Anuncios

Las quejas de Jannik Sinner encarnan lo peor del tenis moderno

Este artículo fue publicado originalmente el 9 de noviembre

Italy's Jannik Sinner reacts as he plays against Norway's Casper Ruud during their 1/4 final tennis match as part of the ATP Erste Bank Open tournament in Vienna on October 29, 2021. - Austria OUT (Photo by GEORG HOCHMUTH / APA / AFP) / Austria OUT (Photo by GEORG HOCHMUTH/APA/AFP via Getty Images)
Jannik Sinner. Foto: GEORG HOCHMUTH/APA/AFP via Getty Images.

Ivan Lendl se arrancaba las pestañas con los dedos y mandaba derechazos al cuerpo en cuanto alguno de sus rivales se atrevía a subir a la red. Jimmy Connors insultaba al rival, al juez de línea y al público y a continuación pasaba la mano por la raqueta como si fuera un objeto sexual. Lleyton Hewitt te gritaba su "come on!" a la cara del rival, gesto descompuesto, mirada retadora. Jim Courier y Boris Becker eran animales competitivos. Pete Sampras vomitaba y luego sacaba un ace. Vomitaba de nuevo y luego, otro ace. Incluso Djokovic ha gustado siempre de enardecer a las gradas cuando se ponían en su contra, pedirles que aumentaran sus abucheos, que estaba listo para más...

Son campeones de una época llamada a desaparecer. El tenis moderno -sea eso lo que sea- es un tenis de estrellas que se desconcentran a la mínima. Deportistas que, no contentos con la tradicional elegancia de su deporte quieren aún más. Quieren que sea la ópera. Siempre hay una excusa para una derrota que no tiene nada que ver con el juego: "es que un espectador se movió cuando estaba sacando", "es que el rival se fue al cuarto de baño y tardó mucho" o, este mismo fin de semana, "es que el contrario montó un espectáculo que sobrepasaba todos los límites". Me pregunto qué tendría que decirles John McEnroe a toda esta panda de acomodados.

La última cita, la más reciente, es de Jannik Sinner. Vaya por delante que Sinner es un jugador excepcional. Acaba de cumplir veinte años, está entre los diez primeros del mundo y venía de once victorias consecutivas en pista cubierta sin perder un solo set por el camino. Llegado a la semifinal de Viena y con la clasificación para las ATP Finals de Turín en la mano, el italiano se encontró con Francis Tiafoe, uno de esos jugadores extremadamente talentosos pero que se ha quedado en nada por su irregularidad. Cuando Sinner ganó 6-3 el primer set y se puso 5-2 arriba en el segundo, dio el partido por acabado.

Tennis - ATP 500 - Erste Bank Open - Wiener Stadthalle, Vienna, Austria - October 30, 2021  Frances Tiafoe of the U.S. reacts during his semi final match against Italy's Jannik Sinner REUTERS/Lisi Niesner
Frances Tiafoe, el hombre que desquició a Jannik Sinner. Foto: REUTERS/Lisi Niesner

Sin embargo, Tiafoe se rehizo. ¿Y cómo se rehacen ese tipo de jugadores? Dejándose llevar. En unos tiempos de pegadores irreductibles, de derechazo a una línea, derechazo a la otra, Tiafoe es una especie de continuación de lo que fueron Santoro o, sobre todo, Monfils. Jugadores imprevisibles que, cuando todo está perdido, se liberan de la presión y empiezan a dar espectáculo. A Tiafoe le gusta jugar así. Empieza a golpear entre las piernas, se pone a chocar los cinco con el público, demuestra su alegría por los cuatro costados... y los aficionados se vuelven locos con él, claro.

Otra cosa son los rivales. Según Sinner, lo suyo fue ir demasiado lejos. ¿Demasiado lejos en qué? ¿Había mucho ruido, Sinner, no podías concentrarte? ¿Te molesta que la gente se lo pase bien, que el tenis sea un espectáculo y no solo un intercambio de golpes hasta que uno la tira fuera? Tiafoe no faltó en ningún momento al respeto a su rival y no incumplió ninguna regla. De lo contrario, el juez de silla algo habría dicho al respecto. Simplemente, se salió de la norma y en cuanto alguien se sale de la norma, ay, el tenista moderno se viene abajo.

Obviamente, esto no es cosa exclusiva de Sinner ni de los tenistas veinteañeros. Andy Murray montó una buena en el US Open porque Tsitsipas tardaba demasiado en volver de sus "toilet breaks". Le puso a todo el público en su contra y le dejó por los suelos en la rueda de prensa. Todo porque iba ganando y perdió. Como Sinner. Al final, todo se reduce a eso: "He perdido, ¿qué excusa puedo poner?" Y, en los últimos años, el repertorio se ha disparado. Como ya no se pueden quejar de los árbitros, porque en algunos torneos directamente no hay, recurren al "ay, es que tarda mucho en el baño", "ay, es que celebra demasiado los puntos", "ay, es que me obligan a vacunarme" o, el año pasado, "ay, es que nos aburrimos mucho en este hotel de lujo".

GUÍA | Los pasos que tienes que seguir para poder ver un tuit no disponible por tus preferencias de privacidad

A ver, yo lo siento, pero esto ha llegado a un punto excesivo. Juegas con lo que tienes y te adaptas. Eso es lo básico en cualquier deporte. Y si te parece que no puedes con ello, te haces a un lado una temporada con todo el derecho del mundo. Pero estar y no estar, salir a jugar y luego quejarte por tonterías, es un poco desesperante. Murray no perdió con Tsitsipas porque el griego tardara mucho en el water. Sinner no perdió con Tiafoe porque este saltara más o menos o hiciera más o menos excentricidades en la pista. Con los años, se ha ido creando una "generación de cristal" que no es de extrañar que no gane nada grande (o muy poco).

Para ser un campeón en el tenis, no es necesario ser un macarra. Es más, puedes ser un macarra y que te vaya fatal si no hay nada detrás. Pero tienes que admitir que, dentro de las reglas, cada uno juegue a su manera y utilice sus trucos, sus tretas, sus tácticas. Que esto no sea un videojuego, por favor. El tenis moderno está marcando unos niveles de susceptibilidad que, incomprensiblemente, son aceptados por los medios y parte del público. No es que yo quiera ver a Agassi burlándose de su rival en la pista o a Serena Williams amenazando con matar a una juez de línea. Pero, desde luego, lo que no quiero ver ni por asomo es a más perdedores con excusas. Que jueguen mejor y ganen. Punto. Y si no quieren, al menos, que no arrastren a los demás.

Vídeo | Ejecuta un saque tan extraño como único en el mundo del tenis

Otras historias que también te pueden interesar: