliados, los unionistas de Irlanda del Norte -que ya anunciaron su rechazo del texto-, el premier deberá convencer a 19 laboristas para lograr la aprobación: "Muy improbable", escribe el periódico.

Según el prestigioso Financial Times, el deal (acuerdo) de Johnson podría perder "por un pelo": 318 a favor y 321 en contra. El euroescéptico Telegraph pronostica, por el contrario, una "ajustada mayoría" a favor, al suponer que gran parte del grupo de diputados ultra-Brexit -conocidos como los "espartanos"- apoyarán al primer ministro.

Lo mismo afirmó el expremier conservador David Cameron. "Boris jugó muy bien negociando este acuerdo. Espero que el Parlamento lo apruebe. Creo que pasará ajustadamente", afirmó el hombre que abrió en 2016 la caja de Pandora del Brexit, al llamar a un referéndum.

Muchos creen que la fatiga de los legisladores después de meses de debates, marchas y contramarchas, sumada al hartazgo palpable de la población, jugará en favor de Johnson. Otros, sobre todo en el resto de las capitales europeas, son menos optimistas. Como lo expresó en vísperas de la conclusión del acuerdo, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, "con nuestros amigos británicos todo puede suceder".

En noviembre de 2018, cuando se firmó el primer acuerdo de salida con Theresa May, la entonces primera ministra les había asegurado que tendría una mayoría en los Comunes. Sin embargo, el texto fue rechazado tres veces consecutivas.

Desde entonces, las divisiones en el seno de Westminster no dejaron de profundizarse, exactamente como en la sociedad británica. A eso habría que agregar los cálculos partidistas, muy alejados de los verdaderos retos que plantea el Brexit para el Reino Unido.

Desde esa perspectiva, ¿cuál sería, por ejemplo, el interés de los diputados laboristas para apoyar el acuerdo de salida de Johnson que, de esa forma, se convertiría en el único dirigente político capaz de respetar la voluntad de sus conciudadanos, expresada en el referéndum?

"Conseguir la reelección en sus circunscripciones, sobre todo si estas son pro-Brexit. La ventaja para ellos es que, contrariamente a lo que hizo Johnson con sus propios diputados, el líder laborista, Jeremy Corbyn, no piensa expulsar a aquellos miembros de la bancada que no respeten su consigna de voto", explica Tim Bale, director adjunto del centro de reflexión UK in a Changing Europe.

Como es tradicional, los responsables europeos mantuvieron ayer el más estricto silencio, evitando así no cargar con la culpa si este nuevo acuerdo estalla en vuelo. Nadie ignora, en todo caso, que, durante estos tres largos años, desplegaron todos los esfuerzos posibles de imaginación, paciencia y prudencia. Y eso sí que es un milagro.