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Joe Biden, cuentacuentos en jefe, inventa historias que muchas veces se desmoronan

La campaña presidencial de Biden en 1987 concluyó cuando se descubrió que había exagerado sus logros académicos y plagiado parte de un discurso. (Keith Meyers/The New York Times)
La campaña presidencial de Biden en 1987 concluyó cuando se descubrió que había exagerado sus logros académicos y plagiado parte de un discurso. (Keith Meyers/The New York Times)

WASHINGTON — El 5 de octubre, de pie frente a residentes de Florida que habían perdido todo a causa del huracán Ian, el presidente Joe Biden compartió recuerdos sobre el día que su propia casa estuvo a punto de quedar destruida, hace 15 años: “No perdimos la casa como tal, pero cayó un rayo y perdimos una gran parte”, dijo.

Biden ya había hecho alusión a ese incidente en otras ocasiones; en una de ellas, comentó que sabe qué se siente “que la casa se queme con mi esposa dentro”.

De hecho, las noticias sobre el incidente apenas y lo describieron como “un pequeño incendio localizado en la cocina” e incluyeron una cita del jefe de bomberos local en Delaware, quien indicó que “el incendio quedó bajo control en 20 minutos”.

Esta no es la única ocasión en que ha relatado historias un tanto exageradas.

La biografía acicalada que Biden comparte incluye una época intensa de activismo a favor de los derechos civiles, tiempo en que lo arrestaron varias veces. Ha dicho que fue un estudiante galardonado que obtuvo tres grados de licenciatura. Apenas la semana pasada, en un discurso en la isla de Puerto Rico, devastada por el huracán, comentó que “creció en la comunidad puertorriqueña en casa, políticamente”.

Desde hace más de cuatro décadas, Biden ha utilizado historias sencillas como una herramienta para relacionarse con su audiencia, y con frecuencia añade la frase “¡No es broma!” a la mitad del relato para recalcar que es cierto. El problema es que las historias casuales de Biden muchas veces parecen más bien fábulas, pues las fechas no siempre son exactas, incluye detalles exagerados o equivocados y hace ciertos ajustes para llamar la atención de la audiencia.

Las exageraciones e inexactitudes de Biden no se comparan en absoluto con las de su predecesor, que según la columna de revisión de hechos del Washington Post dijo un “tsunami de mentiras” en sus cuatro años en la presidencia, y cuyas exageraciones CNN describió como “una impresionante avalancha de incorrecciones diarias”.

El presidente Joe Biden disfruta contar relatos para establecer conexiones con la audiencia, pero sus historias informales muchas veces son más bien fábulas personales. (Kenny Holston/The New York Times)
El presidente Joe Biden disfruta contar relatos para establecer conexiones con la audiencia, pero sus historias informales muchas veces son más bien fábulas personales. (Kenny Holston/The New York Times)

El expresidente Donald Trump mentía constantemente, no solo sobre detalles triviales (como cuando insistió en que no había llovido el día de su toma de posesión, aunque sí llovió), sino también sobre momentos significativos (por ejemplo, la confusión que creó en la pandemia, la “gran mentira” de que Biden se había robado las elecciones de 2020 y la declaración falsa de que sus partidarios no habían atacado el Capitolio el 6 de enero de 2021).

Los relatos fantásticos de Biden no llegan en absoluto a esas dimensiones. No obstante, son emblemáticos de la incapacidad del presidente, en casi cinco décadas de vida pública, de sacudirse del hábito de crear narrativas adornadas, que en ocasiones solo tienen una ligera relación con los hechos, para crear su identidad política. Por si esto fuera poco, les proporcionan municiones políticas a los republicanos que quieren hacerlo parecer muy débil para postularse a la reelección en dos años.

Sus historias se han cuestionado en repetidas ocasiones en la esfera pública, desde su campaña presidencial en 1987, cuando se vio obligado a retirarse de la contienda porque intentó adoptar la historia de vida de alguien más y mintió sobre su trayectoria académica.

Personal de la Casa Blanca expresó su desacuerdo con la descripción de Biden como “exagerador en serie” y subrayó el enorme contraste con su predecesor.

“El presidente Biden ha restaurado la honestidad y la integridad en el Despacho Oval”, señaló Andrew Bates, vocero de la Casa Blanca. “Tal como prometió, les habla con la verdad a los estadounidenses, con toda franqueza, y se precia de presentarle con claridad a la nación sus metas y sus valores; entre otras cosas, comparte experiencias de vida que han forjado su perspectiva y con las que se identifica la gente trabajadora”.

Sin embargo, algunos expertos en ética comentaron que Biden no puede usar como excusa los contrastes con Trump.

“Me preocupan los efectos destructivos que puede tener en la democracia que los políticos adopten como estándar ser ‘más honestos que Donald Trump’”, explicó Michael Blake, profesor de Filosofía, Política Pública y Gobernanza en la Universidad de Washington.

Dos días antes de sus declaraciones en Fort Myers, Florida, Biden hizo los comentarios sobre la comunidad puertorriqueña en su hogar de infancia, Delaware, durante su recorrido para evaluar la destrucción sufrida en la isla.

Pareció decir que era uno de ellos.

Pero lo cierto es que Biden no mencionó ni una sola vez a Puerto Rico en sus biografías. Además, ningún funcionario pudo dar ejemplos específicos de proyectos de Biden relacionados con problemas de esa isla, aunque Ted Kaufman, antiguo jefe de personal de Biden, intentó defender la descripción de su amigo cercano citando el trabajo personal de Biden con los puertorriqueños al inicio de su carrera, al igual que con otros grupos, como la comunidad judía o la negra.

Los críticos de Biden han aprovechado estos datos falsos para acusarlo de mentir intencionalmente o bien argumentar que la edad avanzada lo hace olvidadizo.

“Cuando mientes sobre cosas importantes, también mientes sobre cosas sin importancia”, señaló este año Greg Kelly, conductor del canal conservador Newsmax, “y siempre en sentido político, siempre para intentar ganarse a la gente, y con exageraciones para todo”.

Biden ha exagerado situaciones por lo menos desde su primera campaña presidencial.

Durante esa primera campaña en 1987, Biden comentó que había “cursado estudios de Derecho con una beca académica completa”, presumió de haber “terminado en la mitad de mejor aprovechamiento” de su grupo e insistió en que se había “graduado con tres títulos de nivel licenciatura”.

Lo cierto es que, como admitió más tarde, solo tuvo una beca parcial, ocupó el lugar número 76 de un grupo de 85 estudiantes de Derecho y se recibió como licenciado (con dos especializaciones en Historia y Ciencias Políticas).

Quizá las historias más curiosas que Biden todavía cuenta sean las que se refieren a sus encuentros con la ley.

Este mismo año, Biden dio a entender durante un discurso sobre el derecho al voto en Atlanta que lo habían arrestado por manifestarse a favor de los derechos civiles.

“Como soy tan viejo, también estuve allí”, dijo. “Ya vi que creen que es una broma. Parece que fue ayer cuando me arrestaron por primera vez”.

No hay ninguna prueba de que lo hayan arrestado por participar en una manifestación de derechos civiles.

Durante la campaña de 2020, mencionó que lo habían arrestado una vez que fue a visitar a Nelson Mandela en Sudáfrica. Más tarde, admitió que la policía le había impedido moverse, pero no lo habían arrestado. En 2008, afirmó que lo habían arrestado en sus años universitarios por seguir a un grupo de chicas e ingresar a un dormitorio solo para mujeres, cosa que no ocurrió y admitió años después. En 2007, dijo que un agente del Capitolio lo había arrestado cuando era un estudiante de 21 años en 1963. No obstante, en su biografía escribió que el agente “no me arrestó ni nada”.

Blake hizo notar que la acumulación de tantas situaciones podría tener efectos negativos, incluso si Biden tiene excusas y explicaciones para instancias particulares de imprecisión.

“Intenta crear cierta imagen y presentarse como una persona empática, conocedora y con conexiones con las personas que no se parecen a él”, dijo Blake.

“Pero surgen problemas”, añadió, “cuando puede comprobarse que se trata de una historia falsa, pues en ese momento se desvanece la confianza en esa historia”.

© 2022 The New York Times Company