Javier Zanetti y una confesión desgarradora

Zanetti, emocionado tras un partido con el Inter. | Foto: Getty
Zanetti, emocionado tras un partido con el Inter. | Foto: Getty

Javier “El Pupi” Zanetti es un triunfador. Un hombre que supo superarse día a día desde que muy joven emigró al fútbol europeo, más precisamente al Inter, su casa, procedente de Banfield, el club que lo vio nacer.

Es el jugador que más veces vistió la casaca Nerazurra con 834 apariciones. Justamente la número 700 coincidió con aquella recordada final de la Champions Legue 2010, cuando el entonces equipo dirigido por José Mourinho ganó el ansiado trofeo ante el Bayern Munich, conquistando así el triplete (Champions, Serie A y Coppa Italia).

Zanetti es un hombre de bien en todos los sentidos de la palabra. Fue capitán del equipo, ícono de uno de los grandes de Italia y, por sobre todas las cosas, adorado por la afición, al punto que actualmente es el vicepresidente de la institución.

Pero hay una historia que muy pocos conocen y que acaba de salir a la luz de su propia boca. Zanetti fue compañero de grandísimos jugadores. Uno de ellos fue el brasileño Adriano, “El Emperador”, uno de los delanteros con mayor calidad de la primera década del nuevo siglo y que pintaba para ser un verdadero crack.

Distintas circunstancias de la vida lo llevaron por el mal camino. Su humilde origen, traumas que no pudo superar lo llevaron por el mal camino, sobre todo el exceso de alcohol.

Zanetti compartía la habitación con el brasileño en cada concentración. Una noche, en 2006, le tocó vivir un momento que jamás olvidará y que, según sus palabras, aún lo perturba.

Fue cuando recibió la llamada telefónica sobre la muerte de su padre, estábamos en la habitación. Descolgó el teléfono y comenzó a gritar de una forma que nadie puede imaginar. Todavía me estremece”, señaló el argentino.

Tal fue el grado de desesperación y de impotencia que a partir de ese momento siempre estuvo a su lado. Pero no sólo fue él. También el entonces presidente de la entidad Massimo Moratti hizo todo lo posible para contenerlo.

Si bien Adriano fue un delantero fuerte, encarador, goleador, imparable, ya nada fue igual. Nunca pudo superar ese momento y allí comenzó su derrotero, su decadencia, su adicción a la mala vida, rodeado de malas influencias y sobre todo los excesos impropios de un deportista profesional.

“Sólo yo sé cuánto sufrí. La muerte de mi padre me dejó un vació enorme, me sentí sólo y me aislé. Fue cuando empecé a beber. Bebía todo lo que me ponían: vino, vodka, mucha cerveza. No paraba. Ese fue mi final en el Inter”, confesó.

Adriano y Zanetti se abrazan durante un juego del Inter. | Foto: Getty
Adriano y Zanetti se abrazan durante un juego del Inter. | Foto: Getty

Parma, Roma, Flamengo, Corinthians, Atlético Paranaense, Miami United FC fueron los clubes donde intentó rehabilitarse, “volver a ser él”.

No pudo lograrlo. Aquel golpe fue devastador. Ni siquiera la ayuda de su “ángeles protectores” del momento (Zanetti y Moratti), pudieron torcer el rumbo, hacerlo recapacitar, volverlo a encaminar hacia un futuro triunfal tal y como sus notables condiciones lo proponían.

Adriano ya no fue el mismo. Casos como el suyo, lamentablemente, abundan en el mundo del fútbol. Talentos incomparables que acabaron destrozando sus carreras por el vicio.

Garrincha, Paul Gascoigne, Gerd Müller, George Best. Más recientemente el colombiano Albeiro “El Palomo” Usuriaga.

Pero si hay un ejemplo puntual y concreto ese es el de Diego Armando Maradona, considerado por muchos como el mejor de la historia, el mismo que pudo haber consolidado esa condición sin absolutamente ninguna duda de no haber caído bajo las garras de la droga.

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