Anuncios

El jardín de Rosalía

<span class="caption">Estatua de Rosalía de Castro en el Parque de la Alameda de Santiago de Compostela-</span> <span class="attribution"><a class="link " href="https://www.flickr.com/photos/elentir/24504948140/in/photolist-DkqgkS-9Tcaq8-kCxXun-2kEEFVp-2kEEFTL-CpXoLB-2kEJfVp-2kEJfFr-k78eaQ-nmEYEC-2ZYn9R-5xY1Vj-7NpYTJ-dzS4S7-313YnJ-d3H4Kw-nYZ46N-A1hJb-2n5gHWK-2n5dnTq-ce7kZs-krigVW-2n5dQHe-SyfKPq-Sdabau-7BiBy2-2its5q1-A1hJa-4PcTxo-nJwX5D-nJwWxM-SMY6Me-o1UBRG-2n58tq3-2n5dQAL-SMY7N2-aKy3Vp-2fzNf4B-xuoBsT-RvuScf-SJngGy-nmeVUY-xJz8Ab-2n58tcc-8jZJnk-xMwuB2-2fzNf58-2fzNf2x-2fzNf3p-2fv8JUL" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Contando Estrelas / Flickr;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas">Contando Estrelas / Flickr</a>, <a class="link " href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:CC BY-SA;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas">CC BY-SA</a></span>

Rosalía de Castro (1837-1885), autora fundacional de la cultura gallega, trató todos los temas de la poesía: la naturaleza, el amor, la temática cívico-social, la existencial y la metapoesía.

También es una de las grandes poetas del paisaje. En la belleza y la grandiosidad del paisaje gallego (en el que “la mano del hombre dejó paso a la mano de Dios”), Rosalía sustenta un discurso de dignificación que abarca también a las gentes que la habitan y la lengua que estas hablan.

Con el objetivo de recoger el nexo entre literatura y naturaleza de su obra, y para rendir un homenaje a la creadora literaria que nos enseñó a mirar el paisaje de otra manera, elaboramos un herbario a partir de las menciones de plantas, flores y árboles.

La rosa

La rosa es la reina indiscutible de la obra de Rosalía. En Cantares gallegos, el sujeto lírico se presenta como Rosa, nombre paronomásico con el de Rosalía. Con más de cien registros, aparece en ocasiones como rosa, desnuda de otros atributos, pero también como “rosa purpurina”, “rosa de Alejandría”, “rosa oriental” o “rosa silvestre”.

La rosa, identificada con la mujer, se convierte en la máxima expresión de la belleza. Así, en Flavio las muchachas se presentan bajo la forma de rosas:

“Frescas rosas que abrían sus hojas al primer beso del sol, así eran ellas; verlas y no amarlas era imposible”.

Pero la rosa que se identifica con la mujer no es únicamente la rosa en esplendor, sino también la “rosa marchita”, imagen con la que se describe en un punto de la narración a Esperanza en La hija del mar, al dar expresión al carácter efímero de la vida humana:

“Voume quedando murchiña / como unha rosa que inverna”.

Rosalía emplea los valores contradictorios codificados en la rosa como emblema amoroso y tributo fúnebre. Pero incluso en el tratamiento de esta flor se percibe en Rosalía la especial inclinación hacia la variedad salvaje, el gusto por la naturaleza silvestre que marca la estética romántica y muy particularmente la obra de Rosalía:

“Hay un niño de rosas silvestres

Cabo d'a fonte escondido,

E un prado de herba trebiña

Alfombra ô arredor sombriso”.

Follas novas

Hierbas del campo florido

Las flores humildes ocupan un lugar verdaderamente destacado en la producción de Rosalía.

En ocasiones se especifican esas flores, siendo a menudo margaritas, pero también violetas y jazmines. Junto a las flores humildes que brotan entre la hierba están presentes las que nacen en muros y cornisas. Esa especie de jardín vertical, flotante y silvestre, aparece recurrentemente con el valor de las flores que crecen en las grietas. Estas adquieren un papel singular en el que simboliza todo lo que revalorizó el Romanticismo, incluso el habla espontánea de las personas del campo. Las hierbas del campo florido adquieren así un valor capaz de eclipsar a todas las demás.

Entre la infinidad de plantas herbáceas silvestres que forman parte del paisaje gallego, para integrar esta sección del herbario se ha hecho una selección de las más comunes en los ambientes en los que vivió Rosalía.

También es entre las pequeñas flores que crecen en el campo donde se encuentra la flor azul, aquella que, desde la poesía de Novalis, se convirtió en símbolo del Romanticismo y del anhelo de ideal, indefinido e infinitamente sugestivo.

Hierbas del cementerio

“O simiterio d'Adina

N'hay duda qu'è encantador,

C'os seus olivos escuros

De vella recordazon;

Co seu chán d'herbas e frores

Lindas, cal n'outras dou Dios”.

Follas Novas

La flor es, desde la antigüedad, el tributo fúnebre por antonomasia. La propia tradición de la elegía introdujo a menudo la flor en el poema. Por su parte, a partir del Romanticismo, la atracción por lo fúnebre y la muerte va a hacer del cementerio un espacio arquetípico de intensa recreación estética.

Es sin duda en El caballero de las botas azules, novela ambientada en Madrid, donde el gusto por el cementerio se expresa de modo más explícito a través del personaje de Mariquita. La contemplación del camposanto despierta la reflexión sobre la vida y la muerte, expresada a través del contraste entre los millares de esqueletos y la presencia vibrante de la naturaleza.

Las “hierbas del cementerio” constituyen un sintagma que contiene la tensión entre la vida y la muerte. La intrincada relación entre la muerte y la naturaleza se expresa a través de la recreación de las flores que crecen en las lápidas, en los muros y paredes de los cementerios, pero también, inversamente, a través de la presencia de imágenes de muerte en la propia naturaleza.

En el herbario de Rosalía recogemos hierbas que crecen también en los caminos, en los muros y en los propios campos, pero que se revisten de un significado y una solemnidad particulares cuando lo hacen en el cementerio.

Árboles

Frente a la escala de la vida humana, la flor, efímera, evoca nuestra propia mortalidad. El árbol, por el contrario, nos sobrepasa y prolonga su existencia más allá de nosotros mismos.

Es profundamente significativo que de las catorce especies más mencionadas en la obra de Rosalía, siete sean árboles y que, entre ellas, sea el roble (carballo) el que sobresale:

“Eu direivos tan só que os meus cantares

así sán en confuso da alma miña

como sai das profundas carballeiras

ó comezar do día,

romor que non se sabe

si é rebuldar das brisas,

si son beixos da frores,

si agrestes, misteriosas armonías

que neste mundo triste

o camiño do ceu buscan perdidas”.

Follas novas

A través de los árboles expresa diversas emociones: positivas cuando se llenan de ramaje, tristes cuando se desnudan de horas. Los árboles se humanizan con el ciclo estacional, de claro valor existencial. Su presencia se fusiona con la vida humana, ya sea en su estado primigenio en el bosque, en el que alberga el tránsito del caminante o el amor, o incluso en el fuego del hogar que acompaña a tantas tradiciones.

Varia

La variedad y riqueza espontánea se identifican, desde el prólogo de los Cantares, con el paisaje gallego, como un valor intrínseco frente a la monotonía de otras tierras en las que los árboles parecen tristemente colocados en hilera.

Junto a las hierbas del campo florido y concomitantes con ellas encontramos los tojos y las zarzas, los mayores exponentes de la naturaleza espontánea y salvaje en Galicia, así como las ortigas y los cardos.

El primer libro de Rosalía lleva por título La flor y al final de su vida quiso ser enterrada con un ramo de pensamientos, esa curiosa y sorprendente flor de invierno. Hay en su obra azucenas y lirios, margaritas, claveles y alhelíes; jacintos y pensamientos; jazmines y nenúfares; lilas y camelias; violas y narcisos…

Dando un paso hacia lo más humanizado, emergen los árboles frutales. Tampoco faltan las plantas comestibles. Los versos de Rosalía no desdeñan las berzas, repollos, nabizas o fresas, ni las vides y cereales que conformaban la base de la alimentación.

El propio caldo, el caldo de gloria, que ha dado lugar a una de las tradiciones y homenajes a Rosalía más recientes y populares, es objeto de expresión poética.


Esta investigación también ha contado con la participación de María Isabel Fraga Vila como especialista en botánica.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

La realización de este proyecto contó con financiación en el marco del proyecto "Cartografías del afecto y usos públicos de la memoria: un análisis geoespacial de la obra de Rosalía de Castro", código FF12017-82742-P, financiado por la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Ciencia, innovación y Universidades (AEI/MCIU) y parcialmente por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) de la Unión Europea. María López Sández es miembro del Patronato Rosalía de Castro.

La realización de este proyecto contó con financiación en el marco del proyecto "Cartografías del afecto y usos públicos de la memoria: un análisis geoespacial de la obra de Rosalía de Castro", código FF12017-82742-P, financiado por la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Ciencia, innovación y Universidades (AEI/MCIU) y parcialmente por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) de la Unión Europea. La profesora Rábade Villar ejerció como Investigadora Principal del Proyecto junto con el profesor Fernando Cabo Aseguinolaza en el período comprendido entre 2018 y 2021.