Jardines maternales. Por la crisis, los niños están en "emergencia emocional"

Al menos tres jardines maternales que existían hace décadas en el Municipio de San Isidro cerraron en los últimos meses
Fuente: LA NACION - Crédito: Ricardo Pristupluk

Cuando comenzó el año escolar, en marzo pasado, cuarenta niños asistían al Jardín La Casa Del Bosque, en el barrio de Caballito. Desatada la pandemia y pese a los esfuerzos de mantener el contacto de modo virtual, semana a semana comenzaron a ser cada vez menos. Para el mes de julio solo tres familias continuaban pagando la cuota de la institución y la dueña ya no pudo hacer frente al alquiler del espacio. En agosto y tras 25 años en el barrio, la casa de Avenida Acoyte cerró sus puertas.

La evolución de la pandemia

"Estábamos entre la espada y la pared", se lamenta Valeria Cagnonero, psicopedagoga y dueña del jardín. "Desde el gobierno no nos permiten abrir, pero ¿quién puede sostener una institución con tres alumnos? Amamos nuestro trabajo pero tenemos que pagar impuestos, sueldos, aportes, alquileres y seguros. Somos empresas muy chicas y se nos exige como si fuéramos una multinacional".

Los ejemplos se repiten a lo largo de la ciudad y del país: los jardines maternales y escuelas infantiles, en su mayoría instituciones privadas, están en crisis. No es un problema aislado: uno de cada tres niños argentinos va a un jardín privado, según datos del Observatorio Argentinos por la Educación. Este porcentaje aumenta en lactantes y deambuladores, donde hay menos oferta pública.

Los jardines maternales ofrecen una valiosa tarea asistencial para los padres que deben delegar el cuidado de sus hijos de 45 días a tres años, pero no se los considera de educación obligatoria ( en el país no lo es hasta los cuatro años). Por lo que también existen establecimientos que no dependen del Ministerio de Educación y no están contabilizados. Mientras tanto y en plena pandemia, los padres absorben la tarea de cuidado como pueden y se preguntan a dónde irán sus hijos cuando termine el aislamiento obligatorio.

Estimaciones

Según estimaciones de la Asociación Civil Coherencia, que nuclea instituciones de nivel inicial, desde que comenzó el aislamiento obligatorio ya cerraron unos 500 jardines maternales del universo de 5000 que existen a lo largo del país. Entre todos reciben -o solían recibir- a unos 220.000 niños que ahora están en su casa al cuidado de abuelos, padres desbordados, niñeras formales o improvisadas.

"Tenemos un registro de las instituciones de todo el país -no hay uno oficial- y aún con las diferencias de cada región estamos todos en la misma situación: el 85 % está al borde del quiebre definitivo porque las matrículas bajaron un 90%", detalla Georgina Malm Green, referente de la asociación. "Estamos endeudándonos con los alquileres y cargas sociales y tenemos deudas millonarias que no estamos en condiciones de afrontar", explica. Ella misma es dueña y directora de un jardín infantil de Villa Crespo que comenzó el año con 45 niños y en el que hoy solo quedan 3.

Josefina Perosio es abogada y madre dos niños, uno de cinco y otro de un año y medio. Marcos, el más pequeño, fue a un tradicional jardín maternal de San Isidro desde el 1 de febrero hasta el 15 de marzo, fecha en que se ordenó el cierre de los colegios. "Tanto mi marido como yo trabajamos fulltime y en junio colapsé por completo. Le pedí a la empleada doméstica que trabaja en casa -entonces una vez por semana- que viniera más días para darme una mano. A partir de agosto nos hicieron un descuento en el jardín y nos partía el alma, pero la realidad es que no podíamos hacer frente a todos los gastos".

Carta desgarradora

En septiembre recibieron una carta "desgarradora" de la directora que les explicaba que el jardín cerraba. "Nos dijo que le escribió hasta al presidente pidiendo ayuda pero no recibió ningún tipo de apoyo y que el jardín quebró". Creciendo Juntos fue el primer jardín maternal de enseñanza oficial en San Isidro y estaba allí desde 1992. A Josefina le genera mucha inquietud no saber cómo resolverá el cuidado de sus hijos cuando tenga que volver a trabajar presencialmente.

Fuente: LA NACION - Crédito: Ricardo Pristupluk
Fuente: LA NACION - Crédito: Ricardo Pristupluk

En el mismo distrito cerraron en los últimos meses otros dos jardines maternales que existían hace décadas: Mother Goose, en Del Valle Iberlucea 1966 y Sunshine, en Don Bosco 1736. "La pandemia nos puso a los dueños de jardines maternales en una situación imposible, nunca me imaginé que iba a vivir algo así", dice Verónica Linder, propietaria de Sunshine, que estaba desde 1993 en las lomas de San Isidro. "En abril muchos padres comenzaron a pedir descuentos y desde entonces hasta dejé de pagar impuestos para poder afrontar los sueldos. Pedí el ATP- el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción del estado que ofrece una serie de beneficios para quienes desarrollan actividades económicas afectadas por la pandemia- y me fue denegado". A mediados de junio cerró el jardín. Verónica lamenta haber perdido el trabajo de una vida sin ayuda del estado.

En rigor, en el mes de mayo y luego de muchos reclamos del sector, el Gobierno Nacional extendió el alcance de los beneficios del ATP a las instituciones educativas de gestión privada. En el ámbito porteño, el gobierno de la Ciudad también lanzó su propio subsidio directo para guarderías: el Programa de Apoyo Económico a la Primera Infancia (API). Pero no podían cobrarlo quienes hubieran aplicado al ATP, por lo que apenas 17 instituciones lo obtuvieron en su primera versión. La segunda versión del API II está próxima a lanzarse.

Para los dueños de jardines maternales, sin alumnos estas ayudas no bastan. "Si quedan dos chicos por escuela es imposible, con cero ingresos tenemos que mantener los mismos costos. Si no para cuando se permita abrir el 85 % de los jardines va a estar cerrado", asegura Malm. El objetivo urgente por el que reclaman al gobierno es la reapertura: con barbijos transparentes, al aire libre, con pocos alumnos por docente. "Desde mayo estamos presentando posibles protocolos. Necesitamos abrir porque los niños hoy están en una emergencia emocional".