John Stockton, el ídolo NBA que devalúa su prestigio con su postura ante el COVID-19
John Stockton tiene el raro privilegio de haber sido inmortalizado en dos ocasiones en el Salón de la Fama del Basquetbol, una dicha que solo un puñado posee.
El exjugador fue exaltado en el recinto de los inmortales tanto por su gran carrera en la NBA (en 2009) como por formar parte del llamado y afamado ‘Dream Team’ (2010), la selección de Estados Unidos que participó en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 y que conquistó la medalla de oro.
Stockton es el líder histórico de la NBA en asistencias (15,806), tuvo una carrera de 19 temporadas como profesional con el Utah Jazz (de 1985 a 2003), es considerado como uno de los mejores movedores en la historia y sin duda se trata de un personaje altamente respetado y valorado.
Sin embargo, luego de darse a conocer la postura que tiene con respecto a la enfermedad del COVID-19 y a las vacunas, es probable que la percepción que de él se tiene no sea la misma.
Su alma mater, la Universidad de Gonzaga, decidió suspender sus boletos como abonado de temporada para los partidos de basquetbol por rehusarse a acatar las disposiciones de estar en las instalaciones de la escuela con el uso obligatorio de cubrebocas.
En una entrevista con el periódico The Spokesman-Review, de la ciudad de Spokane, Washington, el otrora guardia del Jazz confirmó que eso fue lo que sucedió.
“Básicamente, todo se redujo a que me pedían que usara un cubrebocas en los juegos y, siendo una figura pública, alguien un poco más visible, sobresalía un poco entre la multitud”, dijo Stockton. “Y, por lo tanto, recibieron quejas y sintieron que, desde arriba, iban a tener que pedirme que usara una mascarilla o me iban a suspender los boletos”.
Desgraciadamente no es la primera señal de Stockton con una postura antivacunas y no es un creyente de la existencia del COVID-19. En junio del año pasado participó en un documental llamado COVID y la vacuna: Verdades, mentiras y conceptos erróneos revelados.
Otra cosa que no ayuda a Stockton es que en esa entrevista asegura –sin evidencia– que más de 100 deportistas profesionales han muerto después de ser vacunados contra el COVID-19.
“Creo que está altamente registrado ahora, creo que hay 150 ahora, son más de 100 atletas profesionales muertos, en el mejor momento de su vida, cayendo muertos que están siendo vacunados, justo en el campo, justo en la cancha”, dijo Stockton, reforzando la narrativa en los círculos antivacunas sobre ese tema.
Expertos en la materia han informado que no existe una evidencia acerca de que la vacuna contra COVID haya aumentado las muertes entre deportistas relacionadas con infartos.
El inmortal armador piensa que el hecho de que su hijo, David, quien también tiene una postura encontrada con respecto a las vacunas, ha dejado de tener oportunidades en el basquetbol profesional desde 2018.
Es innegable la grandeza de Stockton en la duela, su carrera fue ejemplar, jamás se ha metido en problemas extra deportivos, conocido como un jugador duro en la cancha, acorde a la época en la que le tocó jugar en la NBA, más física, más ruda.
Nadie puede rebatir su merecido lugar en el Salón de la Fama ni sus dos medallas de oro olímpicas (también la ganó en Atlanta 1996), eso no está a discusión, sino que siendo una figura pública, un jugador que marcó una época en su posición y que sigue poseyendo un importante récord en la NBA tenga esa postura tan controversial.
La tasa de fallecimientos a causa del COVID, desde que comenzó la primera oleada a finales de 2019 y principios de 2020 ha descendido a tal grado que es 48 veces menor con la tercera dosis (o la de refuerzo) que para quienes no están vacunados, por lo que es desalentador que Stockton esté del lado equivocado de las cosas.
Incluso algunos aficionados afuera de la Vivint Arena, donde está una estatua de Stockton, decidieron ponerle un cubrebocas.